Yelena
Vamos de camino a casa de Agostini. Massimo conduce el SUV del trabajo, necesitamos espacio atrás para trasladar al hombre hasta el puerto. Esta mañana mientras desayunaba con mi esposo hablé con Génesis para preguntarle por Lucía. Ayer me quedé preocupada por ella, Génesis y yo sabemos cómo funcionan las cosas en la mafia. Hemos nacido en ella y nos hemos criado con sus normas. Pero Lucía no entiende nada de lo que está pasando. Sólo tiene diecisiete años. Aun no comprendo en qué estaba pensando Enzo cuando la trajo aquí. Massimo pone su mano en mi muslo. Su pulgar me acaricia dulcemente.
-Hablame de Agostini- le digo.
Necesito tener mi mente puesta en lo que estamos a punto de hacer.
-Es un distribuidor menor, vende nuestra droga en Melito Di Porto Salvo y sus alrededores. Nos debe el dinero de las venta, pero al parecer no puede pagar. Lleva dos meses de retraso y con este serían tres. No podemos tolerarlo. Si hacemos la vista gorda los demás podrían empezar a hacer lo mismo. Normalmente son Enzo y Franco quienes se encarga de este trabajo. Pero tal y como están las cosas con mi hermano, es mejor que lo haga yo. O tú en este caso.
Asiento.
-Si en cualquier momento necesitas ayuda dímelo, kotenok.
Apoyo la cabeza en el reposacabezas y lo miro.
-No es la primera vez que hago un trabajo así, mi padre siempre nos mandaba a...- mi voz se quiebra al pensar en él- Nic y a mí a cobrar las deudas.
Miro por la ventanilla del coche. Massimo me da un apretón en el muslo. Sin embargo, no dice nada. Tampoco hay mucho que decir. Siguen buscando a Nic por todos lados y cuando lo encuentren lo matarán. Su sentencia de muerte está firmada. Perdí a mi mejor amigo hace diez días. Si mi padre lo encuentra antes que los Di Santos se lo entregará a mi esposo. Si Alessio lo encuentra, hará lo mismo que mi padre. En cualquier caso, Nic caerá en las manos de Massimo y él le hará pagar por haberme empujado al suelo mientras se defendía. He intentado convencer a Massimo de que no lo haga, fue mi culpa que él reaccionara así. Pero no entra en razón. Massimo detiene el coche frente a un edificio que parece que pronto entrará en ruina. Beni también detiene su coche, venía siguiéndonos todo el camino. Traemos a cuatro hombres con nosotros por si los necesitamos. Leo, Bruno y Emelio están con Beni.
-¿Lista?- me pregunta Massimo.
Asiento. Salimos del coche, los chicos también salen del suyo. Massimo no quería que vinieran en el mismo coche que nosotros.
-Saca tu arma, amore.
Saco una de mis glock. La agarro con las dos manos frente a mí. Entramos en el edificio, todo está en silencio. Recorremos un pasillo que huele a podrido, las luces del techo, las pocas que están encendidas, parpadean. Massimo se detiene frente a la puerta con el número nueve. Golpea la puerta con su pistola. Se oyen unos pasos pesados en el interior de la vivienda. En cuanto la puerta se abre, Massimo no da opción. Golpea al hombre en la nariz con la culata de su arma. Este cae de culo al suelo. Massimo pasa por encima de él y entra dentro de la casa.
-Registrarla- ordena a los chicos.
Ellos entran y comienzan rebuscar entre la porquería. Agostini intenta levantarse del suelo. Sin embargo, no lo dejo. Le piso la mano para mantenerlo en el sitio.
-No te muevas- le digo.
-¿Quién eres tú, puta?- escupe.
Me rio. Piso con más fuerza su mano. Agostini grita por el dolor.
-A mí me da igual que me llames puta, pero a mi esposo no le gusta.
Agostini abre los ojos de par en par, gira su cabeza con rapidez hacia Massimo que lo está apuntando a la cabeza con su arma.
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NO MATARÁS #2 [Disponible en físico]
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