Volumen 02 · Capítulo 02: Sensible

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Una leve brisa ondeó sus cabellos morenos y acarició su pálido rostro. Al abrir los ojos se sorprendió de ver un paisaje verde, de extensas llanuras repletas de flores coloreadas en tonos pastel. ¿Dónde estaba? No lo sabía, desde luego no en las alcantarillas, pero era incapaz de recordar cómo había llegado hasta allí. Cuanto intentó levantarse un tímido dolor se abrió camino. Tenía las heridas vendadas por encima de su uniforme militar; no obstante la sensación de una muerte inminente seguía latente en su interior... 

A su derecha se encontraba el engranaje, tan serio como la primera vez, observándola en silencio. Al principio se sintió intimidada, pero ese pensamiento se disipó rápido. Si hubiera querido matarla ya lo habría hecho.

—¿Dónde estamos? —Notó cierto alivio, quizás por el ungüento que tenía impregnado por el cuerpo.

El digimon continuó mirándola. Todavía no sabía si le costaba articular palabra o si por el contrario no quería hacerlo. Sin embargo éste le instó a mirar al frente, a la gran torre negra que se alzaba en el firmamento.

A pesar de haberse cruzado con estructuras similares en el pasado, nunca había estado tan cerca de una, ni siquiera de la que conservaban en La Capital. Su tamaño era sobrecogedor y, en cierta medida, impresionante. Le recordaba los avances tecnológicos, culpables del denominado Cataclismo. El flujo de datos que debía soportar la torre en su origen era inimaginable para ella.

—Oh, bien, has despertado.

—Oh, bien, has despertado

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Nivel: Adulto

Atributo: Datos

Una bola de pelos marrones y de mayor tamaño que un adulto humano se aproximó hacia ellos desprendiendo un aire de felicidad. Se trataba de JungleMojyamon, el guardián de dicha torre.

—Llegaste aquí tan exhausta que te desmayaste encima de mis inmensos pies —aclaró—. Llevabas varios días inconsciente, en los cuales he estado curando tus heridas.

Opal se aferró al suelo tan fuerte que arrancó trazos de césped. Su mente no concebía aún que los digimon estuvieran tratándola con normalidad, dándole una piedad que ella no habría tenido en su lugar.

—Solarmon no se ha separado de ti en ningún momento. —Sonrió al engranaje—. Ha velado por tu bienestar.

«Así que ese es su nombre», pensó la soldado. 

Muchas preguntas se agolpaban ahora en su garganta, a cada cuál más disparatada. No conocía a Solarmon, no le había visto antes, ¿por qué la habría ayudado? ¿Acaso había una intención oculta detrás? ¿Sería todo una actuación magistral por parte de los digimon?

—¿Por qué? —fue lo único capaz de expresar.

El engranaje guardó silencio, una vez más, antes de contestar.

—Soy un esclavo. Bueno, lo era... Trabajaba en unas minas de Chromo Digizoid, un metal del Mundo Digital de gran importancia. —Pausó para coger aire—. Formaba parte de una cadena al servicio de otros, sin voluntad, con el único cometido de realizar una función específica y nada más. No disponía de las ventajas de una vida o de la propia libertad.

The Last Stories (Digimon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora