El voleibol me gustó desde que Kai Murakami, un niño vecino de mi abuela, fue lo suficiente persistente para que mis padres nos dieran permiso a mi y Akane de salir a la calle a jugar un poco.
Fue la primera vez que ví mis brazos tan rojos que parecían a punto de explotar.
También fue la primera vez en la que el dolor no me importo demasiado.
Ese día, el día en que le perdí el miedo al balón y apenas comenzaba a entender de que se trataba, mis manos estaban ansiosas por volver a jugar.
Cuando iba a la escuela solía pedirle a mis amigas que lo jugaramos, pero ninguna tenía idea de cómo funcionaba todo realmente, por lo que comencé a visitar al club de voleibol de mi escuela para ver a los niños jugar.
Las niñas no tenían club de voleibol.
Pero no era un impedimento para ver por televisión cada vez que podía. Ya fuera en casa de la abuela o en los escasos momentos que mis padres me dejaban ver.
Ahorré el suficiente dinero para tener mi propio balón, por nada del mundo se la hubiera pedido a mis padres, y me atreví a pedirle a Akane que nos quedaramos luego de la escuela unos minutos a practicar.
Ella al principio lo odiaba, solía quejarse porque le dolían los brazos, pero, con el tiempo, aunque pudiera sonar masoquista, recibir un balón se comenzaba a convertir en un deleite más que en un sufrimiento.
Akane agarro el gusto con el tiempo.
Yo jugaba las veces que podía e intentaba no mostrarme demasiado involucrada. Mis padres consideraban que era una perdida de tiempo y distracción de mis estudios, por lo guardaba todas mis revistas deportivas y libros de voleibol debajo de la cama.
Mi escuela nunca tuvo club de niñas, así que me dediqué a hacer amigos del club de niños para practicar un poco y que ellos me enseñarán. Akane apenas sabíamos recibir o hacer colocaciones lo bastante débiles para espantar a un profesionales.
Los niños eran extraños, solían creer que era una niña molesta intentando llamar su atención. Incluso dejaron correr rumores en los que yo parecía interesada por el capitán del equipo y por eso siempre los visitaba.
Deje de ir después de que el capitán del equipo intentará invitarme a salir.
Cuando llegué a secundaria no perdí el tiempo, rápidamente busque el equipo de voleibol de chicas de la escuela, pero era un desastre. Nadie estaba lo suficiente involucrado con él para que continuará, decidieron cerrarlo luego del primer año.
Al menos aprendí a volar. No era la mejor del equipo al ser de primer año, pero por un momento pensé que tenía esperanzas en el equipo. Nunca llegue a saber si mis habilidades podían llegar a ser mejores.
Seguí las noticias de voleibol a nivel escolar y fue ahí donde pude conocer a equipos como el Inarizaki, Shiratorizawa y Fukurodani.
Durante mi segundo año en la escuela arrastre a mi mejor amiga, Azumi, a ver los partidos que se disputarían en el Torno Nacional de Primavera en Tokio. Logré ir engañando a mis padres acerca de que tendría que quedarme a estudiar hasta tarde en la biblioteca para un examne.
Ese año ví por primera vez a Atsumu, el chico que terminaría alejándome de todo el mundo del voleibol. Lo vi moverse, presionar, recepcionar, colocar, sacar y ser derrotado sin siquiera pensar que nos volveríamos a encontrar aproximadamente dos años después en la universidad.
Escuché muchos rumores de los Miya antes de verlos en vivo, solían decir que eran imparables. Pero, por desgracia, ese año, apareció otro dúo. Kageyama Tobio y Hinata Shoyo, estudiantes de primero con la capacidad de complementarse al nivel de los gemelos Miya. El equipo de los hermanos perdió contra los cuervos.
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Home «Atsumu Miya»
FanfictionHaru Ozawa es la periodista encargada de la sección futbolista de la revista Life Sports de Japón. Cuando su jefe le pide que se encargue de ser la escritora principal de la nota deportiva que tendrá como protagonista a Hinata Shoyo, la joven promes...