Capítulo 31. (Capítulo final)

8.6K 573 42
                                    

Hemos aparecido por todas partes. En el periódico, en la radio, en las noticias... Incluso he conseguido verme aferrada a la mano de Thomas mientras trataba de huir de todos esos periodistas molestos en la televisión.

"Joven asesino capturado después de larga búsqueda" "Padre de familia se entrega por haber maltratado a sus hijos durante siete años" "Jóvenes maltratados se niegan a dar detalles sobre lo ocurrido"

Mi historia, esa que tanto traté de ocultar, ahora es conocida por todos en la ciudad. Uno de los vecinos ha venido una mañana para entregarme unas cuantas frutas y verduras frescas diciéndome que lamentaba lo de mi padre, y yo simplemente he tratado de fingir una sonrisa mientras agradecía su bondad. Ha sido bastante incomodo, no sólo porque ahora sé que muchos conocen mi historia secreta, sino porque reconozco que todos han empezado a sentir lástima por Thomas y por mí.

En el colegio las cosas han sido todavía peores. La directora me ha llamado una vez para pedirme perdón. Me ha dicho que, de haber conocido mi situación, habría tratado de ayudarme en vez de advertirme que no podría graduarme si perdía una materia más.

Mis compañeros, por otra parte, nunca dejan de verme en clases. Sé que tratan de impedir que lo note, pero he estado acostumbrada a ser invisible por tantos años que me resulta inevitable notar cuando tengo tantas miradas clavadas en mí. Los he oído hablar de mí cuando creen que no los escucho; los he visto señalarme cuando creen que no los veo; e incluso los he descubierto mirándome con lastima cuando me ven sola durante el descanso.

No he vuelto a ver a Tad; no lo he visto ni en el colegio, ni fuera de él. Todas sus clases han sido horas libres, y aunque me gustaría saber qué ha sucedido con él, prefiero mantenerme callada y preocuparme por los asuntos que ahora me mantienen con la cabeza dando vueltas.

He sabido que Aaron recibió como condena veinte años en la cárcel, mientras que mi padre podrá salir libre dentro de cinco años. Sólo puedo visitar a mi padre cada tres meses, mientras que a Aaron podría visitarlo cada año, pero lo cierto es que, no tengo la valentía suficiente para verlo una vez más.

Thomas y yo vivimos solos ahora. He empezado a trabajar durante las noches en una tienda de ropa cerca a casa, y ahora estoy ahorrando para empezar la universidad. Quizá algún día consiga abrir mi propio restaurante y haré realidad el sueño de mamá y el mío.

Cuando el reloj marca las siete de la noche, bajo las escaleras con cuidado y me observo frente al espejo junto a la puerta principal. Llevo un vestido negro que cae cuidadosamente sobre mi cuerpo por encima de mi rodilla, y aunque no es tan corto, casi siento que camino con mi cuerpo al descubierto.

Desde que mi padre me golpeó por usar un vestido de mamá, decidí no volver a usar uno jamás. Sin embargo, mi graduación resulta una gran excepción a todo.

Al principio, me había negado por completo en asistir a la graduación. No quería volver a ver a las personas que me detallaban con lástima y mucho menos llegar a un lugar donde todos tendrían familiares y amigos mirándoles recibir su diploma de grado con orgullo, mientras yo ni siquiera podría llevar a mi hermano para que me acompañara en mi terrible soledad.

Pero aquí estoy, sentada en una remota esquina, viendo el gran escenario iluminado entre la oscuridad del auditorio. Hay muchísimas personas sentadas frente a mí; quizá ninguna de ellas consiga verme desde aquí, y aun así, me parece mucho mejor que sea así.

En el escenario, la directora ha empezado a dar su discurso largo y profundo. Me he dedicado a escucharlo completo, aunque noto que muchas personas han bajado sus cabezas para disimular sus inmensas ganas de dormir. Sonrío, imaginando que, de haber estado aquí, mi hermano también se habría quedado dormido a mi lado.

Maltratada por un profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora