† Capitulo 37 †

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Narra Félix Lee... 

Y claro, la suerte no estaría de mi lado... Bueno aun que era de esperarse que algo así le sucediera a T/N y todo por mi culpa. Las enfermeras me explicaron que T/N seria como una beba pequeña por algunos cuantos días y que en eso no podía despegarme de ella ya que debía de ayudarla a ''volver'' a la normalidad. 

— ¿Puedo pasar a verla? — Pregunte yo en lo que pasaba mis manos en mi rostro. 

— Claro... Después puedes pasar a la recepción para firmar los papeles de su alta. — Dijo la enfermera en lo que me sonreía alegremente. 

— Gracias. — Dije para sin más entrar a la habitación de T/N. Esta se encontraba jugando con sus manos, pero se detuvo apenas y entre. — Hola pequeña... Soy... 

— FELIX — Dijo alegremente la peliblanca en lo que torpemente alzaba sus brazos en búsqueda de abrazarme a lo que yo rápidamente correspondí a la acción. 

— Me alegra que recuerdes quien soy... ¿Recuerdas a los demás? — Dije en lo que acariciaba sus despeinados cabellos, pero ella solo me miro algo confundida por mi pregunta. 

— Por su expresión, yo diría que es una suerte que te recuerde, pero ¿Será que recuerda que parentesco tienen? — Dijo Piers entrando por la puerta de la habitación y diablos tenía razón. 

— T... Digo Zara ¿Sabes que soy de ti? — Pregunte yo a lo que ella solo negó rápidamente — Claro... Si recuerdas como hablar ya es mucho... Bueno, yo soy tu hermano menor por un año.

— ¿Zara? Zara.... Zara — Empezó a repetir ella varias veces en un tono de confusión. 

— Ese es tu nombre pequeña... A ver dilo.... Zara Lee. — Dije yo en un tono dulce.

— Zara... Lee. — Dijo ella con una hermosa sonrisa que hacía que sus ojos se enchinen. 

— Muy bien. — Dije yo devolviéndole la sonrisa. 

— Félix las enfermeras te esperan para firmar los papeles del alta de Zara. — Dijo Piers en lo que nos miraba a ambos. — Vístela yo los espero afuera. 

— Amm Piers... su ropa está completamente manchada de sangre. — Dije yo mirándolo con seriedad. 

— Iré a ver que le consigo. — Dijo Piers en lo que se retiraba de la habitación. 

Una vez que él se fue puede estar un poco más tranquilo. — Bien, Zara ¿Recuerdas a tu padre? — Pregunte yo en lo que veía como ella negaba levemente. — Carajos.... 

— Carajos. — Repitió ella, pero para ser sincero sonó tan tierno que no se podía tomar como insulto. 

— Eso no lo repitas. — Dije yo en lo que acariciaba su cabeza.

𝘓𝘢 𝘩𝘪𝘫𝘢 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘤𝘢𝘴𝘪 𝘋𝘪𝘰𝘴 /𝘓𝘦𝘰𝘯 𝘚. 𝘒𝘦𝘯𝘯𝘦𝘥𝘺 𝘠 𝘛𝘶/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora