OCHO

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Yelena

Alessio me lleva a través de los pasillos. No me ha soltado en ningún momento. Sabe que si lo hace saldré corriendo hacia su hermano y lo mataré. Entramos en su despacho, me deja en el suelo y cierra la puerta con seguro. Me da la espalda.

-Massimo no está bien. Nada bien, Yelena. Y tus acusaciones no ayudan.

-No quiero ayudarlo, quiero que sufra y muera lentamente.

Alessio se gira. Noto su enfado, pero yo también estoy enfadada y dolida. Mi corazón está hecho añicos.

-Tienes que parar de decirle esas cosas.

Levanto la barbilla.

-Nunca pararé.

-Ahora soy tu Don, te estoy dando una orden. No es una petición.

Parpadeo intentando no dejar salir más lágrimas. Debo mantenerme fuerte para que este nido de cuervos no me saque los ojos.

Alessio da un paso hacia mí.

-¿Lo has entendido?- pregunta.

No contesto. Da otro paso, acercándose más a mí.

-Yelena- advierte.

Asiento de mala gana. Alessio pasa por mi lado, va hacia su escritorio. Lo rodea y se sienta. Apoya los codos en los brazos de la silla y junta sus dedos índice.

-Siéntate- ordena.

Me siento en la silla frente a él. Durante unos minutos se dedica a observarme. Entonces decide hablar.

-Estuve allí- dice.

Miro hacia mi regazo mientras juego nerviosa con mis manos.

-Por favor, no- digo en un hilo de voz.

-Tienes que escuchar la historia, Yelena.

-La he oído mil veces y seguiré pensando lo mismo. Fue el arma de tu hermano quien la mató, él la mató.

-Eso no es justo para él.

Miro a Alessio.

-Tampoco era justo para mi hermana.

Alessio se inclina hacia adelante.

-No lo era, estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado.

Niego con la cabeza. Sé eso. Ella no debió entrar en esa habitación. Estábamos con mi madre de vacaciones en Santa María de Leuca, aquí en Italia. Cenábamos en un restaurante cuando Milena y yo decidimos jugar en la parte trasera. Llevábamos un rato jugando a las escondidas, me tocaba contar a mí. Cuando llegué al número cien, escuché un disparo. Busqué durante un rato a mi hermana. Vi a tres hombres saliendo de una habitación trasera del restaurante. Uno de ellos estaba lleno de sangre y llorando. Mi pulso se aceleró, salí corriendo al interior de la habitación. Algo me llamaba hacia ese lugar. Encontré a Milena en el suelo desangrándose. Estaba fría como el hielo y tan pálida como la nieve. Sus ojos no emitían ningún tipo de brillo. Mi hermana pequeña se había ido. Grité y lloré para que se despertara, pero no lo hacía. Me había dejado para siempre. Mi padre estuvo investigando, descubrió que Massimo Di Santos había sido su asesino. Fue entonces cuando secuestró a Luca.

-Yelena- me llama Alessio- Mi hermano lleva años viviendo un puto infierno.

Me rio.

-No creo que más que yo.

-Puedo asegurarte que sí.

Frunzo el ceño.

-Después de lo ocurrido, no volvió a tocar a una mujer. Se encerró en sí mismo. Ni siquiera nuestra sobrina Aurora lo animaba.

NO MATARÁS #2 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora