El lunes decido ir al colegio sin Aaron, lo que me resulta mucho más extraño que ver a mi padre de buen humor en La semana del mes. La ausencia de mi mejor amigo hace que me sienta más insegura que de costumbre, y en algún momento tengo que luchar contra el deseo de regresar por Aaron pidiendo perdón tras mi pésima actitud.
Al final, llego tan temprano que soy la primera persona en entrar al salón de clases, y no es hasta después de un largo tiempo que el resto de mis compañeros empiezan a hacerse notar. Aaron llega cinco minutos antes de que empiece la primera clase, y en cuanto su mirada me encuentra alcanzo a distinguir la furia que oscurece el color verde de sus ojos.
Lo veo sentarse con pesadez sobre su silla sin apartar su mirada de la mía, y ya frente a mí se encarga de intimidarme con sus ojos verde oscuro que buscan la verdad brotando de mis labios.
- Estuve esperando más de treinta minutos a que salieras de tu casa, Ellie -suelta, colocando sus manos sobre mi puesto-. ¿Aún sigues enojada por lo del viernes? ¿Por eso decidiste venir sin mí?
Me gustaría pensar que fue esa la verdadera razón por la que lo dejé abandonado en la mañana, pero cuando bajo la mirada y miro la venda que hay en mi brazo derecho, descubro que me costará bastante tratar de creérmelo.
Mi padre jamás me había hecho una herida tan profunda como la del pasado viernes, cuando sus uñas se enterraron en mi brazo y estuvo obligado a detenerse en cuanto el olor de mi sangre se hizo incluso más fuerte que aquel olor a quemado que aún salía del horno. Fue tan espantoso que, tan pronto como mi padre me soltó, tuve que correr directo al baño para tratar de limpiar la sangre que bajaba rápidamente por mi brazo.
Intenté curarme la herida, pero las cosas no salieron realmente muy bien. Aaron se había encargado de curarme las heridas desde el primer día en que mi padre empezó a maltratarme, y el simple hecho que me fastidiara la sangre no facilitó mi primer día defendiéndome como enfermera sin la ayuda de Aaron.
También me encargué de mantener oculta mi reciente herida, en especial ante los ojos de mi hermano menor. Si Thomas se llegara a enterar que me he dejado golpear para mantenerlo a salvo, se sentiría tan culpable que sería capaz de contarle la verdad a mi padre, y entonces tanto él como yo estaríamos en graves problemas.
Antes de pensar en alguna forma de evitar la intimidante mirada de Aaron, reacciono de la forma más obvia posible y me acomodo para echar mi silla atrás, pero Aaron, que me conoce lo suficientemente bien como para saber en qué pienso con sólo mirarme a los ojos, me sujeta del brazo derecho y me detiene al instante.
Su tacto me genera mucho más daño de lo que podría creer. Duele tanto como volver a sentir las uñas de mi padre desgarrándome la piel, y casi puedo sentir las lágrimas acomodándose tras mis ojos, listas para saltar de ellos. Aaron parece comprender lo que sucede, y me suelta con tanta delicadeza como puede.
- Mi padre ha regresado este viernes-pongo todas mis fuerzas para hablar; pues decirlo resulta suficiente para explicarle la razón por la que lo dejé tirado antes de venir al colegio, y por la que reaccioné de tal forma cuando sujetó mi brazo derecho.
Apenas he recuperado el aliento para añadir algo más; quizá la razón por la que no tuve tiempo para esperarlo, o por la que, en realidad, jamás podré enojarme con él. Pero justo entonces, cuando veo aquella silueta repleta de ánimo moverse frente al salón, me resulta suficiente para quedarme muda y estática como si nuestro encuentro del pasado viernes me hubiese hecho temerle tanto como a la mirada vacía de mi padre.
- Buenos días, chicos -el profesor Abernathy nos muestra su radiante sonrisa de primera hora del día, lo que me genera una extraña sensación que desearía alejar de mi cuerpo para siempre.
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Maltratada por un profesor
Teen FictionY es que jamás habrá algo peor, que ser maltratada por un profesor. _______________________________ Novela. Terminada. No se aceptan adaptaciones. #59 en Novela Juvenil. #1 en Bullying.