Capítulo 18: Carga y responsabilidad

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Habían pasado dos semanas desde el desafortunado encuentro con aquella misteriosa persona de la máscara blanca y la marca roja, y Scarlet y Gabriel no se la habían vuelto a encontrar de nuevo. Tampoco se habían encontrado con ningún espectro de Grimm o persona por donde ellos pasaban, y tampoco había aparecido otro Grimm como el que encontró Scarlet la última vez en el bosque. Eso podía parecer una buena señal que Scarlet interpretaba como un mal augurio de que algo muy malo estaba por llegar en cuanto ambos se descuidaran.

Scarlet y Gabriel se encontraban recorriendo un fiordo danés en esos momentos. Aquel vasto paisaje aún ignoraba la reciente entrada del invierno. Árboles frondosos y de hojas muy verdes, arbustos mullidos, y un río de gran anchura que se abría paso a través del terreno repleto de follaje y vida. En el otro extremo podían apreciarse algunas montañas de cumbres heladas y una cascada. La luz del sol bañaba cada rincón del fiordo, volviendo más luminosa la vegetación y revelando incluso el fondo del río de aguas sosegadas y cristalinas. El ambiente invitaba a relajarse y a disfrutar del entorno, y sin embargo los chicos se encontraban discutiendo. Gabriel expresaba su molestia de que ella siempre fuera tan desconfiada con todo.

—...Y eso no tiene que ser un problema. ¿O es que siempre que no pasa nada es porque algo malo se avecina?

—Justo eso mismo. Habitualmente sucede algo cuando no ha pasado nada durante días. Te lo digo por experiencia.

—¿Por qué tanta desconfianza?

—Me sorprende que me lo preguntes. Será porque no hay nada... Ah, no, que sí que hay Grimm rondando por todo el mundo. ¿No te has preguntado aún por qué siempre aparecen en el lugar y momento idóneos? —respondió Scarlet con cierta acidez.

—Ahora que lo dices... ¿tú sabes por qué?

—Nos vigilan desde el mundo onírico. Algunos saben por dónde vamos, y se aparecen cuando estiman oportuno. Si a mí no me atacan es porque les entregué un mensaje contundente y conciso, y fueron lo suficientemente inteligentes como para captarlo al vuelo. Es por eso mismo que tampoco intentarán atacarte a ti tampoco si saben lo que les conviene.

—¿Sugieres que aunque a nosotros no nos pase nada, aún hay Grimm que rondan por la zona acechando y robando almas de personas?

—Siempre que haya personas cerca, sí. No me preocupa eso. Siempre estoy alerta y preparada, pero no dejo de darle vueltas a lo de esa chica. No ha vuelto a aparecer y podría hacerlo en cualquier momento. No sé a qué está esperando.

—¿Qué podemos hacer si vuelve a aparecer?

—Buena pregunta. Por lo pronto espero que no vuelva a hacerlo. Si lo hace, no sé si estaré preparada para enfrentarme a ella. Creo que deberíamos parar un poco y entrenar.

—¿Entrenar?

—Sobre todo tú. Te veo muy verde en esto y no siempre puedo estar a tu lado para protegerte. Si no hubiera actuado con rapidez en ese pueblo, lo más probable es que ya no estuvieras aquí junto a mí, pero puede llegar el día en que no esté ahí para ayudarte, e incluso que me suceda algo y te veas solo. En ese caso no te valdrá solo con huir, te lo aseguro.

—...

—Además, yo también necesito prepararme si quiero poder enfrentarme a esa chica en igualdad de condiciones. Necesito respuestas. Si Kerl se va a terminar volviendo una amenaza a tener en cuenta, debo saber qué ha pasado en mi ausencia.

Junto a la orilla del río, Scarlet empezó a entrenar con Gabriel. Al chico le prestó un khopesh, una espada oriental de hoja curva que guardaba junto a otras armas dentro de su bolsa. Ella decidió usar una cimitarra, otra espada oriental de hoja curva. Gabriel ya le había preguntado en varias ocasiones de dónde había conseguido sacar tantos tipos de armas distintas provenientes de diversas partes del mundo, aunque eso era algo de lo que Scarlet no quería hablar porque no se sentía particularmente orgullosa de ello. Todas esas eran armas que venían descritas en el libro de los cazadores de Grimm que había ido recopilando en los primeros meses de travesía tras escapar del mundo onírico, porque supuso que le serían sumamente útiles en un futuro, algo en lo que el tiempo le terminó dando la razón.

Aunque Scarlet no era muy diestra en el uso de la cimitarra porque no era una de sus armas predilectas, logró desarmar en cuestión de segundos a Gabriel, que en un abrir y cerrar de ojos se vio tirado en el suelo con la punta de la cimitarra frente a él. Scarlet lo ayudó a levantarse y le fue dando consejos para interceptar la hoja con velocidad, realizar movimientos evasivos y ofensivos cuando fuera necesario, así como trucos para mantener sus puntos débiles protegidos en la batalla a fin de evitar que el enemigo se pudiera aprovechar de ellos. Gabriel aprendía con rapidez porque atendía tanto a las explicaciones de Scarlet como a su forma de moverse, y en cuestión de horas se defendía con cierta soltura durante varios minutos seguidos más que cuando empezó a entrenar.

Scarlet aprovechó el momento para preguntarle algunas cosas que no se había interesado en preguntar antes.

—Por cierto, no te lo he preguntado hasta ahora pero ¿de dónde eres? Ya sabes, antes de terminar en el mundo onírico.

—Soy de un pueblo llamado Lyon, en Francia.

—¿Y cómo hablas tan bien el noruego?

—Aunque mi padre vivía en Francia, había nacido en Noruega y vivió algunos años de su vida allí. Quiso que yo también aprendiera el idioma.

—¿Entonces tu madre era Grimm?

—Eso parece. No entiendo por qué nunca me lo dijo.

—A lo mejor quiso protegerte y creyó que era mejor que no lo supieras. Mis padres también me lo ocultaron hasta el último momento, pero saberlo me ayudó a sobrellevarlo mejor que si lo hubiera desconocido.

—¡Pues quizás los míos podían haber hecho algo parecido! ¿Sabes lo mal que lo pasé los primeros meses en el mundo onírico no entendiendo nada de lo que me rodeaba, yendo de un lado para otro con mi hermano pequeño sin saber a dónde ir o qué estaba pasando? —respondió Gabriel muy molesto.

—Te entiendo un poco. Yo sí sabía lo que eran mis padres, y aun así fue muy duro estar retenida tanto tiempo en ese lugar tan siniestro, mucho más si no lo hubiera sabido. Piensa que yo cargo con un peso mayor, porque además mi madre era descendiente de cazadores de Grimm. En cierto modo, he cogido el relevo de mis antepasados no tanto por gusto, sino porque las circunstancias me han obligado, y no puedo eludir mis responsabilidades sin más.

—¿A qué te refieres con responsabilidades exactamente? —preguntó Gabriel extrañado.

Scarlet sacó de su bolsa el libro con el lobo de perfil en la portada, el Grimm Handbuch für Jäger. En todo el tiempo que Scarlet y Gabriel habían estado juntos no había tenido la necesidad de sacar el libro porque ya tenía con el chico suficiente entretenimiento, y se sabía de memoria los Grimm y las pociones como para tener que sacarlo para consultarlo. Gabriel estaba sorprendido porque no se lo hubiera querido enseñar antes.

—Este libro relata los enfrentamientos que hubo en el pasado entre Grimm y humanos. Consiguieron llegar a una especie de acuerdo, y terminaron encerrando a los Grimm en el mundo onírico.

—No sé si te estoy entendiendo bien. ¿Me estás diciendo que por culpa de tus antepasados estamos como estamos ahora?

—Todo lo contrario. De no haber sido por ellos, la humanidad posiblemente se habría extinguido hace cientos de años. Me temo que la culpa de que haya pasado todo esto es mía.

ScarletDonde viven las historias. Descúbrelo ahora