Capítulo catorce

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La soledad a veces ayuda a las personas a pensar un poco sobre sus vidas, los acontecimientos en esta, las decisiones que toman y las que tomaran, pero el problema para Reich es que esa soledad viene acompañada del silencio absoluto.

Era muy temprano en la mañana, exactamente las seis treinta, y acababa de ver como URSS se iba del cuarto para volver a casa y fingir que no había pasado la noche fuera.

El silencio que había le ponía los vellos de punta, así que prefirió ponerse de pie y comenzar su primera mañana solo desde que se había quitado el grillete, le era extraño aquello, estaba ya acostumbrado a tener alguien preguntándole como se sentía y tratando de convencerle de dejarse ayudar a darse un baño, pero podía con esto, era fuerte, valiente e independiente.

Se había cuidado a si mismo desde los doce años, podía seguirlo haciendo aun.

Suspirando eligió unos pantalones gruesos de algodón, una playera de manga larga, un suéter de lana tejida, calcetas gruesas y busco unas pantuflas cómodas, con la ropa en brazos caminó al baño y dejó todo en el escusado, se desvistió y abrió la llave del agua caliente para después meterse, URSS ya había encendido el calentador antes de irse.

Mientras se lavaba el cabello se quedó meditando, ¿qué haría esa mañana?, estaba solo y no es como si pudiera salir a dar una vuelta por allí... aunque, podría explorar la cabaña por su cuenta, tal vez encontrar algo con que distraerse.

Con un poco de optimismo se terminó de duchar, se vistió y salió de la habitación con dirección a la cocina para desayunar algo antes de su labor impuesta del día.

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En ese momento, quería morir... pero de ternura.

Llevaba horas hurgando en las dos habitaciones restantes de la cabaña, donde había cajas de cosas que el eslavo no ocupaba y no necesitaba en casa.

Encontró casi de todo, ropa vieja de sus hijos cuando eran bebés, ropa vieja del mismo URSS, trastos, papeles viejos... juguetes que se veían muy costosos, lo cual le llevaba a pensar eran del eslavo de cuando era un niño ya que nunca le vio algo de eso a sus hijos; ropa muy antigua y finalmente, un libro grande y grueso.

Al abrirlo se topó con una foto del Imperio Ruso, cosa la cual lo sorprendió, muy pocas veces lo había visto en fotos de libros, y ni una sola vez en casa del comunista, y ahora entendía por qué.

URSS sacó todo lo que tuviera que ver con su padre de su vista.

Siguió hojeando el libro y pronto encontró lo que denominó oro puro... fotos de un URSS muy pequeño, con ropita de la realeza y una cara muy infantil e inocente, lucia tan adorable.

Entre más hojeaba, más fotos de URSS de niño aparecían; fotos de él junto a su padre, luciendo ropa extravagante y costosa, así como algunas joyas; fotos en el exterior, fotos con hombres y mujeres, aunque siempre con esa cara de seriedad y molestia que tanto lo caracterizaban, pero que lucía adorable en su pequeño rostro.

Pronto, se topó con una foto que le llamó mucho la atención.

Era una foto del Imperio Ruso sosteniendo por la cintura a Rumania, y con el joven comunista a su lado. "¿Qué diablos?"

Estaba tan absorto mirando a un URSS todo pequeño, tratando de darle sentido a lo que sus ojos ahora veían, que no notó que este había vuelto y ahora lo veía con espanto.

– ¿¡Qué crees que estás haciendo?! – exclamó exasperado el mayor, asustando al alemán quien soltó a toda prisa el álbum y se levantó, mirando al contrario acercarse rápidamente.

– Y-yo... yo s-solo... – Reich se sentía nervioso, no pensó en ser atrapado.

Rápidamente el comunista se agachó, tomó el álbum y lo arrojó a la caja de donde había sido sacado, generando un ruido seco.

Liebe Wieden || CountryHumans NazunitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora