Capítulo 30: El ascenso de la cazadora, parte 2

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El aire se había vuelto a aplacar repentinamente, y Scarlet entrecerró los ojos temiéndose lo que estaba por llegar. Un único portal se abrió frente a las chicas, y de él salió un ser como salido del infierno. Tenía la piel granate, y solo llevaba unos pantalones rasgados color beige. En la cabeza tenía dos largos cuernos en forma de c, y le recorrían marcas en un color carmesí muy brillante tanto por todo el cuerpo como por la cara. De algún modo, ese extraño ser le resultaba muy conocido a Scarlet, o al menos eso era lo que le decía su corazonada.

—¿Kerl? ¿Eres tú? —preguntó Scarlet con la boca algo seca y el corazón acelerado.

—Vaya, veo que aún me recuerdas, chica. ¿Cuánto tiempo hace ya desde la última vez que nos vimos? ¿Unos doce años, tal vez?

—¿Qué narices se supone que te ha pasado?

—¿Te refieres a mi cuerpo? La historia sería algo larga, pero digamos que es la fusión de varias almas en una sola, y como consecuencia mutaron hasta tomar este aspecto. Supongo que las almas no están preparadas para esto.

Las caras en pena de varias almas contenidas asomaron bajo la piel tanto por el hombro, como por el estómago e incluso por las piernas de Kerl, y luego se volvieron a introducir de nuevo en su cuerpo. A Scarlet se le pusieron los ojos como platos al ver tal atrocidad antinatural. No podía decir que le sorprendía como tal porque ya sabía de qué palo cojeaba ese Grimm, pero había traspasado un umbral muy peligroso y debía andarse con mucho cuidado con él.

—¿Me has echado de menos, chica? Yo a ti sí —dijo Kerl sonando simpático.

—Déjate de gilipolleces, Kerl. No te hagas el amable conmigo porque te conozco demasiado bien como para ver tu verdadero ser más allá de esa fachada de Grimm bueno. Me has estado siguiendo todo este tiempo, ¿me equivoco?

—Tan perspicaz como siempre. Así es. Siempre te he vigilado muy de cerca, y reconozco que me has entretenido bastante. Ahora te haces llamar Scarlet, ¿no? ¿Por qué no regresas conmigo? Podríamos hacer grandes cosas juntos como en aquellos buenos tiempos que pasamos tú y yo.

—¿Buenos tiempos? ¿Tú y yo? ¿Estás chiflado o qué? Sigues obsesionado conmigo pero ¿qué pasa con esa chica? ¿Sabes que te quiere o acaso te importa siquiera?

—Ya no me resulta útil. Tenía una única misión que era traerte de vuelta a mí, y ha fallado estrepitosamente —explicó Kerl dedicándole a Sarla una mirada fría y sin ápice alguno de sentimiento.

—¿Y vas a desecharla sin más después de todo lo que ha hecho por ti? ¡Eres un monstruo! —intervino Gabrielle.

—¡Gracias! ¡Al fin alguien que se da cuenta de lo que valgo! —respondió Kerl sintiéndose halagado por sus palabras.

—No pareces ser muy consciente de que después de esto la más mínima oportunidad que tenías de que regresara contigo se ha desvanecido por completo. Si crees que voy a dejar todo lo que he construido lejos de ti para dar varios pasos atrás, no podrías estar más equivocado —respondió Scarlet muy convencida.

—Lástima. Cuando eras la Garra Carmesí parecías sumamente feliz y liberada, pero aún no es tarde. Puedes volver a serlo.

—Ni en tus mejores sueños. Ven y oblígame, eso si puedes claro. Ya es hora de zanjar lo que en su día no pude —dijo Scarlet con tono retador.

—Tan obstinada como siempre. Tendré que hacerte entrar en razón a la fuerza, que es la única forma en la que entiendes las cosas.

Esta vez fue Scarlet la que tomó la iniciativa y se lanzó primero a por Kerl para hacerle ver que hacía tiempo había dejado de ser la chica pasiva y sumisa que una vez fue. Cargada con un cartucho de flammentrank, la guadaña se topó con una poderosa barrera de maná tan resistente que incluso podía resistir el envite de esa arma a plena potencia.

ScarletDonde viven las historias. Descúbrelo ahora