Volumen 02 · Capítulo 03: Soldado

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El fallecimiento de su familia marcó la personalidad de Opal. Le endureció lo suficiente para sobrevivir al Último Mundo, circunstancia que la hizo apta para entrar en el ejército. En aquel entonces no tenía nada a su favor, ni siquiera un hogar al que volver. Esa fue la razón por la que cayó de lleno en el adoctrinamiento de los grandes políticos, cuyo único fin era incentivar el odio a los digimon.

Sus habilidades físicas, así como su obediencia ciega, la condujeron a un rápido ascenso entre los demás cadetes, convirtiéndola en un suculento objetivo para muchos. Ájax, que por aquel entonces acababa de empezar a realizar misiones en solitario, puso el ojo sobre ella.

—Tienes una formación excelente.

Aquel día se encontraba en el centro de adiestramiento, más exactamente en el pabellón de entrenamiento. Rara vez se dejaban caer los oficiales o superiores por allí, por lo que la presencia de él le extrañó.

—¿Y usted es...?

—Puedes llamarme Ájax.

Un intercambio de miradas se produjo entre ambos. La de Opal respetuosa pero igualmente impetuosa, mientras que la de Ájax era fría y seria. Suficiente información que supieron leer a la perfección.

—Estoy formando un escuadrón de caza para misiones de alto riesgo —le informó con rigidez—. Y tu perfil podría encajar en lo que ando buscando.

La joven guardó silencio. Él no era mucho mayor que ella; además conocía los rumores oscuros que le rodeaban. Aún así su oferta le resultó tentadora.

—Puedes esperar a tu graduación oficial o venir ahora conmigo. —Pausó unos segundos—. Sé como funciona esto, pero me encargaré personalmente de que obtengas los créditos necesarios para graduarte.

Al fin y al cabo la escuela militar seguía siendo una escuela, aunque su objetivo fuese crear asesinos dispuestos a sacrificar sus vidas en la lucha contra los digimon.

El cabello moreno de Ájax le distrajo por un instante. Parecía ser incapaz de domarlo, llevándolo alborotado; lo que probablemente fuera objetivo de críticas de sus iguales. A sus ojos le confería personalidad, como la gabardina negra característica que solía llevar puesta.

—De acuerdo. Acepto.

Así empezó una relación de respeto que se extendería con normalidad hasta los acontecimientos ocurridos en la Villa.

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Mantener la calma a pesar de lo que estaban planeando le resultó fácil a Opal. La seguridad en sí misma le hizo ser capaz de guardar la compostura frente a quienes pensaba ayudar, transmitiendo así una serenidad contagiosa que les dio fuerzas. JungleMojyamon ya no temblaba sólo de pensarlo, de hecho se vio con confianza plena para ayudar a la soldado en la organización del plan.

—He puesto al tanto a los bebés sobre todo. Además he coordinado a un grupo de voluntarios que ayudarán a evacuarlos cuando el enemigo aparezca —informó con orgullo.

Opal sonrió. Jamás se había imaginado en una situación como esa.

—Ahora sólo queda esperar —aportó Solarmon.

El engranaje apenas se había separado de ella, a pesar de su reticencia a entrar en conversación. De alguna forma su inusual preocupación por la humana dirigía sus acciones.

—¿Eso que oigo es un llanto? —El yeti suspiró al ver a un pequeño bebé morado, semejante a un diablillo, llorando—. Disculpadme. Debo dar un par de biberones...

 Debo dar un par de biberones

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The Last Stories (Digimon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora