Gossip girl |fillie

be together

Un refinado departamento con exquisita decoración, dos pisos de pura elegancia y una escalera de caracol de marmol morado. Una verdadera joya de New York, toda reina tiene su palacio y nuestra queridísima Reina de Corazones tiene el suyo en la mejor ubicación posible, a unas calles del Central Park y a dos de Cartier. Esperemos que para el final de la noche este codiciado departamento no quede hecho un basurero o la señora Brown volverá de su viaje de negocios con un hacha en sus manos dispuesta a cortarle la cabeza a su pequeña y a su novio mala influencia.

¡Stopped! La escuadra del ex Playboy saliendo del bar rumbo a la fiesta, aunque no lo crean hay dos señoritas de otro pozo en el interior de esa limo. Sadie por estar pegadita a su ex, y Amy.. por pedido de Millie. Vaya buena amiga, no queria que su bff llegará sola a su fiesta e hizo que su novio pasará por ella. ¿Leen mi sarcasmo? Espero que sí.

Gracias a un inesperado bache la limosina y todo dentro de ella da un salto causando que gotas impertinentes de champagne y vino blanco cayeran con gracia sobre los regazos de los portadores de las copas. Sino estuvieran en el estado en el que se encontraban claramente habría más de una queja por tal alborotado viaje, pero gracias a Dios -y para suerte del chofer- el bar que acaban de dejar a unas cuantas calles había alterado el humor de los menores de edad que para nada tenían permitido consumir alcohol a uno docil y risueño. Lo suficiente como para que Sadie y Sophia intercambien bromas, o que la primera pueda convivir amena junto a su ex pareja o el novio actual de su amiga cuyo nombre le genera nauseas. Sadie Sink, la posible sospechosa si cualquiera de los presentes moría en circustancias inexplicables algun día parecía ser la mejor amiga de todos esa noche. Aunque siendo honesta ni todo el alcohol del mundo podría quitarle el veneno en la pupila de Sink al observar a la muchachita rubia sentada en una esquina del asiento, una copa de vino fresco sin probar y un gesto entre aburrido y consternado en sus labios. Amy no habia mencionado palabra desde que la han recogido de su casa, al principio supuso que se trataba del rechazo generado por la notable embriaguez de todos teniendo en cuenta que Mcnulty rara vez bebía, pero no era el caso. Estaba incomoda, lo suficiente como para no incluirse en ninguna conversación aún cuando Finn le ha regalado cometarios amables con tal de aligerar su clara tensión. Y era más que obvio el hecho de que su contestación tenía que ver -por no decir todo que ver- con el azabache escandaloso que terminaba nuevamente su copa de champagne para luego servirse otra en medio de su acalorada discusión con Caleb sobre el más reciente partido de los Lakers.  

Debería ser estúpida para dejar pasar una situación como esa, la Chica Indiscreta lo había dicho, debería presionar un punto de quiebre para que exploten de una vez por todas.

— ¡Amy! —chilla risueña aprovechando su ánimo del momento pues todos creerían que realmente intentaba incluir a la oveja negra de su rebaño por mera misericordia. Claro, todos menos su ex novio quien observaba su interacción con clara noción de sus intenciones. La voz de Sadie se agudizaba a un punto chillón cada vez que se proponía viborear, es decir, escupirle veneno de manera socialmente correcta y por sobretodo discreta a una persona en particular. Así se le llamaba en el lenguaje de las chicas, en el mundo real se le dice atacar pasivo-agresivamente y era una acción común en el escuadrón de elite. Sobre todo en Sink y Brown quienes utilizaban esta herramienta cada que se les hechaba en gana, por eso mismo el dueño de la limo alzó una ceja deduciendo la estrategia de Sadie al instante en el que su conducta le recordo a cierta britanica.— ¿Qué haces tan callada, linda? ¡Ven a jugar! —invita acercando su mano hasta atraer amablemente a la rubia.