08. Arrecheras y no-citas

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Las muchachas me falsearon.

Ninguna vino así que estoy sola en ésta mierda, dando vueltas como la propia gafa. Y sin plata pa' comprar empanadas o galletas, no pego una nojoda.

Lo bueno es que ya son las diez y media, falta poco para irme y acostarme en la cama como una perra paria' a dormir un rato. La verga es que si me escribe Heeseung, eso es mentira que voy a dormir en la tarde.

Después echaremos ese cuento porque ahora se me están bajando los breques lentamente.

—¿Cómo se llama la chama? —le preguntó un pelinegro al mardito, perdón, a Sunghoon.

Ese chamo yo lo conozco. Andrea habló con él unas dos semanas nada más porque Juan se había perdido y ella estaba despechada y aburrida. Aparte los cuentos qué hay de él en el F son para cagarse de la risa.

—Andrea González, estudia comunicación social.

—Aaah, sí, yo tuve algo con ella hace tiempo. Es demasiado puta y medio tierrua. —se rieron y mis intentos de controlarme se estaban preparando para irse del país.

—¿No ves con quien se la pasa? Con la Daniela esa, parece de barrio porque siempre se está peleando y gritándole a la gente.

—De verga tiene plata para comer aquí, entonces no parece, es de barrio. —los tres se rieron.

—Maracucha tenía que ser.

Listo, ya se fueron.

—¿Y vos que sois, mardito catire de mentira? —los tres chamos se timbraron. Me acerqué al que llamó a Andrea de esa forma y le volé la cara de un sólo coñazo, se tuvo que agarrar de Sunghoon para no caerse. —No puedes llamar a una chama "puta" cuando de verga chancea con chamos y es porque está aburrida. No es como vos que te coges hasta a un palo con falda y a las profesoras para que te pasen las materias. —sonreí cuando peló los ojos y la cara se le puso roja. —Si ella es puta como dices que sólo habla con los chamos, ¿vos que vendrías siendo?

Volví a meterle un coñazo, tirándolo al suelo ésta vez.

—¿¡Qué te...!? —Sunghoon se calló cuando acerqué mi cara a la suya, con unas ganas brutales de matarlo.

—Peleo y le grito a la gente porque no dejo que me hablen como vos lo estás haciendo, mucho menos que me falten el respeto a mí o a mis amigas. Si eso me hace tierrua entonces, sí lo soy, pero vos con ese verguero de plata lo que das es pena. —le di una cachetada. —Seguí hablando mío o de las amigas mías y te quito el tinte de la coñaza que te doy.

Me miró con miedo y asintió. Me di la vuelta y bajé las escaleras a paso rápido sin importarme si me caía o no, lo que quería era irme a llorar de la arrechera.

¿Por qué siempre tachan a Andrea de eso cuando no lo es? ¿Por qué siempre me tratan así por no estar al mismo nivel que ellos?

Desde niña es ese peo, he tenido que aprender a defenderme por esa mierda y estando ya en la universidad pensé que por fin se iba a acabar. Ahora veo que no, ahora veo que aumentó más bien. Estaba harta de que me pasara esto, de que insulten a Andrea por algo que no hace, de que la rebajen.

Agradecí mentalmente que pizarra estuviese vacía, sin nadie que me viera llorar y me senté en las bancas de atrás para eso mismo.

Agarré la chaqueta y la puse encima de mi cabeza cuando me recosté en la mesita, llorando por fin. Quiero a mis amigas, quiero que Luci me abrace y me haga cariñito en la cabeza, quiero que Andrea me quite la tristeza cantando canciones de Anuel, quiero que Cath me tome de la mano y se quede a mi lado hasta que ya no me sienta mal.

ꜱɪꜰʀɪɴᴏꜱノhyung lineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora