Capítulo 57: La última redención

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Conforme Scarlet se iba acercando a la ciudad de huesos maldecía por tener la incógnita de no saber si sus amigas estaban bien, habían sobrevivido al ataque de los miles de Grimm bajo la ciudad, o si Sarla había terminado traicionando a todos en favor de los Grimm. Divisó el montículo y se deslizó colina abajo para atajar tiempo y llegar antes. Aún iba con la guadaña desplegada por si tenía que usarla para hacer algo que esperaba no tener que hacer. Al rodear el montículo se encontró junto a la entrada a Gabrielle de pie, y tras ella estaban Sarla tirada con las piernas abiertas en el suelo y su madre hablando con un par de chicos de unos quince o dieciséis años. Cuando Gabrielle la vio llegar la saludó efusivamente con la mano alzada. Scarlet, que aún seguía en estado Grimm solo por si resultara necesario, se relajó y volvió a su estado habitual soltando un suspiro de alivio. Dejó caer pesadamente la guadaña, se acercó poco a poco a Gabrielle y la abrazó con fuerza.

—¿Estás bien, Gabrielle? ¿Qué ha pasado? Estaba muy preocupada por vosotras —farfulló Scarlet.

—Eso mismo debería preguntártelo yo. ¿Qué tal ha ido con...? —Gabrielle observó las vendas improvisadas bañadas en sangre que se había hecho Scarlet con un trozo de su túnica. La sangre se había secado y había tomado un color cercano al granate. También tenía un resto de sangre a la altura de la boca, que apenas se había preocupado por restregar un poco con el dorso de la mano y aún permanecía en la cara—. ¡Por Dios! ¿Se puede saber qué te ha pasado? ¿Estás bien? —gritó Gabrielle muy preocupada.

—Sí, sí, tranquila. He tenido un combate bastante complicado con Skor, pero ya no volverá a ser una amenaza nunca más. Me he encargado de resolverlo todo de una vez por todas —la tranquilizó Scarlet.

Scarlet se abrazó por un rato largo con su madre al ver que ella también estaba bien, aunque le dedicó a Sarla cierta mirada de desconfianza por lo que sabía de boca de Skor. Solo le quedaba averiguar si lo que le había contado el Grimm era solo un farol, o si en realidad había algo que la chica aún no les había contado. Quería saberlo, y quería hacerlo de boca de Gabrielle, con la que tenía mayor confianza porque la conocía y sabía que era como un libro abierto que le diría las cosas tal cual sucedieron.

—¿Y bien? ¿Qué ha pasado aquí en mi ausencia, Gabrielle? ¿Sarla te ha intentado hacer algo? —Scarlet fue directa al grano.

A Sarla se le pusieron los ojos como platos no pudiendo ocultar su sorpresa, una que nacía del hecho de que Scarlet sospechara de ella de buenas a primeras. La cara de Lycia parecía imperturbable pero denotaba una cierta curiosidad, y Gabrielle agachó un poco la cabeza. Esto último fue la prueba que Scarlet buscaba. Así que sí que había pasado algo después de todo.

—¿Cómo has...? —preguntó Gabrielle, siendo interrumpida al momento por Scarlet.

—Me lo dijo Skor escasos segundos antes de que lo matara. Me dijo que Sarla trabajaba en realidad para él —Scarlet se dirigió a Sarla algo molesta—. ¿Así que ese era el plan después de todo? ¿Si me terminaba convirtiendo en un obstáculo directo para Skor tenías orden de matar a Gabrielle? ¿A mi madre? ¿A cualquier otro ser querido para mí que se interpusiera en sus planes? ¡Contesta, Sarla! —Scarlet estaba muy enfadada en este punto.

—Sí, es cierto todo lo que dices —se limitó a responder Sarla mientras hundía la mirada y se mordía un labio.

—¿Así que nos engañaste todo este tiempo para que confiáramos en ti y nos traicionaras por la espalda? Ahora lo entiendo todo. Por eso estableciste esa distancia a propósito con nosotras. Lo de Kerl era una simple excusa para acercarte a nosotras y matarnos cuando fuera el momento oportuno, ¿no es así? —Scarlet estalló de una forma impropia en ella. Se sentía traicionada, y no era para menos.

ScarletDonde viven las historias. Descúbrelo ahora