Capítulo 29

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Necesitaba hablar con Atsumu, pero su situación era demasiado incómoda en éstos momentos. Se encontraba fuera de Tokio, compitiendo en partidos importantes para su equipo y necesitaba el cien por ciento de su concentración.

Akane me recomendó descansar. Cerrar mis ojos, dejar que mi cuerpo tomara las energías necesarias después de todo el movimiento al que lo sometí durante las últimas horas, eso me ayudaría a tomar decisiones con la cabeza despejada. 

Lo intenté. Pero era mucho más fácil decirlo que hacerlo.

Las dudas no dejaban de acumularse en mi cabeza. 

Sentí el suave ronquido de Daiki a mi lado y las respiraciones pausadas de mi hermana al otro. Ellos descansaban como si nada pudiera interrumpir sus ensoñaciones. 

¿Qué haría si era Azumi la persona que estaba frente a la casa de los Miya? ¿Vendría con buenas intenciones o sólo buscaría molestar?. 

Me resultaba repulsivo pensar tan mal de una persona que antes fue mi mejor amiga. Pero sus acciones del pasado no dejaban de apuntar que su aparición no era una buena oportunidad para mi, ni tampoco para la relación que con Atsumu estabamos construyendo. 

Me levanté de la cama impaciente, sentía que las horas pasaban y mi mente no dejaba de vagar en preguntas e ideas. 

No sabía cuánto tiempo pasó desde que cerré mis ojos. 

Sólo existía una manera de hallar la tranquilidad en ésta situación.

Decidida cerré la mámpara divisoria y tomé mis zapatos intentando hacer que mis pisadas fueran iguales de insonoras que una hormiga.

Salí del apartamento y noté la hora en mi teléfono. 3:21 de la madrugada.

Eran pocas las almas que decidian un día jueves por la noche salir de sus departamentos. 

Quería llamar a Atsumu, quería decirle todo, quería que me tranquilizará y llevará a mi mente a un estado de quietud que me permitiera pensar con la cabeza fría y no por las emociones que Azumi me despertaba.

Busqué en mi teléfono el nombre que buscaba y pensando poco en la distancia que teníamos entre nosotros marqué. 

Al cuarto timbrazo contestó.

- ¿Haru? - sus voces eran muy idénticas.  Existían leves mátices que las hacían diferentes, la voz de Atsumu resonaba con energía y en ocasiones engreída, como el dueño del mundo que muchas veces creía ser,  pero la de su gemelo se caracterizaba por estar mayormente tranquila e incluso aburrida, cómo si cada palabra fuera perfectamente analizada antes de ser soltada. 

- Osamu. Siento molestarte a éstas hora - me excusé inquieta - Pero necesito decirte algo muy importante...

- ¿Daiki está bien? - preguntó genuinamente preocupado. 

Era claro que en un contexto donde el sabía que Daiki se encontraba conmigo, fuera el primer pensamiento que viniera a su mente. 

- Daiki está bien - afirmé para tranquilizarlo.

Aunque las asperezas entre nosotros iban poco a poco puliéndose, no significaba que él y yo fueramos otra vez los amigos que en el pasado fuimos. Pero en una situación cómo esta no dejaba de querer que nuestra amistad fuera como antes, en la que Osamu podía contar conmigo y en la que yo podía contar con él. 

- Es otra cosa. 

No me dejó terminar.

- ¿Algo ocurré con okaasan?  Le dije a papá que llamará en caso de cualquier emergencia.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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