CAPÍTULO 17: Confía en mí.

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El vuelo se me hizo bastante corto ya que me quedé dormida la mayoría del tiempo. A Derek y a mí nos han dado muletas. Por suerte no he tenido que volver a ver a Joana; al perderme el último día, me he perdido también la despedida.

No he llamado a Sam; no me apetece discutir con ella ahora mismo, estoy demasiado cansada; los viajes siempre me dejan agotada... Por la noche hablaré con ella.

Hace un rato vi a Luisa y a Sai y efectivamente, están mucho peor que nosotros, ellos van en silla de ruedas, Sai lleva un collarín en el cuello. Ni Derek ni yo ignoramos la mirada de odio que nos dirigen al pasar; realmente están cabreados. Derek se rió mucho e imitó la mirada de Luisa antes incluso de que esta desapareciera.

Aterrizamos hace un rato, ahora estamos en el autobús de camino a la academia. Me he sentado con Derek, pero se ha quedado dormido y está llenándome el hombro de babas. Así, con el rostro relajado y la anaranjada luz del atardecer iluminando su rostro soy incapaz de dejar de observarlo; sus oscuras pestañas, sus rizos, sus labios carnosos y su mandíbula marcada... De repente lo veo tan vulnerable... Su piel debe de ser muy suave; nunca le he tocado la cara, pero me jugaría lo que sea a que el tacto es más que agradable.

Niego con la cabeza y aparto la mirada, avergonzada de mí misma. Me dedico entonces a observar las vistas lo que queda de trayecto; es un paisaje hermoso; lo es aún más mientras que anochece. Si tan sólo tuviese mis auriculares... Encima se me ha olvidado comprar unos en San Francisco.

Cuando llegamos a nuestro destino, le doy un golpecito a Derek en la frente, este se despierta rápidamente un poco atontado.

—¿Ya hemos llegado? —pregunta, bostezando.

—Sí, nos bajamos ya —respondo, con una sonrisilla en la cara.

Es por la noche, llegamos justo a tiempo para la hora de la cena. ¡Quiero ver a Mía! Seguro que me ha echado mucho de menos... Debería de haberla metido en la maleta.

Viendo el internado desde fuera, parece un lugar completamente distinto. Al ser de noche, hay muchas luces encendidas, lo que provoca que el "palacio" sea más bonito aún; más misterioso, mejor dicho. En la entrada, hay varios encargados que nos esperan con una sonrisa, estos se llevan nuestras maletas para transportarlas hasta nuestras habitaciones para que no nos perdamos la cena.

En el comedor, nos sentamos en la mesa de siempre, parece que Luisa y Sai no tienen reparos en compartir la mesa con nosotros. Una vez nos sentamos, las miradas fulminantes no cesan, pero nadie dice nada. Derek, sentado a mi lado, me mira con complicidad. Hay ensalada de pasta. La mesa entera está un poco tensa; toda menos Lorenth; que parece no haberse enterado de nada; está contando chistes como quien no quiere la cosa. Veo a Lainde, la que iba a ser mi compañera de habitación en la mesa de enfrente. Me saluda con la mano. Me sabe un poco mal haberla dejado sola las tres noches, me apetecía dormir con ella y conocerla o algo...

—¡Erik, Derek, Freya! —Alan se acerca corriendo hacia nuestra mesa. Abraza primero a su hermano mayor, que le recibe con una sonrisa, luego a Derek que le remueve el pelo con dulzura y finalmente a mí, le achucho con fuerza. También saluda a Juliet con la mano, esta le devuelve el saludo sonriendo.

—¿Qué os ha pasado? —pregunta, preocupado al vernos con muletas y con la cara llena de moratones.

—Nada importante —responde Derek —. Unos tipos molestos querían meterse con nosotros.

A Alan le brillan mucho los ojos. Mira a Derek expectante para que continúe la historia.

—Al final fue aburrido, eran unos debiluchos.

FRENESÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora