Capítulo 22.

9.8K 600 23
                                    

Me obligo a fingir que nada ha pasado en la oficina del profesor Abernathy, pero estoy tan feliz que no puedo borrar la inmensa sonrisa que ha aparecido entre mis labios. En algún momento, descubro al profesor Abernathy mirándome de reojo mientras intenta ocultar una inevitable sonrisa, y entonces me resulta imposible controlar toda la felicidad que burbujea dentro de mí.

A la hora de la salida, apenas soy consciente de que Aaron está junto a mí y camino con toda la energía que jamás he tenido. Él trata de seguirme el ritmo, pero consigo advertir que no parece realmente conforme con mi repentina felicidad.

Mientras caminamos por un pasillo, Aaron se detiene de golpe y me sujeta del brazo para dejarme paralizada a su lado. Con sus dedos aferrándose a mi piel, mi cuerpo se queda tan quieto como una estatua, y mi mente se prepara para un castigo que jamás llegará.

- ¿Me contarás qué rayos ha ocurrido en la oficina del maldito Abernathy, Ellie? -Escupe, y sus dedos me aprietan con más fuerza hasta eliminar la sonrisa que se negaba a abandonar mis labios.

- ¿Qué? -Las mejillas me arden con intensidad, pero no soy capaz de aceptar que Aaron se entere de lo que he empezado a sentir por Tad. No puedo permitírselo ahora, y quizá tampoco lo haga jamás.

Todavía tengo la sensación de los labios de Tad sobre los míos, reviviendo las fantásticas emociones que despertó por todo mi cuerpo mientras me mantenía entre la protección de sus brazos.

Pero entonces descubro la incómoda mirada de Aaron justo frente a mí; con sus ojos oscuros y su rostro indescifrable. Y entonces advierto que las cosas no van verdaderamente bien.

- No te creas que me he tragado la mentira de que sólo has ido para ayudarle, Ellie -me gruñe, sujetándome con tal fuerza que pronto empieza a lastimarme-. ¿Qué te ha hecho el imbécil de Abernathy? ¿Qué mierda fue lo que te hizo?

- Suéltame, Aaron. ¡Me duele! -Casi tengo que gritarle, pero él parece no oírme y continúa lastimándome.

- ¡Dímelo! ¡Dímelo ya, maldita sea!

Estoy a punto de gritarle con las pocas fuerzas que me quedan ya, pero cuando abro mis labios, advierto que no es mi voz la que se deja oír a nuestro alrededor.

- ¡Suéltala de una buena vez, Aaron! -Vuelvo mi mirada a toda prisa tras escuchar su voz por el pasillo, encontrándome con un profesor Abernathy furioso que nos observa con los ojos oscuros ante la ira-. ¿Es que no me has oído bien? ¡Te he dicho que la sueltes!

Aaron ni siquiera lo obedece a pesar de todo el horror que genera su oscura mirada, simplemente me observa con una espeluznante frialdad antes de acercarse para dejar su rostro a escasos centímetros del mío.

- Bien. Si así quieres las cosas, espero que la pases bien con este imbécil -su mirada jamás se aparta de la mía, así como el odio que jamás abandona sus ojos-. Sólo quiero que nunca te olvides de todo el daño que este idiota te ha generado desde que llegó a tu vida.

Me suelta de golpe, y antes de que tenga tiempo para reaccionar, descubro que ha desaparecido de mi lado por completo.

El profesor Abernathy se acerca y me toma del brazo, pero yo me quedo inmóvil y con la mirada perdida en algún punto del oscuro pasillo que nos rodea. Tengo que reaccionar de algún modo, sin embargo, estoy tan sumergida en mis pensamientos que no consigo despertar a pesar de mis innumerables intentos.

Cuando el profesor Abernathy trata de apartar el abrigo de mi brazo para observar la herida que Aaron me ha hecho en la piel, me siento obligada a alejarme de su lado a toda prisa, como si de pronto temiera que se pusiera furioso conmigo y estuviera dispuesto a hacerme cualquier clase de daño.

Entonces, descubro que he vuelto a verlo como solía hacerlo hace un tiempo; como a ese profesor insensible y despiadado que jamás pudo hacerme sentir bien.

- ¿Sucede algo, Ellie? -Tad me mira con una perfecta profundidad. Pero yo no caigo en su trampa esta vez.

- No, estoy bien -respondo, fría y cortante.

- ¿Quieres que te lleve a tu casa? Podría...

- No -lo interrumpo, incapaz de oír su cálida voz una vez más-. No quiero, pero muchas gracias por su intención, profesor Abernathy.

Me echo a andar antes de que pueda decir algo. Ni siquiera me permito pensar en lo que he hecho, porque sé que podré arrepentirme si lo hago. Y lo cierto es que no necesito arrepentirme ante una decisión como esta.

Aaron tenía razón. El profesor Abernathy me ha hecho muchísimo daño, y sería absurdo creer que después de todo eso decida convertirse en una buena persona.

No quiero saber nada más de él; no quiero sentir algo por él; y no quiero creer que necesito de él para volver a sentirme bien.

Tad Abernathy es un profesor más, y eso es todo.


La sala está vacía para cuando llego a casa con el alma hecha pedazos. A pesar de que no tengo las energías suficientes, busco a Thomas por todos los rincones del lugar y grito su nombre en cuanto empiezo a desesperarme. Sin embargo, no consigo encontrarlo.

Temblando de horror, me dejo caer sobre mi cama y trato de calmarme sin éxito. Thomas jamás ha estado fuera de casa para cuando llego tras una larga jornada en el colegio. Puede que esté escondido en su habitación, o que haya estado esperándome sentado sobre el sofá; pero siempre ha estado en casa mucho antes que yo.

De pronto, pienso en el asesino de mi madre y pierdo el aliento con sólo imaginarlo. La idea que aquel hombre esté acechando a mi hermano hace que mi corazón palpite a toda prisa, mientras la sangre se congela en mis venas.

No pienso lo que hago; corro escaleras abajo y cuando estoy por abrir la puerta principal para salir en busca de mi hermano, distingo una extraña silueta que camina hacia mí. Me tomo unos segundos para descubrir que es Thomas, quien sujeta un helado entre sus manos y le da pequeñas probaditas al tiempo que me dedica una inocente mirada.

- Thomas... -Hablar me cuesta un inmenso trabajo, pero hago lo que puedo para correr hasta tomarlo entre mis brazos-. ¡Estaba preocupada por ti! ¿Dónde estuviste?

- Alguien vino por mí y me ha llevado a comer helado -responde, con un ánimo increíble-. ¡Fue fantástico! Ha sido muy divertido conmigo y la he pasado muy bien.

- ¿Alguien? -Pregunto, con la voz sonando más extraña de lo que pretendía.

- Aquel amigo tuyo.

- ¿Amigo? -Farfullo, casi haciéndome la pregunta a mí misma.

Al principio pienso en Aaron, pero reconozco que él jamás sería capaz de hacer algo lindo por Thomas aunque se lo rogara. Cuando mi cabeza está a punto de explotar, distingo una extraña figura que se ubica detrás de mi hermano, y en cuanto logro detallar su rostro, todo mi cuerpo se paraliza y vuelvo a perder el aliento.

- Disculpa si te hemos preocupado, Ellie. El viernes, tu hermano me comentó que había pasado mucho tiempo desde la última vez que no se divertía de verdad, así que decidí llevarlo a comer algo para alegrarlo un poco -me aclara con una sonrisa, y yo me contengo para no perder el control.

Thomas nos mira con una sonrisa realmente amplia, casi como si quisiera insinuar algo con eso.

- Tommy, ¿podrías dejarnos solos un momento, por favor? -Le pido, y él asiente antes de correr escaleras arriba a toda velocidad. El profesor Abernathy elimina la sonrisa que mantuvo por mucho tiempo en sus labios; sin embargo, su mirada continúa siendo cálida y profunda como tanto me gusta-. ¿Por qué lo hiciste? -Suelto al instante, pero Tad se queda callado y se niega a darme una respuesta-. ¿Por qué has hecho esto por mi hermano, Tad?

Él sonríe tras escucharme pronunciar su nombre una vez más, y no le toman más de cinco segundos atraparme entre sus brazos y dejar sus labios casi pegados a los míos, generando todas esas sensaciones que me impedí volver a sentir por él.

- ¿De verdad creíste que podrías huir de mí así de fácil? -Me susurra, ampliando su sonrisa-. Pues lo siento, porque no permitiré que te alejes de mí tan pronto, Ellie.

Y entonces, ocurre.
Ha vuelto a debilitarme con su tacto; ha hecho algo realmente admirable por la persona más importante en mi vida; y ha despertado todas esas inexplicables emociones en mí una vez más.

Tad Abernathy ha conseguido hacerme tan feliz como no pude serlo tras la muerte de mi madre.

• • •
¡Ho-ho-hola! Espero que les haya gustado el capítulo. La próxima semana subiré el siguiente, pero no será un capítulo normal, sino uno extra narrado desde la perspectiva de Tad. Les gustará, i know. ¡No se olviden de comentar y votar! Besoss. ❤️

Maltratada por un profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora