Capítulo 9

275 33 1
                                    


Lo primero que pensó Jiang Cheng al escuchar las palabras de Lan XiChen fue que debía haber visto mal. Lo comprobó por sí mismo y después recordó al discípulo que había dejado de guardia. Sintió la furia nacer en su cuerpo.

— ¡Tú! Ven ahora y explícate. ¿Por qué el niño que dejé en el carruaje no está? ¿¡Cómo puede ser que se escapara de tu vista!?

El discípulo, que era un poco más bajo que Jiang Cheng, se asustó por la forma en que su líder hablaba. Todos en el Muelle de Loto sabían que enojarlo era una acción algo suicida, nadie se atrevía a mentirle o justificarse cuando cometía un error. Lo mejor era admitir la culpa, su líder odiaba las mentiras.

— Líder de secta, este discípulo no vio cuando el niño dejó el carruaje. Me disculpo con usted por no cumplir sus órdenes debidamente.

El discípulo bajó la cabeza en una reverencia y esperó pacientemente el castigo de parte de su líder.

Jiang Cheng se veía cada vez más alterado, por lo que Lan XiChen decidió intervenir para calmar la situación.

— WanYin, encontraremos a A-Yang, debe estar por el mercado.

El mencionado sentía cada vez más enojo, venía en conjunto de preocupación, había conocido a A-Yang hacía poco tiempo, aún así no podía evitar tener la necesidad de saber donde se encontraba. Había pasado por esto antes con Jin Ling, pero él era su sobrino de sangre, se justificaba. Perder un niño que recién empezaba a conocer no tendría que afectarle tanto, él era un líder de secta. Ignoró a Lan XiChen y se dirigió hacia el discípulo de manera concisa y cortante.

— Busca inmediatamente al niño, quiero que aparezca, ahora. Avisa al resto que comience la búsqueda.


Antes de que los adultos volvieran, el niño buscado había esperado obedientemente en el carruaje, luego de jugar intentó pasear por el carruaje para no aburrirse, lastimosamente no había mucho espacio para caminar allí. Aún así, no fue hasta que pasó media hora que el niño empezó a asustarse con los sonidos que escuchaba en el exterior. Pensó en ir a buscar al Hermano Jiang, estaba seguro de que lo encontraría en la calle.

El problema estuvo cuando salió. Él niño no tenía conocimiento de que había un discípulo de guardia cerca del carruaje, sin saberlo pasó por detrás de él y caminó hacia el resto de las personas, camuflándose gracias a sus ropas. El discípulo, que no tenía mucha experiencia siendo guardia, no había notado que el niño había salido debido a que estaba de espaldas al carruaje, vigilando el entorno y a las personas que podrían ser posibles amenazas.

A-Yang comenzó a caminar hacia donde se dirigía la persona que vio en un principio, tenía el color morado en sus ropas. Estaba buscando las túnicas del Hermano Jiang, pero se había confundido con el vestido de una señorita que había pasado. Algo decepcionado por su error, el niño continuó con su búsqueda por algo de tiempo. El lugar estaba cada vez más lleno de gente, había tiendas en los costados y el olor de la comida empezó a darle hambre. La gente pasaba sin dirigirle más de una mirada, cada uno concentrado en su propia vida. A-Yang tropezó al no ver una piedra que estaba en el camino, no lloró, sólo se levantó del piso repitiéndose en voz baja a sí mismo que era un niño valiente. La verdad era que sí le había dolido, además se había ensuciado mucho la ropa y la piel al caer. Limpió sus ropas lo mejor que pudo pero la suciedad de la tierra no salía, notó que tenía agujeros en las rodillas de sus pantalones junto a unas raspaduras. Ahora, con el rostro sucio y la ropa en mal estado, rota en algunas partes por la caída, parecía un niño que vivía en la calle.

Mientras el tiempo pasaba, A-Yang empezaba a asustarse, todavía no lograba reconocer los colores de las túnicas del Hermano Jiang o el Hermano Lan. Desde su pequeño punto de vista tampoco podía hacer mucho. Había dejado sus juguetes en el carruaje y ahora se arrepentía de su decisión ya que se sentía solo. Su estómago empezó a gruñir al sentir un exquisito olor a loto, le recordaba a las semillas que le habían dado los discípulos del Hermano Jiang. Se acercó a la tienda para pedir algunas al señor que se encontraba ahí.

El nuevo discípulo de Muelle de LotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora