01. Dólares y amigas

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No es mentira pa' nadie que ser venezolano es una maldición.

Pero ser venezolana y maracucha ya es una verga sin explicación.

Yo siento que le quité el plato a Cristo en la última cena porque las vainas que me pasan a mí son como un castigo de él para volverme loca.

—Ajá pero eso lo dijeron ayer apenas.

—Pero ya la mayoría de los estudiantes han pagado, ¿qué excusa tiene usted?

Que capaz no he conseguido 90 dólares en menos de un mardito día, no sé, capaz sea eso.

Respiré profundo, buscando calma y paz dentro de mí pa' no responderle mal al mamaguebo viejo este.

—No me ha dado tiempo de conseguir el dinero, profesor, a otros estudiantes tampoco les ha dado tiempo, ¿por qué no puede dar un chance para que podamos presentar los trabajos? —le dije con la voz más dulcita y educada que encontré.

—Porque no es aceptable que la mayoría de mi clase haya pagado ya y ustedes no cuando desde antes se les avisó que venía un aumento de precio.

Sentí como la arrechera aumentó.

—No se nos anunció nada, profe, por eso estamos resolviendo todavía y... —el malpario éste como que se arrechó más porque me mandó a callar con un gesto de manos.

—No me contradiga, sí se les avisó con tiempo para evitar esto mismo. No presentan hoy y pierden la nota.

Se me bajaron los breques.

—Mámese una caravana de guebo. —cuando peló los ojos viéndome le sonreí con arrecherita y salí de esa mierda.

Escuché que gritó pero no le paré ni media bola y menos mal porque si entiendo lo que me gritó ahí sí capaz me botan por haberle caído a coñazo a un profesor. Voy a ir directico a ver cómo saco esa materia, no me importa si me atraso, no la quiero ver más con ese maldito. Verga, me voy a morir de la arrechera, Dios mío cuándo será el día que me miréis a los ojos.

Y cuando pensé que no me podía ir peor o que no podía arrecharme más, choqué con un chamo y le tiré las cosas al suelo. Incluyendo el teléfono que por lo visto es un iPhone de los últimos. Si se lo partí mínimo me tengo que prostituir para pagárselo.

Me puse rápido a recogerle los papeles. —¡Chamo perdón...!

—¿¡Tú no ves por donde vas, estás ciega!?

Se me bajaron los breques, otra vez.

Me le paré de frente, con unas ganas de caerle a coñazo. —No, no vi por donde iba. —le tiré los papeles al piso otra vez. —Recoge tu mierda, imbécil.

Me miró con arrechera y yo piré, caminé lo más rápido que me permitieron las personas amontonadas en la salida, averiguando qué pasó. Cuando salí del malpario edificio ese y llegué al pasillo, respiré con tranquilidad por fin. Fijo iba a pasar más arrecheras intentando cambiar la materia entonces me decidí por ir a pizarra.

Siempre me junto ahí con las muchachas pero como están en clases, me la voy a pasar sola una hora completa hasta que me toque entrar a mí. Me tiré en los banquitos suspirando horrible, el estrés que cargaba encima era demasiado y de paso ni había comido.

Dejé el bolso en la mesita y la usé de almohada.

—Amiga, disculpa.

Coño pero...

Había una chama cuchi con una sonrisita cuchi en frente con algo en la mano, le sonreí. —Dime.

—Es que estaba ahí cuando discutiste con el chamo y vi cuando se te cayó esto. —ahí fue cuando me mostró la carpeta donde tenía el trabajo que no pude entregar hoy. —Te lo iba a dar antes pero saliste casi que corriendo.

ꜱɪꜰʀɪɴᴏꜱノhyung lineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora