Capítulo dieciocho

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Muchas veces las acciones hablan más que las palabras, esto ya que la voz puede llegar a traicionar a su portador, ya sea un titubeo o un temblor, puede dejar en claro si lo que dices va acorde a como suenas.

Muchas veces nuestras acciones hablan mucho sobre nosotros, como cuando regalamos un dulce a alguien que queremos.

Y en el caso del comunista y el nacionalista, las acciones significaban mucho.

Ya fuera un abrazo con cierta presión, un beso en la frente o mejilla, un agarre de manos, un dibujo regalado, un lienzo obsequiado... todo para ellos contaba; y es por esto por lo que, a pesar de tener a un país vigente y dos ex países sumamente enfadados, el dúo no dejaba de mostrarse afecto.

– Me enferma verlos así – dijo con disgusto Rumania, mirando a Reich leer un periódico mientras estaba sentado en el regazo de URSS, quien lo tenía abrazado con su brazo izquierdo, para poder escribir algo con su mano derecha.

– Entonces no nos mires, es muy sencillo – respondió Third con simpleza, haciendo que sus amigos rodaran los ojos.

– Reichi, cielo, eso es imposible dado que vinimos a verte, tiene ya bastante que no te vemos – le dijo suave el italiano, recibiendo una mirada molesta de parte del eslavo, aunque no se dejó amedrentar.

– Entonces no critiquen.

El comedor volvió a quedar en silencio; los dos ex países adoraban a su amigo, lo apoyaban en todo incondicionalmente, pero ver que había regresado con el comunista era, por decirlo de cierta manera, shockeante y molesto; habían estado cocinándole un odio al comunista por bastantes años por herir a su amigo y meter a Italia en el medio de la guerra amenazando su vida, y verlos ahora todos melosos les generaban sentimientos conflictivos.

Pero no querían decir nada, porque Reich era feliz a final de cuentas y eso les importaba.

– ¿Y al menos vamos a hacer algo?, no vinimos solo para verte ser meloso con el comunista – comentó Imperio Japones cruzándose de brazos.

Reich dejó el periódico de lado y miró a sus tres amigos, era cierto, habían ido a verle y él quería pasar tiempo con ellos.

– Bueno... no tengo algo con que jugar...

- Bueno, yo sí, traigo un monopoly en mi maleta – confesó Rumania sin pena alguna, ganándose una mirada furiosa de parte de URSS.

– ¿Por qué traes esas mierdas capitalistas a mi territorio?

– Porque no te tengo respeto alguno, solo hago lo que dices para beneficio de mis hermanos... iré por la caja.

– Yo voy a hacer botana, no tardo – dijo alegre el italiano mientras se levantaba y caminaba con ritmo bailarín a la cocina.

URSS suspiró y dejó de lado sus anotaciones, recargándose en la silla del comedor.

– Te ves cansado, ¿problemas con el gobierno? – preguntó Imperio mirando al eslavo.

– No, solo mucho trabajo... no es fácil hacerme cargo de los territorios de mis hijos y vigilar a los países satélite al mismo tiempo.

– Bueno, seria menos trabajo si no nos vigilaras y ya, lo peor que puede pasar es que saquemos a tus soldados de nuestros territorios y nos regresemos a ser independientes – dijo Rumania regresando al comedor con la caja del juego de mesa en manos.

– No, esos capitalistas no van a ganarme – gruñó el comunista al tiempo que se enderezaba.

– Pero mientras dejas que dañen a mi hijo y dañas a mi mejor amiga, muy inteligente – se quejó Reich levantándose del regazo de URSS para poder ir a ayudar a Italia Fascista a la cocina, molestándolo de manera silenciosa.

Liebe Wieden || CountryHumans NazunitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora