Buenos días Upper East Siders, para mi es un honor ser la mensajera de esta noticia que está a punto de cambiarlo todo...pero antes les propongo un juego.
Adivinen quien gana el premio al traidor del año.
¿Millie o Finn?
-inspirada en gossip girl...
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¿Que mejor manera de iniciar el día que un reconfortante batido verde, o una caminata por Central Park, o una relajante clase de yoga? Todo lo necesario para tener las fuerzas -tanto física como espiritual- requerida para asistir al famoso brunch de Ian Zuman.
Todos sabemos que Lucas no es el anticristo por nada, es nada más ni nada menos que hijo del mismo diablo y cuando el diablo llama es mejor responder. Por eso mismo todas las familias realmente importantes de la isla no solo estan invitadas a comer y a reir forzosamente por bromas sin gracia, estan obligadas.
Y mis queridos pollitos vienen de diferentes nidos a reunirse ¿o no tan diferentes? Creo que algunos compartirán limo hacia el Palace, los más desvergonzados.
El cuarto de Amy era de color rosado, pero no un rosado chillón que lastima los ojos de solo verlo, no era neón, no era exagerado, era un rosa casi lavado. Millie diría que era rosita crema o rosa pastel, pero ante sus ojos había sido pasado por blanco hasta haber perdido casi todo su color. No le desagradaba, era calmo e iluminaba bien el resto de la habitación. Combianaba con las sabanas blancas y las cortinas de tul salmón que rodeaban la gran cama, esa de extrema suavidad y tan cómoda como un nube misma, sobre todo con el jarrón de rosas que decoraba la pequeña mesa redonda a unos metros de estantes repletos de novelas románticas y fotos de su infancia. Algunas no se atrevía verlas, no era tan descarado como todos pensaban. En cambio se concentraba en la dulce sensación de sus dedos dejando caricias en su cabeza, haciendo circulos y enredando los mismos con mechones de su azabache cabello. Tan relajante y cálido, tan acogedor que obligaba a sus párpados a cerrarse sin permiso alguno, como si sus demonios hubiesen sido domados por completo por aquella dama de tan escaso carácter a la que a penas si se han atrevido a combatir. Se rendían mucho antes de dar una pelea digna, y mentiría si dijera que eso no le aterraba, por eso intentaba no pensar mucho en ello.
No podía expresar en palabras lo que sentía cuando estaba junto a Amy o cuando la veía pasar, cuando escuchaba su risa u olía rastros de su femenino perfume en el aire. Sabía que le gustaba su cabello, sus ojos -por sobre todo su manera de mirarlo- sus caricias y sus labios. Adoraba cuando acariciaba su mejilla y que sea tan comprensiva cada vez que metía la pata, que no lo juzgará,o no en voz alta al menos, y que sea la única persona que debatiera la existencia de bondad en su sangre sin importar todas las acciones o dichos que ha hecho o dicho en los ultimos años o a cuanta gente lastimó por el mero gusto de poder hacerlo. Amy creía en la redención y en el perdón, era su credo y lo ponía a prueba cada vez que podía ya sea con sus amistades como con sus intereses. Era sabia pero no usaba su inteligencia a su beneficio, no tenía cartas bajo la manga ni pensaba contraataques como el resto de las chicas de la escuela. No le interesaban los chismes ni los comentarios sisañosos, no leía a la Chica Indiscreta a menos que fuera necesario pues creía que darle atención a una persona tan cruel era darle entidad en su vida. Era diferente, pulcra y pura, tanto como el agua bendita de algún manantial perdido que sería capaz de bendecir hasta al pecador más condenado del infierno. Todos la querían, nadie tenía nada en contra de ella, en la alta sociedad era la niña más buena de todas y a la que todas las cuarentonas quejumbrosas quisieran de hija o nuera. Era lo opuesto a él. Completamente lo opuesto y aún así la amaba.
