Albert Wesker, un hombre que buscaba la perfección y el poder para si mismo. Haría lo que fuese con tal de lograrlo, pero todo cambiaria con la llegada de esa niña... Esa niña la cual tenía sus ojos. Unos ojos los cuales provocan miedo a cualquiera...
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Lugo de un viaje largo y cansador, T/N al fin había llegado a la mansión Wesker en donde su tía y padre la esperaban con los brazos abiertos. La pareja de hermanos se cercioró de que su pequeña no esté mal herida y para su sorpresa T/N físicamente estaba perfecta, pero para desgracia no se podía decir lo mismo de su parte emocional... Ella se sentía tan vacía y destruida... Su mente aun le recordaba los sollozos desesperados del chico rubio el cual le pedía por favor que no lo dejara solo, pero ella no podía hacer nada más... No podía abandonar toda su vida solo por un chico, no importa cuánto lo amase... Ella estaba consciente de que el amor para los Wesker era una simple pérdida de tiempo.
— Mi niña, tu padre estaba tan preocupado por ti. — Hablaba Wesker en lo que abrazaba a T/N y depositaba un beso en la frente de esta. — Te prometo que esto no volverá a suceder, no mientras yo esté vivo...
— Amor mío, ¿tienes hambre? Tu tía preparara tus platillos favoritos. — Dice Alex en lo que acariciaba la cabellera de T/N.
Ella se alejó de los brazos de su padre y negó con la cabeza. - Iré a tomar un baño... Ya regreso. - Fue lo único que dijo la menor para luego dirigirse a su habitación ignorando así, a los dos hermanos los cuales la veían alejarse.
Narra T/N...
Cuando entre en mi habitación todo estaba tal y como lo deje el día de la fiesta de mi cumpleaños. Sin perder mucho tiempo me dirigí a bañarme ya que necesitaba sacarme toda la suciedad y el sudor que tenía, ni mencionar toda la sangre seca que tenía en mi rostro y ropa.
En lo que dejaba descansar mi cuerpo en la bañera me puse a pensar sobre todo lo que sucedió anteriormente, los cuerpos sin vida de los que algún día fueron personas con vidas normales. Lo que si me parecía extraño era que no había ningún niño en los pueblos por los que pase. Era muy, muy extraño, pero lo que más rondaba en mi mente eran todos los besos y caricias que Leon y yo logramos darnos que aun que fueron por pequeños periodos de tiempo, yo aun los sentía.
- Solo espero... Que nos volvamos a encontrar. - Dije para luego hundirme completamente en la bañera que tenía agua helada.
Luego de una hora salí de la bañera para ponerme mi pijama y bajar a la cocina en búsqueda de algo de comer, aunque no sentía hambre sabía que mi cuerpo necesita digerir algo. Cuando llegue pude apreciar a mi tía y a mi padre con una sonrisa.
- Cariño, ¿Qué quieres para comer? - Dijo dulcemente la voz de mi tía. - Tu solo pide que yo te lo preparare.
- No me siento muy bien, así que solo comeré una manzana y beberé agua. - Dije en lo que me acercaba a la nevera y tomaba una botella de agua.
- ¿Quieres hacer algo divertido? - Pregunto esta vez mi padre.
- Dormir. - Dije en lo que me ponía de marcha de nuevo a mi habitación, realmente me sentía cansada y lo único que quería era dormir... Tal vez y con un poco de suerte no vuelvo a abrir los ojos.
