Capítulo once

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Reich se encontraba acostado en la cama, tratando de encontrar alguna manera de respirar lo suficiente para llenar sus pulmones, tenía bastante fiebre, le dolía la cabeza a horrores y su nariz estaba completamente congestionada.

URSS iba cada cierto tiempo a la habitación para revisar como estaba, encontrándolo igual a pesar de estarle dando medicina.

Se sentía del asco, a pesar de moverse en la cama, sentarse un poco e incluso tomar un poco de té, no se sentía mejor; le recordaba a aquella vez que él y URSS habían estado jugando en la nieve luego de ir a ver una base cercana, aquella vez había acabado muy enfermo, el soviético lo había cuidado por días... había sido una suerte que en aquel entonces aun no tuvieran hijos.

Aun podía recordar como en el camino de regreso a la casa del eslavo, se inclinó y tomó un puñado de nieve para estampárselo en la cara y posteriormente correr lo más rápido que podía y que sus ropas invernales le permitían, aunque la gran puntería del mayor le dio en la nuca, y de allí inició el juego.

Recordó también cuando al día siguiente a duras penas podía respirar, URSS le había preparado infusiones y le hizo respirar de una olla humeante que tenía hojas en esta...

"¡Eso es!, ahora... a decirle a URSS"

Con trabajos se sentó en la cama y después se levantó, apoyándose en la cama y las paredes para salir de la habitación y de allí llegar hasta las escaleras, las cuales bajó de manera lenta y con cuidado, estaba sumamente mareado y débil; al llegar a la planta baja, se sentó en las escaleras, se sentía sumamente agotado, pero se alegró al escuchar pasos acercarse.

– ¡Reich!, ¡¿qué haces aquí?! – preguntó alarmado el comunista al ver al alemán sentado en el último escalón y recargado en la pared.

– Recordé... que una vez... me hiciste respirar... de una infusión de... hiervas... para poder respirar... tal vez... eso sirva – respondió con dificultad el menor, su respiración incluso se oía trabajosa.

– ¿Qué?... ¡La infusión de eucalipto!, la había olvidado... eso y un poco de vicks* puede ayudar... pero mientras te llevaré de regreso a la cama e iré a casa a buscar las cosas.

URSS tomó en brazos a Reich, quien recostó la cabeza contra el pecho del mayor, se sentía agotado y los ojos le pesaban por el esfuerzo y el malestar.

– Iré rápido, si mal no recuerdo todo está en la cocina, con suerte ninguno de mis hijos me verá entrar, trataré de no tardar – decía el soviético mientras dejaba al alemán en la cama y lo cubría –. No te vayas a levantar a menos que sea necesario.

Reich solo asintió ligeramente, escuchando al soviético salir del cuarto y después de la cabaña.

– Se nota que le importas... – dijo la voz del Imperio Alemán, quien se sentó junto a la cabeza de su hijo.

– Si me muero... tendrá que rendirle cuentas a Rumania... solo es eso.

– Aun lo amas, se nota que el igual te ama, no entiendo porque simplemente no aceptas las cosas y ya.

– Porque... aún tengo... dignidad...

El alemán guardó silencio, prefería seguir recibiendo mimos por parte de aquella visión de su rota mente; estaba ya tan acostumbrado a ver a su padre, que le había tomado cariño a la alucinación

Mientras tanto, URSS caminaba de manera rápida hacia su casa, no quería dejar tanto tiempo solo a Reich en el estado en el que estaba.

Llegó a su jardín trasero y respiró profundo, se acercó a la puerta con cuidado y se asomó por la pequeña ventana que esta tenia, viendo que no había nadie en la cocina; suspiró y entró en silencio.

Liebe Wieden || CountryHumans NazunitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora