Capítulo 2

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 En la cacería, cada cultivador iba por su lado, exceptuando los pequeños grupos de cultivadores que pertenecían a una misma secta. La noche estaba realmente oscura, la luz de la luna era tapada en su mayoría por árboles. Para los cultivadores, cazar en la noche era común, por lo que sus sentidos estaban acostumbrados a captar cada movimiento y sonido que no era provocado por ellos mismos.

— ¿A-Shan escuchaste eso? — dijo de manera casi imperceptible

— A-Xue, tú por la derecha— con esas simples palabras los dos cultivadores se separaron en direcciones contrarias. Algo se estaba acercando, se podían escuchar hojas y ramas siendo aplastadas.

Ambos cultivadores mantenían al mínimo los sonidos, con un sigilo digno de admirar. Caminaban hacia una misma dirección en busca del sonido. Cuanto más se acercaban, mejor se oía. Era el sonido de huesos desgarrándose, la carne siendo aplastada. Una imagen demasiado aterradora para personas que no fueran cultivadores y para estos últimos, no tan normal como debería. No era común ver un escorpión de gigante tamaño acabar con una persona como si fuera una presa más, como un bicho. La situación era grave, debido a que el escorpión tenía escamas bastante grandes que seguro no permitirían que cualquier espada lo atravesara. Las flechas no servirían, seguramente no le harían daño alguno. Luego de analizar un poco a su adversario, ambos cultivadores decidieron atacar. Llevaban en sus túnicas señales de ayuda que no estaban dispuestos a mostrar. Atacaron conjuntamente, demostrando que aunque sus túnicas fueran viejas, sus armas no lo eran y sus movimientos tampoco. 

— A-Xue, no logramos hacerle daño. Debes huir y encontrar ayuda — mencionó el cultivador a su compañera, la cual atacaba sin piedad al escorpión con el doble de su tamaño.

El escorpión se movía rápido y ágil a pesar de su tamaño, sus patas tenían pelos que sobresalían de la forma y que se agitaban con cada ataque. Su aguijón atacaba cada cierto tiempo, acercándose en muchas ocasiones hacia el cultivador. Era detenido en parte por la espada de la cultivadora, que estaba al pendiente en sus ataques de que no le sucediera nada a su acompañante. Intentaban con todas sus fuerzas provocarle algún daño a aquel monstruo pero no lo lograban. Estaban cada vez más cansados y sabían que si continuaban así, terminarían siendo devorados como el cultivador que habían visto.

— A-Shan es muy peligroso, no puedo dejarte aquí solo. — agregó la cultivadora con voz preocupada mientras se defendía de una de las pinzas del escorpión. Su espada mostraba movimientos fuertes, pero no eran suficiente para lograr causar una herida en su enemigo.

— A-Xue, piensa en A-Yang, no podemos dejar que se quede sin nadie, si puedes escapar será mejor. Encuentra ayuda y luego vete a la posada con nuestro hijo. Si sobrevivo no dudes en que iré. Si no lo hago, sólo cuida de él por mí e intenta continuar, esposa. — mientras hablaba no paraba de lanzar ataques que detenían por un tiempo al escorpión, pero que no llegaban a retrasarlo mucho. Estaba intentando detenerlo para que su esposa huyera, deseaba poder volver con su hijo junto a ella, pero era muy tarde. No quería decirle que desde el momento en que empezaron a pelear el escorpión logró envenenarlo con su aguijón. No quería que su amada se quedara junto a él como sabría que haría si se lo decía. Tenían un hijo que esperaba por ellos, A-Xue debía sobrevivir para cuidar de él ahora que su padre ya no podría.

— A-Shan, no quiero dejarte aquí, tiene que haber otra solución— la cultivadora se notaba contrariada, seguía bloqueando con su espada los avances del escorpión como podía, pero intentaba buscar otra salida en su cabeza. No quería perder a su esposo ahora que ya podían vivir felices, su hijo los esperaba, a ambos. Tenía que haber otra opción, una vía de escape...

— Usaré eso, pero debes darme el tuyo también, estamos en una emergencia— agregó mirando por breves segundos a su esposo.

— Hazlo, pero recuerda que no habrá vuelta atrás. — decía mientras sacaba algo de su bolsillo y se lo lanzaba, viendo como su esposa lo atrapaba.

El nuevo discípulo de Muelle de LotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora