TRES

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Massimo

Estoy borracho. Este ha sido mi estado en las últimas semanas y lo es el día de mi boda. No he vuelto a hablar con Alessio, tampoco he vuelto a ir a su casa hasta hoy. Llevo semanas encerrado entre mi casa y el club. Miro a los invitados. Hay una mezcla de rusos e italianos. Me río con una carcajada. El padre Gerónimo a mi lado me observa atentamente.

-¿Estás bien, hijo?- me pregunta.

-Estoy muy feliz, padre. ¿No se me nota?

Vuelvo a reírme.

Enzo me sujeta por el codo.

-No deberías haber bebido hoy- susurra en mi oído- Podrías molestar a los rusos.

Me encojo de hombros. Siento todas las miradas en mí, pero hay una que me quema. La de mi hermano mayor, Alessio me está fulminando con la mirada.

-Creo que en cualquier momento va a explotar- le digo a Enzo riéndome.

Él disimula su risa.

-Sabes que no debes enfadarlo.

Bufo.

-A ti también te encanta enfadarlo.

-Pero no así.

Me quedo en silencio. Me da igual Alessio y su puto enfado. La marcha nupcial comienza a sonar, los invitados se ponen de pie. Las puertas traseras de la casa se abren. Dmitry sale con su hija del brazo. Trago grueso cuando la veo.

-Cazzo, está bellissima- murmura Enzo.

Lo fulmino con la mirada y él se ríe. Sin embargo, tiene razón. Yelena está preciosa, aunque me cueste admitirlo. Aprieto la mandíbula cuando la veo acercarse a mí. Camina por encima de los pétalos del suelo. Su muslo izquierdo queda al aire cada vez que camina. Sus hombros están al descubierto. Los tirantes del vestido están por debajo de ellos. El vestido se ajusta a su cuerpo. Lleva el pelo recogido en un moño bajo, algunos mechones le cuelgan por los hombros en ondas. Tiene un adorno plateado a un lado.

Mi sangre se congela cuando veo su colgante. Es el que llevaba Milena cuando la maté. La bilis sube por mi garganta. Recuerdo ese colgante cada día de mi vida.

Dmitry me sonríe y me entrega la mano de su hija. Me fijo en el anillo que lleva, el que mi hermano le compró y le envió a Rusia.

-Te entrego a mi hija para que la cuides y la protejas- dice.

Yelena se ríe suavemente. Tomo su mano y la aprieto. Hace un gesto de dolor y clava su tacón en mi pie.

Cuando Dmitry se aleja le susurro.

-Súka.

-Fottuto- contesta sonriendo.

El padre Gerónimo comienza a pronunciar su discurso. El sudor corre por mi espalda y mi frente. No puedo creer que esto esté pasando.

-Que asco, te suda la mano- susurra Yelena.

-Te jodes.

Limpio mi mano en su palma. La veo hacer un gesto de enfado. Me río en voz baja.

-Alcolizzato- me llama.

-Acostúmbrate.

Sigo sin entender por qué ella me habla en italiano y yo le contesto en ruso. Lo hicimos la primera vez que nos vimos y hemos seguido haciéndolo desde entonces.

El cura termina el discurso y nos pide que pronunciemos los votos. Yelena y yo nos giramos para mirarnos. Tomos su otra mano y comienzo a hablar.

-Prometo amarte y respetarte, cuidarte y protegerte, cuidarte y ayudarte. Prometo serte fiel. Prometo darte...- mi pulso se acelera- Prometo darte...- las palabras no salen de mi boca.

NO MATARÁS #2 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora