Volumen 01 · Capítulo 10: Churchyard

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La muerte de Cyril, su despedida del mundo terrenal, supuso un punto de inflexión en la vida de Casiopea. Demasiado tiempo aletargada le provocó una añoranza tremebunda por la acción. Necesitaba volver a sentir la adrenalina recorriéndola el cuerpo, sentirse viva y abandonar la monotonía. Precisamente eso último fue lo que la motivó a sumergirse en una cruzada en las montañas nevadas a la caza de un mito: el hombre de las nieves. Ella tenía claro que se trataba de algún tipo de Digimon, pero en las aldeas próximas aseguraban que era humano.

—Se lo demostraré.

Acompañada de la inseparable Youkomon recorrió las laderas picudas, con cuidado de no provocar ningún desprendimiento, hasta dar con el culpable: Sorcerimon.

Acompañada de la inseparable Youkomon recorrió las laderas picudas, con cuidado de no provocar ningún desprendimiento, hasta dar con el culpable: Sorcerimon

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Nivel: Adulto

Atributo: Vacuna

El mago blanco resultó ser ni más ni menos que uno de los Ghostmon aprendices de Wisemon. Se encontraba allí realizando un cometido que le habían encomendado.

—¡Casiopea! ¡Youkomon! Me alegro de veros. —Les hizo una reverencia—. Desde vuestra partida la pesada de Wicthmon no ha dejado de hablar de vosotras...

—¿Witchmon? —La mujer pensó en Salamon—. Ha pasado un tiempo. ¿Qué tal está? ¿Qué tal estáis todos?

Sorcerimon contestó a sus preguntas, que llegaban una detrás de otra sin apenas dejarle tiempo a escuchar, provocando así una risotada de la zorra. Se alegraba de volver a ver sonreír a su compañera.

—Temo haber decepcionado a Wisemon... No siento que mi último año haya podido aportarle demasiado a su investigación -se disculpó con honestidad.

—¿Por qué no se lo preguntas tú misma? —Sonrió el mago.

A continuación surgió un portal de hielo frente a ellos. Un portal a Witchelny que atravesaron velozmente temerosas, aunque llenas de emoción, de que fuera una ilusión; por estúpido que pareciera.

**********

A su llegada al castillo Wisemon no dudó en celebrar aquel dichoso encuentro. Sumido en sus obligaciones apenas tenía tiempo para el divertimento y decidió aprovechar su presencia para relajarse... Los últimos meses habían sido complicados para todos tras la partida de dos de sus aprendices.

—Decidieron marcharse para no volver. El Último Mundo, su dinámica, les robó toda esperanza de futuro —explicó el demonio con desazón—. Ahora sólo les tengo a ellos.

 Ahora sólo les tengo a ellos

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The Last Stories (Digimon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora