[i n t e r m e d i o]

39 6 2
                                    

Cinco días habían pasado y Luke no había vuelto al bar.

Eso tenía a Michael muy preocupado.

Los primeros tres días lo entendía.

Había herido al rubio y necesitaba su espacio.

El día después de la última vez que se vieron, se había despertado con una leve resaca y recibió una reprimenda por parte de Josh por haber bebido alcohol.

Le prometió que no volvería hacerlo porque ni siquiera le había gustado, pero la verdad es que no volvería a hacerlo porque lastimó a una persona que quería por culpa del alcohol.

Lo cual le hizo recordar a cuando su padre bebía y luego lo golpeaba. Y se sintió peor todavía.

No quería que Luke tuviera la misma visión de él, que el ojiverde solía tener de su padre.

Durante esos días no había estado con nadie.

Ni siquiera se cruzaba por el bar.

Se quedaba en su cuarto incluso cuando alguien preguntaba por él.

No quería ver a nadie.

Josh se preocupó mucho cuando Michael dejó de comer.

Y como el adolescente no le permitía el paso a su cuarto, decidió enviar a Calvin.

Quizá con él se abría más y lograba hacerlo entrar en razón y descubrir que había pasado.

Y así pasó.

Calvin tocó la puerta del cuarto de Michael.

-Josh, por décima vez, no quiero hablar. Estoy bien.

-Niño, soy Calvin.

No se escuchó nada durante unos segundos y luego el menor abrió la puerta y asomó su cabeza.

Tenía sus ojos rojos, grandes ojeras, su cabello estaba casi despintado.

Calvin nunca lo había visto en ese estado y lo conocía desde niño.

Él mismo le había enseñado a montar su bicicleta y también a defenderse si alguien quería atacarlo.

Le había curado las rodillas en su primera caída y le había secado las lágrimas.

-Niño... -Estaba realmente sorprendido por la imagen frente a él.

Michael se sintió mal. No quería que lo vieran en ese estado.

Cuando iba a cerrar la puerta, Calvin reaccionó y se metió rápido al cuarto.

El ahora casi desteñido, lo miró indignado.

Aún así cerró la puerta y se dejó caer en su cama al lado del hombre robusto.

-Niño, ¿qué es lo que está pasando?

-Nada, en serio.

El de ojos marrones lo miró obvio.

-¿Tiene esta situación que ver con que el rubiecito haya salido llorando el sábado pasado?

Michael se sorprendió.

-¿Se fue llorando?

Esta vez Calvin lo miró aún más obvio.

El ojiverde se mordió el labio y suspiró.

-Solo, dime si de verdad se fue llorando.

-Bueno, tenía la mitad del rostro húmedo y salió casi corriendo, así que si, yo diría que estaba llorando.

Michael se mordió el labio con más fuerza.

-Vamos, peque, cuentale al tío Calvin que fue lo que pasó.

Bad Kitten//Muke ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora