Capítulo siete

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Era una cálida noche dentro del hogar de URSS, todas las jóvenes republicas que habitaban aquella casa dormían tranquilamente, así que dos adultos decidieron aprovechar esto.

México se encontraba sobre el comunista, quien tenía sus manos en los glúteos de la más bajo y la hacía subir y bajar sobre su miembro, entreteniéndose con sus senos que saltaban por el movimiento. La mexicana daba gemidos bastante sugerentes pero estos eran confinados únicamente a aquella habitación de gruesas paredes.

– ¡Ngh!~, URSS~ más rápido... – dijo la castaña entre suspiros y jadeos.

El soviético se sentó para poder cumplir con la petición de la latina, quien al sentir el aumento en la velocidad no pudo más que gemir más alto y agudo, estaba dando justo en su punto de placer.

México tomó impulsivamente el rostro de URSS y lo besó apasionadamente, URSS por su lado comenzó a pasar una de sus manos por la espalda dañada de la mujer de manera suave, luego esa mano pasó al frente hasta llegar a su vientre, donde dio unos suaves toques antes de bajar hacia el monte de venus y llevar su pulgar al clítoris hinchado que comenzó a masajear con un poco de rudeza, logrando que México se separara y gimiera más fuerte y a la vez jadeaba para tratar de meter un poco aire a sus pulmones mientras sy vagina se humedecía más y lubricaba de manera abundante el pene del eslavo, llegando incluso a escurrir fluido blanquecino espeso.

Ambos estaban en completo éxtasis, perdidos en el placer y la lujuria.

– ¡Ah!, URSS~ – gimió México llegando al orgasmo, siendo secundada por un gruñido por parte del soviético, quien se había corrido dentro del menudo cuerpo.

Ambos se quedaron quietos, intentando recuperar el aliento y calmar sus corazones; URSS tomó el rostro de la latina y la besó profundamente. Para él, esas noches eran únicamente noches de placer, aunque nunca expresó aquello en voz alta; no quería herir a México... no quería que descubriera que le mentía en cada te quiero.

El soviético se dio la vuelta sin salir del pequeño cuerpo, dejando a la mujer acostada sobre su espalda, comenzando a moverse de nuevo.

– Sera una noche larga... - le dijo al oído.

– Ah~... puedo aguantar – respondió la mexicana en un suspiro, volviendo a sentirse excitada.

El eslavo daba embestidas lentas pero profundas, siempre dando en el punto de placer de la morena, quien pronto se vio pidiendo más y gimiendo fuerte.

México de pronto puso su mano en la nuca de URSS y tomó un puñado de cabello, jalándolo con poca fuerza. Aquello fue el error que desmoronó la mentira.

URSS al sentir aquella mano en su nuca recordó a cierto alemán que hacía precisamente eso cuando estaban juntos en la cama, también cruzaba las piernas en su espalda baja justo como la mexicana estaba haciendo en aquel preciso momento, cerró los ojos un momento, y al abrirlos se topó con la cara del alemán, pero no su cara actual, aquella que había visto días atrás cuando fue a dejarle comida, sino aquel rostro que tenía cuando eran pareja, aquel rostro que tanto le gustaba con mejillas un poco regordetas y sonrojadas.

– URSS~, más fuerte – incluso era su voz.

El eslavo obedeció a aquella petición, obteniendo más gemidos que en su cabeza sonaban como los de aquel al que alguna vez dijo amar con locura.

– R-Reich...

– ¡¿Qué?!

Al escuchar aquel grito, todo se desvaneció, URSS vio la expresión impresionada y dolida de México, quien ahora tenía lágrimas en los ojos y temblaba de forma intensa, no sabía si por enojo o contener el llanto.

Liebe Wieden || CountryHumans NazunitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora