Alianzas

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La búsqueda se había atrasado por una tormenta.
Arturo aún se maldecía bajo el capo de su campamento improvisado.

-mi señor estamos en un bosque desconocido, a la intemperie, con pocas provisiones y al alcance de nuestros enemigos- Arturo puso los ojos en blanco, que el estaba ahí también y ya había tomado esas sugerencias desde que la lluvia nublaba su vista.

-no podemos avanzar o retroceder, la tormenta es tan fuerte que lo único que logrará es entorpecer nuestro avance- Leon asintió y presionó su puño contra el mango de su espada.
Arturo hizo lo mismo con la suya, había algo en ese bosque que no lo dejaba estar tranquilo.
—-
Merlin le sonrió a Lancelot, estaba animado de una manera tan característica del mago algo que el noble caballero tenía mucho sin ver así que el solo lo acompañaba con una sonrisa en su rostro.
Esa noche se celebraba la despedida de Emrys.
Y pronto el regreso de la magia.

Eso si todo saldría bien.

Aunque Merlin no lo había dicho en voz alta emanaba una esperanza de que todo fuera a estar bien.

Lancelot sabía cuál era la razón, esperaba que el soberano de Camelot fuera sabio y recordará los múltiples favores que había hecho Merlin por ellos.

Observó a Merlin a su lado derecho con una sonrisa grande y brillante, como si de nuevo fuera aquel siervo aprendiz que tenía tantos trucos bajo la manga como el tenía de oro.

Su copa chico con la del pelinegro y ambos compartieron un salud.
...

Cuando el sol comenzó a pintar el horizonte, la lluvia había comenzado a convertirse en una brisa.

El rey comenzó a dar órdenes desde muy temprano, su atuendo pesando más de lo normal por que estaba empapado.

-es momento de regresar mi Lord- Leon no tenia tampoco la mejor de las suertes, su traje tan empapado que incluso escurría agua al caminar.

-prometí que no regresaríamos a Camelot sin Merlin y eso es lo que aremos- se giró y ordenó a su tropa.
-seguiremos asta el este, haya encontraremos un lugar seguro y estableceremos un nuevo campamento- escuchó las quejas y réplicas de su tropa pero no dio su brazo a torcer.

Tomó las riendas de su caballo y se montó con un fino movimiento.
El era Arturo Pendragon un rey que cumplía sus promesas.
Y también un tonto fácil de persuadir.
—-
Lancelot y Merlin salieron con el sol, los druidas le dieron una cálida despedida y le suplicaron que su regreso fuera próximo.

Merlin desprendía una alegría que Lancelot creía perdida.

Apretó las riendas del caballo y observó con detalle la luz que su amigo emanaba.
Incluso antes de que supiera que tenía magia, los ojos azules de Merlin brillaban con más vida de las que él había podido salvar.

Lo estimaba por todo lo que habían echo por él y por eso temía que Arturo no respetara el mandato, más que matarlo no quería ver que el brillo que Merlin emanaba se vaciará.
Había mucho más que respeto y estima en el joven hechicero.
Había anhelo y amor.

-si cruzamos este bosque estaremos unas millas más cerca, llegaremos antes de lo supuesto- interrumpió sus pensamientos.

-no es recomendable tomar el camino seguro Merlin- le recordó, mientras trataba que sus caballos fueran a la par.

Aún no sabían que tan cierto era el que Arturo perdonara la supuesta traición que Merlin le había hecho.

Aunque la alegría del joven hechicero no disminuyó ningún decimal, ni siquiera cuando una lluvia turbia los sorprendió.
Aunque la lluvia nunca se detuvo ellos siguieron el camino, despacio por precaución.
Lancelot detuvo su andar e impidió el avance de su compañero, algo estaba pasando.
Más adelante escuchaba el choque de metal contra metal, algo que solo eran espadas, gemidos de dolor y esfuerzo.

Perdido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora