TREINTA Y UNO

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Massimo

Los disparos siguen sonando. Cubro a mi esposa con mi cuerpo. Nos muevo hacia un lado para quedar totalmente cubiertos. Me arde el hombro, pero debo aguantar por ella. Nos escondo detrás del sofá de dos plazas. Abrazo a mi mujer contra mi cuerpo. La ira fluye por cuerpo, ese figlio di puttana iba a violarla delante de mí. Se la llevó a nuestra habitación lejos de mi vista.

-Amore, dime sí te ha tocado cuando no estabas conmigo.

Ella niega con la cabeza. Se gira en mis brazos para mirarme. Sus ojos están llenos de lágrimas. Voy a vengar cada una de ellas.

-¡Hermano que no muera el ruso!- grito.

Mi casa está conectada a la de mis hermanos. Cuando alguien entra sin permiso, una alarma suena en su casa y el móvil de Alessio para alertarlos. Es por lo que están aquí. Han llegado justo a tiempo.

-Que Bogdán no muera- me pide mi esposa.

-¡Ni el búlgaro!- grito.

Miro a mi mujer.

-Será todo tuyo- digo.

Sus brazos me rodean. Nic ha debido desatarla cuando la desnudó. Los disparos cesan.

-¡No os acerquéis aquí!- grito- Desátame, amore mio.

Yelena sale de mis brazos y comienza a quitar las cuerdas que me mantienen preso. Cuando tengo las manos desatadas, empiezo a desabotonar mi camiseta. Saco los brazos de ella y se la entrego a mi esposa, que ya me ha desatado los pies. Nos ponemos en pie después de que ella se haya puesto mi camiseta. Miro el desastre en el que ha quedado el salón de mi casa. Alessio tiene al ruso de rodillas con su arma apuntándole a la cabeza.

-Ese es mío- digo señalándolo.

Tomo a mi esposa en brazos, hay cristales en el suelo. Subo las escaleras con ella.

-¡Que nadie toque al búlgaro!- grita Yelena.

Sonrío. Yelena apoya su cabeza en mi hombro, sus brazos envuelven mi cuello. Entro en nuestra habitación, las mantas de la cama están revueltas. Dejo a mi esposa sobre ella con cuidado. La ropa de bebé está tirada en el suelo. Me agacho y la recojo. La dejo sobre la cómoda estirada para que no se arrugue más.

-Massimo...

-Dime la verdad, ¿te ha golpeado? ¿Te ha tocado de forma indebida?- pregunto sin girarme.

Los brazos de mi esposa me rodean por la cintura. Apoya su mejilla en mi espalda después de depositar un beso. Mis manos aprietan el borde de la cómoda.

-Yelena, ti prego. Dime qué te ha hecho. Le haré sufrir el doble.

Mi esposa aleja sus brazos de mí, pone una mano en mi hombro y me hace girar. Sus ojos me miran con determinación.

-Me agarró muy fuerte por la garganta cuando vio la ropa para nuestros bebés. Después me desnudó. Dijo que mi cuerpo le pertenecía cuando traté de cubrirme, así que, le dije que el único dueño de mi cuerpo es mi esposo, Massimo Di Santos. Fue entonces cuando me arrastró por el pelo por las escaleras.

Se lleva las manos a las caderas. Levanto la camiseta y la examino, manchas moradas y amarillas se están formando en ambos lados. Luego miro su cuello. También se está volviendo morado.

-¿Cuánto quieres que sufra?- le pregunto.

-Mucho, quiero que sufra tanto como tú cuando me viste desnuda delante de todos esos hombres.

Mi esposa acuna mi cara entre sus manos.

-Quiero que suplique por su muerte por haberse aliado con el hombre que mató a mi hermana.

NO MATARÁS #2 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora