CAPÍTULO 24: Real Love.

4 0 0
                                    


—¿Estás bien? —su rostro pálido me preocupa.

—No puedo dormir.

—Yo tampoco.

Guardamos unos instantes de silencio. Derek está apoyado en el marco de la puerta; tiene la cara mojada. Lleva una camiseta negra de manga corta ajustada y unos pantalones verdes claro ilustrados con avioncitos que parecen muy calentitos.

—¿Por qué no puedes dormir? —pregunta, serio.

—No se. Simplemente no puedo. Llevo dos horas dando vueltas en la cama —Derek asiente, comprensivo —¿Y tú? Pareces preocupado.

—Yo... Me agobio cuando pienso en todo lo que está ocurriendo y todo lo que debemos de hacer. Saber que mañana voy a estar cansado por no dormir por la noche me estresa un poco. Es una cadena; cuanto más lo pienso más me cuesta dormir.

Hay otro pequeño silencio.

—¿Ibas a entrar al baño? —pregunta, mientras se aparta de la puerta.

—Iba a lavarme la cara, o a intentar hacer cualquier cosa que me relajara.

Derek sonríe levemente. Se le ve desanimado.

—Tal vez tomar el aire nos venga bien.

Miro al suelo y a mis calcetines super gordos; a pesar de ellos tengo los pies helados.

—Hace frío fuera, ¿no?

Derek se rasca la barbilla, pensativo.

—No hace falta que salgamos, con estar en el balcón un rato será suficiente. Tal vez... —Derek mira hacia la pared tras mi espalda y se mete las manos en los bolsillos —Tal vez te relaje contarme tus preocupaciones.

Otra sensación de calor me invade. Recuerdo sus labios sobre mi frente y la dulzura con la que me trató.

—Tal vez funcione —contesto al fin.

Derek sonríe, ahora más animado; coge mi mano y me dirige hacia un cuartucho que no había visto antes. La habitación es como la de un adolescente promedio; llena de pósters, una play station y algunas otras cosillas que me gustaría cotillear.

—¿Quién duerme aquí?

Derek se sienta sobre su cama.

—Generalmente yo. Es mi habitación.

No termina de sorprenderme, está todo muy organizado y, a pesar de que hemos llegado hace unas horas no veo una sola mota de polvo.

—Así que tienes habitación propia... No sabía que erais tan cercanos a Creils.

Derek se levanta, y sube la gran persiana que está tras su cama.

—Esta es la que yo considero mi casa. Y este, mi cuarto. Erik y yo hemos pasado mucho tiempo en esta casa.

Con un golpe seco, logra abrir la ventana. Inmediatamente después, una ráfaga de viento enfría la habitación.

—Coge alguna chaqueta del armario.

Obediente, abro el armario de madera y, tras dudar del color, elijo una verde oscura con cremallera; parece calentita y ese color le sienta de escándalo a Derek.

—¿Esta está bien? —pregunto, enseñándosela.

—Claro. Te podría quedar bien.

El calor vuelve a invadir mi rostro. Me pongo la chaqueta con vergüenza. Pensaba que era para él. Derek continúa hablando, inconsciente de el barullo de emociones que acaba de provocar en mí.

FRENESÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora