karma is my boyfriend

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10 horas; 20 minutos; 09 segundos.





Siete y veinte la mañana y ella salía de aquel Benz negro cubriendo su rubio cabello con un ridículamente costoso paraguas, claro que ese día era lluvioso, pero no un Viernes de tormenta con truenos escandalosos y vientos arrasadores, era más bien una lluvia tímida que solo acariciaba su piel con sus delicadas gotas tan frías como el hielo mismo. Dios parecía ser otro de los muchos aliados de la Chica Indiscreta pues se había asegurado de que ningún estudiante de Lincoln olvidé que ese viernes pasaría algo grande y por sobre todo deprimente, por ello pintó el cielo de girs y las nubes de un tono opaco con tal de que cumplieran la tarea de cubrir por completo al sol, disipando así cualquier tipo de esperanza. 

Millie no lo admitiría, no ese día al menos, pero se sentía tan abrumada y adolorida como el cielo mismo. Gris y aburrida de vivir en una ciudad que solia parecerle de lo más divertida y encantadora, por alguna razón Nueva York hace semanas dejaba un sabor agrio en su lengua, una sensación abruta y ajena en sus ojos, como si se tratará de aquellas piezas de arte moderno sin sentido y sin nada de arte en ellas, un cuadro en blanco cuyo valor no era aproximado a su belleza, no era más que una gran estafa. Sin embargo no demostraba siquiera una pista de sus emociones, de eso mismo se ha encargado esa mañana despertando con tres horas de anticipación con tal de estar lista para el gran día. Unas gafas oscuras de vogue, un saco para cubrirse de la lluvia tono beige cuiadaba que su uniforme no se mojara mientras unas botas altas hasta la rodilla la mantenían en su natural aspecto seductor y a la moda.

En la noche se estrenaria la obra escolar en la que claramente lucirá su papel protagonico frente a los representantes de Yale, pero antes debía encargarse de sus propios asuntos. Por eso mismo había hecho una parada practica antes de ingresar a Lincoln en una conocida vivienda a unas calles del Central Park.

Minutos antes de que la peligrosa rubia subiera por el elevador el pillo número  uno de la isla salía de la ducha con cotidianidad, los padres de Mcnulty no estaban en casa debido a un viaje de negocios por lo que se sentía en total comodidad para pasearse de aquí para allá como si fuera propia. Ciertamente le gustaba el aura de aquel hogar tan familiar, podía ver los logros de la jovencita colgados en cada pared y fotos de la unida familia en cada rincón, además y por alguna razón que parecía mágica siempre había aroma de galletas recién horneadas. Era lo más parecido a un hogar funcional que conocía ya que solo tenía oportunidad de capturar esos datos cuando era un visitante, si bien ha pasado horas y horas en la hermosa residencia Wolfhard sabía a lujo de detalle que parecía más un museo que un hogar familiar en el cual Finn era el guía de turistas, su padre -el Capitán- no era más que un adorno y su madre la Gobernadora era sin dudas la atracción principal. No habia rastros de accesorios cotidianos de una familia en su interior, ni fotos ni álbumes ni logros colgados en la pared -eso que el pelinegro podría completar el lugar entero-, no había recuerdos de la boda ni de Finn de pequeño, tan solo fino y caro marmol blanco, lámparas pálidas, espejos altos y adornos de cristal. Un elegante pero frío museo. Por otro lado el perfectamente ubicado departamento de dos pisos de los Brown lucía como debía hacerlo, bien decorado por cuadros artísticos y un juego de sofás violetas que combinaban con la escalera de caracol en tono lilia justo a un lado del elevador. Había fotos de todos los herederos en la mesada junto a la entrada, todo aquel que pisará la casa sería bienvenido por Pagie, Charlie, Millie y Ava en diferentes edades. También existían cuadros pintados a pincel de la familia entera incluidos Bruce y Georgina luciendo como la perfecta familia británica que eran, y sin embargo aquel departamento yacía vacío casi los doce meses del año. Los cuartos solo tenían movimiento cuando las mucamas los limpaban cada semana,  la gran mesa del comedor nunca estaba llena, tan solo Millie y de vez en cuando su madre se sentaban en ella alguna que otra vez, por lo general los domingos si es que la señora no debía irse a alguna escapada a Paris.

Gossip girl |fillieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora