Albert Wesker, un hombre que buscaba la perfección y el poder para si mismo. Haría lo que fuese con tal de lograrlo, pero todo cambiaria con la llegada de esa niña... Esa niña la cual tenía sus ojos. Unos ojos los cuales provocan miedo a cualquiera...
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Ambas almas no podían creer que después de tantos años separados estén frente a frente y tan cerca del otro. Creían que era solo un sueño el cual no querían que llegara a su fin. El tiempo pareció detenerse en lo que ambos jóvenes se miraban aun en shock por la sorpresa de la presencia del otro.
- T/N, ¿Realmente e- eres tú? - Dijo el agente con voz algo entrecortada en lo que se acercaba a la joven de rojo, en lo que lo hacía, miro con suma atención la mano izquierda de la joven y sí; ahí estaba esa cicatriz que la caracterizaba tanto.
- Leon... S- Soy y- yo. - Dijo la chica en lo que imitaba al agente. - Te e-extrañe...
El resto del mundo desapareció completamente en lo que ambas almas se unían en un beso delicado y lleno de anhelo. Ambos no querían separarse del otro, pero una voz masculina los interrumpió.
- Lamento interrumpirles el reencuentro, pero si no hacemos algo moriremos. - Dijo el otro hombre en lo que empezaba a disparar a los pueblerinos que habían empezado a entrar a la cabaña.
- Cl- Claro... - Dijeron ambos jóvenes en lo que se reincorporaban y empezaban a disparar a todo aquel que entraba a la cabaña.
El agente le ordeno a la joven Ashley que se escondiera en el segundo piso de la cabaña y esta obedeció de inmediato. Intento hacer lo mismo con T/N, pero esta se negó completamente.
- Ni creas que voy a dejar que se enfrenten a todos ellos ustedes dos solos. - Dijo la chica en lo que disparaba a un pueblerino directo a la cabeza, pero este en vez de morir solo siguió caminando en lo que una clase de tentáculo con una cuchilla salía de su cuerpo. - Mierda...
Después de varios minutos de tensión y lucha los pueblerinos empezaron a retirarse. Eso era extraño. - Parecen que se retiran. - Dijo el agente de cabellos rubios.
- Entonces, ¿Que hacemos ahora? - Dijo el otro hombre en lo que se acercaba a la chica de rojo. - ¿Estas bien?, Te ves pálida. - Pregunto el hombre, pero este solo fue ignorado por la chica.
La chica de rojo solo tenía la mirada perdida ya que aún seguía en shock por la presencia del agente Kennedy. Esta se sentía perdida y lo único que pudo hacer fue lanzarse a los brazos del agente de cabellos rubios para así poder abrazarlo.
- No podemos utilizar el puente por el que vinimos así que supongo que no tenemos otra opción más qué seguir avanzando. - Dijo el rubio en lo que correspondía el abrazo de la chica.
- He olvidado algo... Seguid vosotros. - Dijo el otro hombre en lo que salía de la cabaña.
Al fin ambos jóvenes se encontraban solos. Ambos tenían muchas preguntas y dudas, pero ninguno de los dos dijo ni una sola palabra. Solo se limitaron a disfrutar del cálido abrazo en el que se encontraban. Esos tres años sin verse, sin oírse y sin sentirse solo hacía que ahora mismo ambos no quisieran despegarse del otro. El chico se aferraba a la chica con necesidad, esperando que esta vez ella no se desvanezca como lo solía hacer en sus sueños. Mientras que ella solo dejaba caer lágrimas en silencio mientras escondía su rostro en el cuello del agente. Realmente se habían extrañado.
