Volumen 01 · Capítulo 07: The Seed

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Sabiduría, conocimiento, cualidades que muy pocos poseían en la actualidad. El don del aprendizaje se había ido deteriorando con el pasar de los años, mas las habilidades físicas podían marcar la diferencia entre la vida o la muerte. No es de extrañar que esos fuesen los rasgos más llamativos de Casiopea, aquellos que le abrieron la puerta a un mundo mágico que jamás habría imaginado:.

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Era una noche cálida. Las compañeras dormitaban en el interior de una cueva, tumbadas en un colchón de hojas alrededor de una hoguera que crepitaba tímidamente. La travesía les había conducido muy al sur del continente, tanto que eran capaces de escuchar en sueños el oleaje del mar... No obstante el destino tenía un plan distinto para ellas. 

De pronto las llamas se alzaron y comenzaron a agitarse cual látigos golpeando sus dormidos cuerpos con una fiereza paranormal. Sin embargo el fuego no las quemó, ni siquiera fueron capaces de notarlo más allá del susto inicial... Casi parecía que podía atravesarlas, como si llamar su atención fuese su cometido.

—Afirmaría que intenta decirnos algo. —Youkomon no sentía peligro—. Quiere que le acompañemos.

—¿Acompañarle? —Casiopea cuestionó escéptica mientras se ataviaba.

Las llamas se apaciguaron enseguida, pero aún conservaban su gran tamaño. Analizándolo al detalle, tenían el tamaño perfecto equivalente al de una puerta.

—Se trata de un portal.

Una única mirada bastó para entenderse.  A continuación lo cruzaron sin miedos, pero con un sentimiento de curiosidad abrumador... Al llegar al otro lado la flameante espada de un caballero de capa morada las cautivó, reconociendo en él un viejo amigo.

—FlaWizardmon —dijeron al unísono.

—FlaWizardmon —dijeron al unísono

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Nivel: Perfecto

Atributo: Virus

En efecto, se trataba del mago.

La magia rebosaba en todo su ser, mientras el metal de su armadura plateada relucía como recién encerado. 

—Ahora se me conoce como el hechicero Mistymon. —Hizo una leve reverencia. Luego hizo desaparecer su espada y ofreció su mano derecha a la mujer—. Gracias por aceptar mi invitación.

Casiopea miró a su alrededor fascinada. Atrás había quedado la oscura cueva, encontrándose en una biblioteca repleta de estanterías llenas de libros. Eso le hizo sentir por un momento un déjà vu, rememorando las innumerables tardes de estudio en la facultad.

—¿Dónde estamos?

—En la dimensión de la que provengo: Witchelny, o lo que queda de ella mejor dicho. Aunque ahora os encontráis en el antiguo castillo —matizó—. Permitid que os lo muestre.

The Last Stories (Digimon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora