Capítulo nueve

654 50 8
                                    

– ¡Maldita sea! – Exclamó la unión moviendo su mano rápidamente, se había machucado un dedo colocando una charola en el calentador de agua de la cabaña.

Se escucharon unas risas contenidas, al girar lo hizo con expresión molesta, viendo a Rumania asomándose por detrás de un muro de forma un tanto oscurecida por estar empleando en parte su camuflaje de sombra; tenía ganas de decirle que ella terminara de montar y reparar el calentador ya que ella era quien había exigido esa cosa, pero sabía que la mujer no sabía cómo hacerlo, ella se lo había dicho, y lo comprobó cuando la dejó ver el instructivo.

Suspirando volvió a trabajar después de chupar su dedo un poco, aunque Rumania había sido quien exigió el calentador, sabía que era para que Reich tuviera agua caliente.

Tenía un mes intentando obtener una negativa de parte del alemán, pero este no se la daba, siempre que tocaba el tema terminaba con un "ya no quiero hablar sobre eso"; notaba el dolor en su voz... y aquello lo heria también a él.

"No es como si no fuera mi culpa", pensaba siempre.

Suspirando terminó de colocar la charola, cerró la compuerta del calentador y abrió el piloto, analizando que no saliera gas de donde no debía; una vez estuvo seguro abrió de nuevo la compuerta y encendió el piloto con un encendedor que sacó de su abrigo para posteriormente encender la llama en su totalidad.

– Ya terminé – dijo en voz alta el soviético recogiendo todas las herramientas que ocupó y saliendo del pequeño cuarto de servicio con el que contaba la cabaña.

– Ya era hora, estaba comenzando a preocuparme por el agua – dijo Rumania saliendo de la cocina con una bandeja en manos y caminando hacia las escaleras.

Ambos entraron al cuarto donde estaba el alemán postrado en cama mientras parecía muy concentrado leyendo un periódico que URSS había llevado ese día.

– Hora de comer, cielo – dijo Rumania con cariño, colocando la bandeja en las piernas del alemán.

Reich dejó el periódico de lado suspirando profundamente, mirando la foto de su hijo que estaba impresa en el papel, era una foto en blanco y negro junto al nuevo presidente electo de la Alemania occidental, ante sus ojos se veía tan grande, pero también cansado, incluso se podría decir que delgado.

– Gracias... – dijo Reich con voz cansada.

– ¿Ocurre algo? – preguntó URSS al ver la conducta del menor.

– No... solo estoy preocupado por Ale.

– Tranquilo, yo lo cuido dentro de lo que cabe – dijo la mujer sentándose junto a su amigo, dándole un beso en la sien.

– Con solo verte no me da mucha confianza – respondió Reich mirando irónicamente a la mujer.

URSS de cierta manera sentía que sobraba en la escena, pero no tenía nada mejor que hacer, sus hijos creían que estaba en la base.

– ¡Oye!, cuidar de Alemania, de Imperio Japones e Italia Fascista, así como gobernar un país no es sencillo, tengo suerte si tengo tiempo para dormir e ir al baño – dijo la mujer ofendida.

– Te lo dije antes, si no puedes cuidar de ti misma, ¿cómo esperas cuidar a otros?, además, los chicos ya son lo suficientemente grandes para cuidarse ellos solos, digo, Imperio es un hombre táctico incluso – dijo el alemán tomando un trozo de queso que había en su plato.

Fue la mención de que el japones era un hombre táctico lo que volvió el momento algo incomodo, URSS por su lado recordaba las quemaduras de este, y Rumania en lo mal que la pasaba su amigo debido a sus heridas, no solo físicas, sino emocionales, igual que Italia.

Liebe Wieden || CountryHumans NazunitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora