Capítulo ocho

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URSS estaba en el baño mojando nuevamente el paño con agua fría, Third Reich llevaba ya dos días con fiebre, Rumania había conseguido remedios y él medicinas, pero parecía que la infección no estaba cediendo, y aquello ya estaba preocupando a los dos países.

Salió con el paño en sus manos, lo dobló y volvió a colocar en la frente del alemán, quien temblaba ligeramente de frío a pesar de estar hirviendo.

– Ya no sé qué más hacer, le he dado todos los remedios que recuerdo, incluso he llamado a mis hermanos para que me den otros, y sigue igual... ¿Qué te parece si llamo a Austria y luego le borro la memoria?, fingimos que lo necesitas aquí para hablar de algo y listo – dijo Rumania deprimida, estaba sentada junto al alemán en la cama, acababa de hacerle curación a sus pies.

– No, eso traería más problemas, estúpida... quédate aquí, iré por un doctor a la base – contestó el soviético tomando una bolsa que había llevado consigo ese día la rumana, donde habían estado los materiales médicos.

– Tienes que ir a tu casa, tus hijos están preocupados de no verte.

– Iré esta noche, nunca regreso por las tardes, me veré menos sospechoso.

URSS salió del cuarto con pasos lentos para después bajar la escalera y salir de la cabaña, tenía un buen camino que recorrer de allí a la base.

Conseguir un médico no sería difícil, recientemente habían entrado algunos al servicio en el cuartel, los había estado vigilando y se había informado sobre sus familias, dos de los cuatro eran huérfanos, lo cual facilitaba el deshacerse de ellos.

En la cabaña, Reich se encontraba tratando de abrir sus ojos, sentía como si sus ojos pesaran una tonelada, tenía la boca muy seca y se sentía muy pesado en general.

Con todo el esfuerzo que logró reunir logró abrir los ojos, notando que Rumania estaba sentada a su lado en la cama, escribiendo algo en una libreta y tarareando una melodía con su suave voz.

– Rum... ¿Qué haces? – preguntó con voz rasposa.

– Buenos días, cielo, solo escribo unas ideas para mi territorio y formas de hacer que Hungría sea menos asno conmigo cada vez que nos vemos, ¿cómo te sientes? – preguntó Rumania dejando de lado sus notas para mirar a su amigo y tocarle el paño en la frente.

– Me siento como si me hubieran vuelto papilla... y tengo sed.

La rumana ayudó a su amigo a sentarse un poco para poder darle agua, el alemán realmente agradecía el vital líquido, se sentía bastante deshidratado al punto que el agua le hizo sentir un escalofrió al beberla.

– Esta vez sí me voy a morir, ¿verdad? – preguntó con calma.

– No... tranquilo, solo te hizo daño estar afuera... y aquí... pero estarás bien. – la chica tomó el paño y lo giró, dejando la parte fría en la piel del azabache – ¿Quieres contarme todo lo que ha pasado?, URSS no me dijo nada más allá de que viene de envés en cuando a traerte comida – Rumania miró a su amigo con cariño y preocupación, necesitaba saber que tanto había sufrido.

– Solo he estado encerrado aquí, me trae comida pero no todos los días... también me habla mucho sobre su perfecta relación con México y como sus hijos a veces son muy ruidosos – Reich suspiró, se sentía algo cansado a pesar de estar en cama desde hace dos días.

– ¿Solo eso?, ¿no te ha pegado o algo? – la rumana estaba sorprendida, por como habían acabado las cosas con URSS, cualquiera pensaría que el sujeto habría abusado del menor en más de un sentido.

– No, jamás me ha pegado... bueno la noche que desperté aquí me le abalancé y él me tiró en la cama y se subió encima para que no lo atacara, pero no me lastimó físicamente...

Liebe Wieden || CountryHumans NazunitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora