Capítulo 25.

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Todo ha vuelto a cambiar desde entonces.

La ausencia de Aaron, la culpabilidad que me domina, y el extraño dolor que me consume han estado arrebatándome tanta felicidad que ahora dudo en volver a sentirla como cuando Tad Abernathy estuvo ahí para mí.

Todo ha cambiado con el profesor Abernathy también. Él ha estado demasiado ocupado para notarlo, pero ya ni siquiera me permito mirarlo a los ojos cuando me lo encuentro caminando por los pasillos. A veces me cuesta demasiado, y tengo que distraerme para apartar la mirada de la suya antes de que me reconozca entre las personas. Sin embargo, sé que las cosas están mucho mejor de esa manera. Yo soy su alumna y él mi profesor; así de simple.

Cuando finalmente creo que me he distanciado lo suficiente de Tad Abernathy, lo encuentro a la salida en los solitarios pasillos y no consigo clavar mi mirada en otra cosa que no sean sus perfectos ojos. Tiene innumerables libros equilibrándose entre sus brazos, y en cuanto sus ojos me distinguen, casi puedo ver cómo lucha por no perder el control y la estabilidad.

- ¿Vas a casa, Ellie? -Pregunta, como si no fuera obvio.

- Sí, de hecho... -Quiero apartarme de su lado lo más pronto posible, pero él deja los libros con brusquedad sobre una mesa y me toma del brazo.

- Bien, entonces yo te llevo.

- Pero... -Protesto a toda prisa. Sin embargo, Tad me aprieta con más fuerza y me obliga a caminar a su paso.

- He dicho que yo te llevo, ¿queda claro?

Lo observo tímidamente, y permito que me lleve sin siquiera pronunciar una sola palabra más.

Me mantengo callada dentro del carro del profesor Abernathy. Dejo que mis manos frías y temblorosas reposen sobre mis piernas y clavo mi mirada en la vista que resalta a través de la ventana. Hemos estacionado frente a un extraño restaurante a unas cuantas calles de mi casa, y no estoy segura si debería indicarle que todavía nos falta algo para llegar a nuestro verdadero destino.

- Llegamos -dice dándole un vistazo al restaurante, y entonces comprendo cuál ha sido su intención desde el principio.

- Creí que ibas a llevarme a casa.

- Lo sé. Pero eso no significa que no pueda llevarte a comer algo, ¿no es así?

Sus palabras suenan tan dulces y cálidas que podría mirarlo a los ojos y dedicarle una de mis más sinceras sonrisas. Sin embargo, he decidido alejarme de Tad por su bien, y no puedo echarme para atrás cuando ya he avanzado demasiado.

Abro la puerta y salgo sin decirle nada. Ni siquiera me molesto en esperarlo para entrar al restaurante. Camino decidida, y me siento en una mesa sin echarle un vistazo a las otras personas que hay a mí alrededor.

Me comporto de la manera más fría posible que pueda apartar a Tad Abernathy de mi lado.

- ¿Ellie? -Murmura el profesor Abernathy mientras se sienta frente a mí, mirándome con la confusión brillando en sus ojos-. ¿Ocurre algo?

Alzo la cabeza de golpe y estoy por decirle que no sucede nada; pero entonces lo veo. Con un traje negro y la mirada fija en mí, en la mesa a espaldas del profesor Abernathy. Tiene una ligera sonrisa en sus labios, lo que me genera una sensación tan desagradable que las palabras se atascan en mi garganta y no parecen querer salir de ahí jamás.

Ahí está él; el asesino de mi madre.

Me quedo paralizada en mi sitio, sintiendo el horror corriendo por todo mi cuerpo como si fuera sangre. El profesor Abernathy me advierte que debe ir por algo a su carro, aunque al principio estoy aturdida y no comprendo. Aun así, cuando lo veo ponerse en pie y dar unos pasos, el miedo se apodera de mí con tal fuerza que lo tomo del brazo y le ruego que se quede a mi lado.

- No te vayas, por favor -le digo por tercera vez, y él me dedica una pequeña sonrisa.

- No voy a tardar, te lo prometo. Espérame aquí.

En realidad, podría desobedecerlo y seguirle los pasos para no volver a este lugar nunca más, pero mi cuerpo no obedece ninguna de mis órdenes y me deja plantada sobre mi silla, permitiendo que el horror se apodere de mí con una increíble facilidad.

- ¿Me extrañaste, preciosa? -Lo escucho decirme al oído. Tiene la voz mucho más gruesa y desagradable que la última vez, lo que me deja muda y con las palabras perdidas en algún lugar-. No sabía que los profesores pudieran invitar a salir a sus alumnas, ¿es que eso no está prohibido en tu colegio?

De pronto, me quedo todavía más helada que antes. ¡Él lo sabe! ¡Él sabe que Tad es mi profesor!

- Eso no es de tu incumbencia -tengo que llenarme de un inmenso valor para poder susurrarle sin perder la voz, aunque él simplemente sonríe y parece divertirse con mis palabras.

- Todo lo que tenga que ver contigo es de mi incumbencia, preciosa -se vuelve hacia la puerta, asegurándose de que Tad esté lo suficiente lejos de nosotros, y luego regresa su mirada a la mía con una espeluznante frialdad-. Quiero que te quede claro que la próxima vez no sólo me encargaré de acabar con el mocoso de tu hermano; el imbécil de tu profesor también le hará compañía, y tú no podrás hacer nada para evitarlo...

Para cuando Tad regresa a la mesa, el asesino de mi madre ya ha conseguido desaparecer con una agilidad asombrosa y me ha dejado con el horror aún controlándome entera. Tengo el cuerpo helado, y los ojos fijos en algún punto inexistente mientras espero a que todo esto sea un mal sueño y pronto pueda despertar.

El profesor Abernathy no dice una sola palabra, en vez de eso, estira los brazos y me atrae hacia él en un cálido abrazo que pronto me genera unas inmensas ganas de llorar.

- No quiero perderte -le confieso, sintiendo las lágrimas acumulándose en mis ojos hasta nublarme la vista-. No quiero que te vayas de mi lado jamás, Tad.

He sido una tonta.

Una tonta por pensar que alejarme de Tad sería lo mejor para él; una tonta por tratar de ignorarlo todo este tiempo; y una tonta por no darme cuenta de cuánto lo necesito junto a mí.

- No me iré de tu lado, Ellie. No lo haré jamás.

Me aferro todavía más a él, y grabo este momento en mi memoria por siempre.

- ¿Me lo prometes? -Él asiente con la cabeza, y me mira a los ojos con una profundidad incomparable.

- Te lo juro.

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¡Holaaa! Espero que les haya gustado el capítulo, nenas. La próxima semana la sigo. ¡No se olviden de comentar y votar! Gracias por leer. xox

Maltratada por un profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora