CAPÍTULO 11: Una sola versión.

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Durante la comida, Derek no dice una sola palabra. Está totalmente absorto en sus pensamientos. Los moretones de su cara han desaparecido prácticamente. Cuando no habla con nadie, tiene una expresión seria y la mirada fijada en algún punto, como si estuviese embobado, pero no lo está; siempre está pensando. Aunque odio admitirlo, me da mucha curiosidad todo el misterio que lo rodea. Diría que Erik es la persona más cercana a él; cuando están juntos parece plenamente feliz, siempre se ríe. Pero cuando está rodeado de muchas personas, no suele reírse; al contrario, su actitud es distante. Sé que hay algo más debajo de esa actitud, algo que solo permite ver a Erik. Tristeza, odio, anhelo y tal vez algo de bondad. Un carrusel de emociones ocultas tras el verde de sus ojos.

Tropiezo un par de veces con su mirada, es inquietante, diría que incluso me mira con rencor. Puede que le haya molestado lo de lanzarle un puñal.

Derek termina de comer el primero; se para junto a mi silla.

—No te olvides del entrenamiento de esta tarde —antes de que pueda quejarme, continúa hablando —. Me da igual que quieras ir a ver a Alan, hay que entrenar.

No digo nada, y Derek se marcha.

Diez minutos después, las alubias están mareadas de todas las vueltas que les he dado con la cuchara. No entiendo la manía de poner caldos con este calor. Sea como sea, he perdido el hambre; no tengo especial ilusión en entrenar por la tarde; aunque estoy deseando aprender a luchar, creo que Derek podría usar el entrenamiento como excusa para devolverme las pequeñas humillaciones de las que he estado mofándome últimamente.

Me despido de todos y voy a mi habitación; Sam viene a mi lado.

—¿Dices que está cabreado?

—Sam, para de robarme la ropa —lleva mi top rojo de tirantes y mis shorts negros deshilachados —. Y sí, está bastante cabreado. Le corté el hombro delante de todos. Odia que lo dejen en evidencia.

—Debería de acompañarte al entrenamiento.

—No —descarto esa idea al instante; por algún motivo Sam y Derek no se me hacen compatibles—. Es probable que usemos Nells; además, quiero que te alejes de él lo máximo posible —hago una pausa antes de desembuchar —. Ayer se me escapó tu nombre.

—¡Freya! —Sam parece sorprendida, y decepcionada —¿Sabes lo peligroso que es? Ahora puede llamarme.

—Pero se supone que los Nells con apariencia humana pueden negarse, ¿No? Además, no le he dicho el de verdad; solo Sam.

—Aun así, no hace falta ser un genio para deducir que Sam es el diminutivo de Samantha —se toquetea las manos, nerviosa.

—Ni siquiera sabe cómo eres. No corres ningún peligro. De todos modos, quiero que te mantengas alejada de él —miro hacia ambos lados, no hay ningún alumno cerca — Aunque no pueda verte, puede sentirte. Todos los profesores afirman que es un niño prodigio; ¿Y si encuentra la manera de verte? No sé Sam, no lo creo conveniente.

—Yo tampoco —al fin estamos de acuerdo en algo—, pero tú también deberías alejarte de él.

Tumbadas en la cama, continuamos discutiendo qué debería de hacer.

—Es mi entrenador —excuso, cansada —. No tengo alternativa, son órdenes del profesor Rich. Además, no quiere matarme. Ha tenido muchísimas oportunidades, pero no lo ha hecho.

Tras comprobar que no hay nadie cerca, sacos los dos puñales de mi bolsillo y se los enseño a Sam.

—Puedo defenderme.

Llamo dos veces a la puerta de la habitación de Derek. Sigo llevando el uniforme deportivo que consiste en unas calzonas azules y una camiseta blanca simple, con una B azul bordada en el lado izquierdo y la palabra "Belladona" Alrededor de esta. He recogido mi pelo en una coleta alta. La puerta se abre y Derek sale; ni siquiera me mira, solo empieza a andar sin preocuparse por si le sigo el ritmo o no.

FRENESÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora