NUEVE

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Yelena

Massimo se ríe mientras le cuento las travesuras de Anna y Kira. Cuando terminamos de cenar, se tomó la medicación y lo ayudé a tumbarse en la cama. Luego me senté a los pies junto a él. Llevamos una hora hablando de todo. Él me ha contado su infancia, sobre sus padres y lo mucho que se amaban. Me entristeció saber que su padre murió unos años después de la muerte de su madre porque la pena lo consumió. Debe ser doloroso perder a tu otra mitad. El sonido de mi móvil nos interrumpe. Una llamada. Me bajo de la cama y lo alcanzo de la mesita.

Nic.

Rechazo la llamada y me doy cuenta que no ha dejado de enviarme mensajes.

-Atiende la llamada si quieres- dice Massimo.

Niego con la cabeza.

-No es nada importante, no te preocupes.

-¿El ruso?- pregunta.

Parece avergonzado.

-Sí, es Nic. Lo dicho, nada importante.

-Creí que tú y él...

-No estamos juntos, nunca lo hemos estado. Sólo somos amigos.

Massimo estrecha los ojos.

-Amigos que follan entre ellos.

-Sí, pero sólo amigos.

Massimo desvía la mirada. Frunzo el ceño.

-¿Estás bien?- pregunto.

Él asiente.

-Estoy cansado, ha sido un día muy largo.

Me levanto de la cama y la rodeo.

-Te ayudaré a ponerte el pijama.

Massimo se ríe.

-¿Qué?- pregunto.

-No uso pijama Yelena, duermo en ropa interior.

Siento el calor subir por mis mejillas.

-Bueno... Pues... Te ayudaré a desvestirte.

Massimo niega con la cabeza.

-Prefiero que avises a Alessio. Además, no quiero que duermas aquí conmigo.

-Una pena, porque no pienso moverme de aquí.

Me siento en el borde de la cama, nuestras piernas se tocan y, por primera vez, no me siento mal tocándolo.

-Cuando te dije que te ayudaría a sanar, me refería a todo, Massimo. Pesadillas incluidas.

Sus ojos azules me penetran hasta el alma. Puedo ver el dolor en ellos, es tan evidente que no sé cómo he estado tan ciega.

-No quiero hacerte más daño- dice.

-Tonterías, me quedaré aquí. Ahora venga. Vamos a desvestirte.

Massimo se echa a un lado.

-En serio, prefiero que me ayude Alessio. Puedes volver cuando este bajo las mantas.

-¡Vamos, Massimo!- digo riéndome- No vas a ser el primer hombre que vea desnudo.

Él gruñe.

-Lo sé- dice... ¿molesto?- Ti prego, llama a Alessio.

Asiento. Salgo de la habitación y voy a buscar a Alessio. Espero que no esté en la habitación con su esposa. No quiero interrumpir nada. Busco en la cocina, pero no hay nadie. La casa está completamente en silencio. Miro en el comedor y nada. Voy hacia la sala, tampoco hay nadie. La puerta del despacho de Alessio está cerrada, golpeo suavemente.

NO MATARÁS #2 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora