Capitulo 10

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A la mañana siguiente volvió a ser ella misma, imperturbable y dispuesta a todo. Excepto por la rozadura de la mejilla, era Clarke Griffin, supermodelo.

Tan pronto como se hubo levantado, llamó a recepción.

- Quiero que me preparen la cuenta, por favor, me marcho el día de hoy - Luego se puso en contacto con la compañía aérea.

Ese día no había vuelos para Londres.

- Puedo conseguirle un billete para el vuelo de las tres para NY - sugirió el agente ante su insistencia - Y desde allí puede tomar un avión directo a Londres. Debe presentarse en el aeropuerto una hora antes de embarcar ¿Primera clase?

- Sí, gracias.

- La reserva ya está hecha. Esperamos que vuelva pronto.

«Ni por todo el oro del mundo», pensó Clarke.

El servicio de desayuno había terminado. Pero de inmediato apareció una sonriente camarera en la terraza.

- ¿Café? ¿Tostadas?. ¿Desayuno inglés?

- Sólo un café, por favor.

- ¿Mango? ¿Piña? ¿Sandía? - preguntó una voz conocida. Clarke se puso rígida.

Lexa apareció junto a ella con pantalones cortos y un top que le quedaba de muerte. Ella deseó con tanta intensidad tocar su abdomen dorado que sintió un hormigueo en las manos. Y en todo el cuerpo.

- Buenos días - saludó, con la voz sofocada.

- Hola - Lexa se sentó a la mesa, frente a ella - Traiga un poco de fruta variada - pidió a la camarera.

La mujer se retiró con una sonrisa conspiradora. Pero Lexa no sonreía. La miró un largo instante.

- ¿Como te sientes?

Maldición, ¿cómo podía parecer tan interesada en ella?... Como si ella le importara y mucho.

- Bien, gracias. Un poco magullada.

Lexa le tocó suavemente la mejilla.

- Debe de dolerte.

Ella desvió la mirada y se encogió de hombros.

- Lo que más importa es el aspecto. Una rozadura fea. La próxima semana tengo una sesión fotográfica importante.

- Tu profesión es una locura - contestó con simpatía.

- Tienes razón - convino ella, cordialmente - Pero me lleva por todo el mundo y me proporciona un estilo de vida que de otro modo sólo habría podido soñar.

- ¿Y eso es importante? - preguntó con seriedad.

- Me impide hacer tonterías - repuso ella, en tono ligero.

Lexa le tomó la mano sobre la mesa.

- Pero no es así, ¿verdad?

Ella no pudo soportar el suave tono de broma.

- Lo será en el futuro. He aprendido la lección.

- Eliza

- ¡No me llames así! Soy me llamo Clarke y lo sabes

Lexa parpadeó. Sus ojos se habían oscurecido de tal modo que ella podría haberse ahogado en su mirada.

- De acuerdo, si es eso lo que quieres Srta. Clarke

¿Cómo podía ser tan devastador sin ser tan hermosa?

«Podrás superarlo. Tienes que hacerlo», pensó ella.

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