Capítulo 46: Preguntas

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Scarlet fue abriendo los ojos poco a poco y bastante desorientada. La luz la cegó por unos segundos y respiró aire con fuerza, dándose cuenta que no había rastro de azufre en el ambiente. Esto la pilló desprevenida y se le escapó un par de tosidos secos. No tardó apenas en volver en sí y recordó que se encontraban luchando contra Kerl, por lo que se levantó muy alterada. Miró a su alrededor y había algunos árboles dispersos por la zona en una especie de llanura despejada bajo un sol cuyos rayos destellaban si era observado directamente. Había cebras y algún que otro león repartidos por la zona. Ese paisaje era inconfundible. Se trataba de una sabana, lo que quería decir que estaban fuera del mundo onírico, en algún punto de África. Cuando Scarlet hizo memoria logró recordar cómo decapitaba a Kerl con sus propias manos y con ayuda de Scarlett. Intentó indagar en su interior aunque no encontró rastro alguno de ella, de su hermana.

Había pasado tantos años sola que le costaba creer que hubiera convivido todo este tiempo con su propia hermana y ni siquiera hubiera sospechado algo al respecto. Aunque había tomado su nombre, nunca supo con certeza si fue real o no porque nunca se volvió a manifestar después de aquella vez. Su padre sí lo sabía, y al parecer su madre también. Lycia se encontraba justo a su lado sentada sobre el tronco de un árbol. Sarla estaba algo más lejos sentada también y muy inclinada hacia delante mirando al suelo y con los ojos cerrados, con signos de cansancio severo aunque aún seguía despierta. Gabrielle se había ido a dar un paseo para despejarse porque sentía que lo necesitaba más que nunca. Normal. Habían estado algo más de dos meses en el mundo onírico, y eso dejaba huella. Si a Scarlet ya le costaba soportar aquel aire difícilmente respirable, la pobre Gabrielle debía haberlo pasado peor solo que se lo había guardado para ella misma.

—¿Cómo te encuentras, hija? —le preguntó su madre—. Gabrielle me ha explicado que ahora te haces llamar Scarlet, como tu hermana.

—Sí, así es. No quería olvidar su nombre, además pensaba que era la mejor representación de haber dejado mi antigua vida como una chica pequeña y vulnerable. Supongo que puedo recuperar mi antiguo nombre ahora que ella ha regresado —dijo Scarlet con algo de pesar.

—No es necesario. Si tu hermana está de acuerdo y no se ha opuesto, a mí también me parece bien.

—¿Cómo hemos vuelto a la Tierra? —quiso saber Scarlet siendo consciente de que no se había sumergido, no al menos por voluntad propia.

—Tu amiga Sarla nos ha traído. A la pobre le he exigido más de lo que podía, pero era una situación particularmente complicada y necesitábamos alejarnos de allí para estar más seguras y descansar un poco. Nos hace falta ahora más que nunca —explicó Lycia sonando como la mujer más amable y comprensiva del mundo—. Le he dicho que podía dormir todo lo que necesitara pero ha rehusado y ha preferido quedarse despierta. Supongo que hay un montón de preguntas que querrás hacerme, ¿verdad?

—Sí. No sé ni por dónde empezar —Scarlet intentaba poner sus pensamientos en orden porque había muchas cosas que aún desconocía.

—Tómate tu tiempo, cariño. Acabamos de salir de una de las situaciones que ha llevado más al límite nuestras fuerzas, pero has estado a la altura. No podría estar más orgullosa de ti.

—Gracias, mamá.

Esas palabras sonaban muy raras para Scarlet. No había forma de que se hubiera podido imaginar reencontrándose de nuevo con su propia madre, y por extraño que le pareciera todo ahí estaba de nuevo. Se sentía de nuevo como una niña de doce años justo antes de que sucediera el ataque de los Grimm y terminara encerrada en el mundo onírico. Había experimentado y sufrido tanto en todo este tiempo que no era capaz de medir el nivel de felicidad que la embargaba en esos momentos. Cuando hacía memoria y se recordaba a sí misma algunos meses atrás afectada por la soledad que había sufrido hasta el punto de sentir un cierto desapego hacia la humanidad, agradecía no haber cedido a ese sentimiento tan triste. Había conocido a Gabrielle, suavizado ciertas rencillas con Sarla a pesar de que esta intentó matarla en reiteradas ocasiones al principio, y tras tanto tiempo su propia madre volvía de nuevo a su vida, algo casi impensable para Scarlet.

—¿Qué te ocurrió todo este tiempo, mamá? ¿Cómo sobreviviste y por qué nunca volviste a buscarme? ¿Dónde está papá? —Scarlet estaba intrigada porque no parecía sencillo explicar esas preguntas con los años que habían pasado.

—Cariño, tu padre... —El rostro se le ensombreció a Lycia, y Scarlet entendió el significado tras él y se entristeció—. Aunque no te lo creas, de hecho sí que te busqué pero habías desaparecido y... es el momento de que sepas qué pasó —Las palabras de Lycia fueron sonando cada vez más ominosas, como si hubiera un motivo muy profundo tras su desaparición los últimos trece años.

ScarletDonde viven las historias. Descúbrelo ahora