Yelena
Tres semanas han pasado desde el anuncio de mi boda con ese maldito asesino. Una semana más y estaré casada con él. Calina se ha encargado de organizarlo todo. Una maldita fiesta para una boda que no quiero con alguien a quien odio. Nic aprieta mi mano. Lo miro a los ojos, son casi tan azules como los míos. Es mi mejor amigo.
-Siempre voy a estar a tu lado, saitsik.
Asiento. Se vendrá conmigo a Italia, mi padre ya ha hablado con Alessio Di Santos y lo ha aceptado. Va a ser bueno tener allí a alguien a quien conozco. Así no estaré tan sola. Me levanto del césped y me sacudo los pantalones. Nic hace lo mismo. Llevamos horas aquí sentados. Le doy una vista de arriba a abajo. Nic es muy altos, es decir, literalmente es un gigante de dos metros. Es ancho y tiene músculos por todos lados, fruto de sus largas horas de entrenamiento. Tiene el pelo rubio y largo recogido en un moño y los lados rapados, es más vikingo que el propio Ragnar Lothbrok. Tiene una barba rubia abundante. Nic me sonríe y toma mi mano. Entramos dentro del pabellón de entrenamiento, venimos aquí cada mañana. Entrenamos la lucha cuerpo a cuerpo durante horas. Katya y Sonja están entrenando en este momento. Me detengo y las observo, en una semana tendré que despedirme de ellas.
-No lo pienses más- dice Nic.
-No voy a soportarlo. Esta es mi vida. No soy como las mujeres italianas, no sirvo para estar en casa criando a los niños y esperando a que mi marido vuelva a casa. Fui criada para luchar.
Nic acaricia mi mejilla con su pulgar.
-Lo solucionaremos, saitsik.
-No, Alessio no permitirá que me una a sus soldados.
-Pídeselo a tu padre, él puede convencerlo.
Hago una mueca con la boca. Quizás mi padre pueda ayudarme con esto. Lo intentaré más tarde. Nic me lleva al campo de tiro. Allí no hay nadie. Nic cierra la puerta con seguro. Luego se gira hacia mí y me aprisiona contra la pared. Roza sus labios con los míos. Sus manos acarician mi cuerpo y se posan en mi culo. Mi centro hace aguas. Nic y yo llevamos follando desde hace años.
-Si ese ublyudok te pone las manos encima voy a matarlo.
Me río. Acaricio su barba con mis dedos.
-Me odia, nunca va a tocarme.
Frota su dureza contra mi cadera.
-¿Ese Don sabe que no eres virgen? A los italianos les encantan las esposas vírgenes.
Asiento.
Mi padre sabe que no soy virgen. Nos descubrió a Nic y a mí besándonos y manoseándonos cuando yo tenía diecisiete años y Nic veinticuatro. Me obligó a confesarle todo. Luego nos dejó seguir con nuestra relación, pero nunca lo contempló como algo más que una relación carnal. En la mafia rusa las mujeres tienen el poder de su cuerpo, a los hombres no les importa si su futura esposa es virgen o no. Sólo importa el poder que tiene su familia. Por eso mi padre no le dio mayor importancia. De hecho, mi madrastra tampoco era virgen cuando se casó con mi padre. Lina, ya había estado con varios hombres antes de mi padre.
-¿Él lo sabe?- pregunta Nic.
Desabrocha mi pantalón. Mete su mano por dentro de mis bragas y comienza a frotarme el clítoris.
-No lo sé- gimo- Y tampoco me importa.
-Quiero que sepa que yo fui el primero y que voy a ser el único que va a tocarte y follarte hasta que te mueras.
Me rio.
-¿Para qué quieres que sepa eso?
Nic sonríe y me penetra con un dedo.
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NO MATARÁS #2 [Disponible en físico]
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