Yelena
Llevo sola en esta habitación un rato. No sé qué hacer, estoy fuera de mi elemento. Voy al vestidor y veo mi ropa ya colgada y doblada. Agarro unos pantalones de yoga y una camiseta de manga corta. Intento desabrochar el maldito vestido, pero no llego a los botones de la espalda. Vuelvo a intentarlo, pero nada.
-No puedo creerlo- murmuro molesta- Voy a matarte Calina, por haber elegido este puto vestido. ¡Joder!
No me queda otra. Tengo que salir de la habitación y pedirle ayuda a él. Y es lo que hago. Salgo de la habitación, miro a un lado y al otro del pasillo. ¿Estará en su habitación? Voy hacia ella, dijo que era la del final del pasillo. Me detengo en la última puerta al final, golpeo un par de veces. Nadie contesta. Miro a la izquierda, es la otra habitación que tengo prohibida. ¿Qué habrá aquí? Miro hacia atrás para asegurarme que no haya nadie. Agarro el pomo y lo giro, la puerta no se abre. Está cerrada con llave. Me doy la vuelta para buscarlo. En la cocina no está, en el comedor tampoco. En el salón menos aún.
Bufo.
-¿Necesitas algo?
Doy un salto en la oscuridad de la casa. Me giro y veo a Massimo con las manos en los bolsillos del pantalón mirándome.
Le señalo mi espalda.
-No puedo yo sola.
Él no dice nada. Se acerca a mí y comienza a desabrochar los botones. Sus dedos rozan mi espalda. Es como un mechero quemándome. Cierro los ojos con fuerza. Mi respiración se agita y el pulso se me acelera. Es la segunda vez que me toca hoy. Y esto se siente muy íntimo, demasiado íntimo.
-¿A quién cojones se le ocurrió poner estos malditos botones en miniatura a un vestido?- protesta.
-Se supone que son para que el novio se "divierta" quitándolos o rasgándolos. Eso dijo Calina. Pero pensé que podría hacerlo yo sola.
Massimo no dice nada. Siento los tirantes por debajo de mi hombro caer un poco más. Tengo que agarrar rápidamente el vestido por la parte delantera para no quedar en lencería delante de él. Porque sí, también me obligaron a llevar la puta lencería de una novia. Mi familia sufrió un aneurisma colectivo y pensaron que esta era una boda deseada, sino no entiendo por qué me obligaron a toda esta farsa. Sin darme cuenta aprieto mis puños automáticamente, el vestido cae al suelo, dejándome en ropa interior delante de él. Me giro con rapidez.
-¿Qué llevas puesto?- pregunta Massimo.
Mierda.
Sus ojos me escanean de arriba a abajo.
-¡No mires!- grito.
Pero Massimo parece no escuchar.
-Cazzo- murmura.
Agarro el vestido del suelo y me tapo. Salgo rápido del salón. Miro por encima de mi hombro. Massimo me sigue con los ojos.
-¡No me mires el culo!- le grito.
Me encierro en mi habitación. Tiro el vestido a un lado. Me quito los tacones, la liga y la lencería. Es un puto tanga blanco de encaje y un sujetador igual, no dejan nada a la imaginación.
Joder.
Massimo me ha visto hasta el alma. Justo lo que no quería. Podría arrancarle los ojos mientras duerme, pero la imagen seguiría impresa en su cerebro.
Respiro hondo. Esto no va a salir bien. Me doy una ducha rápida y me pongo la ropa que cogí del vestidor. Me meto en mi cama con la esperanza de poder dormir, pero sólo doy vueltas por ella.
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NO MATARÁS #2 [Disponible en físico]
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