El sonido de la lluvia golpeando los ventanales de la casa de Echo era un murmullo constante, un latido silencioso que acompañaba la inquietud de Clarke. Habían pasado tres días desde el encuentro con Lexa, y aún no lograba sacarla de su mente.Intentaba mantenerse ocupada. Se aseguraba de que la casa estuviera en orden, sacaba a pasear a Cheto y revisaba los pendientes de la agencia. Pero era inútil. Su mente regresaba, una y otra vez, a la mirada de Lexa cuando estaba en la puerta, a la tensión en sus manos cuando tomó la taza de té, al eco de su voz, tan familiar y a la vez tan lejana.
Esa noche, Clarke decidió salir. No quería quedarse atrapada entre sus propios pensamientos. Se puso un vestido negro sencillo, se recogió el cabello en una coleta despreocupada y salió hacia un bar en el centro de la ciudad. Uno de esos lugares con luces tenues y música jazz en vivo, donde podía perderse entre la multitud y, tal vez, distraerse con una copa de vino.
El ambiente era acogedor, con el sonido del saxofón flotando en el aire y el aroma a madera y licor viejo envolviéndola. Clarke pidió un vino tinto y se sentó en una mesa junto a una ventana empañada por la humedad de la lluvia. La copa estaba fría entre sus dedos cuando la vio.
Lexa.
Estaba de pie junto a la barra, vestida de manera más informal que la última vez. Un suéter gris de cuello alto y unos jeans oscuros reemplazaban el traje impecable con el que había aparecido en la puerta de Echo. Su cabello caía en suaves ondas sobre sus hombros, y sus manos descansaban en los bolsillos de su chaqueta de cuero.
El estómago de Clarke se tensó. ¿Era una coincidencia? ¿O Lexa la había buscado? O El destino estaba jugando con ella
Lexa levantó la mirada y la vio. Sus ojos verdes se ensombrecieron por un instante antes de que un atisbo de sonrisa tirara de la comisura de sus labios. No parecía sorprendida. Más bien, parecía... expectante.
Clarke desvió la mirada hacia su copa, como si no la hubiera visto. Su corazón latía demasiado rápido, como si algo dentro de ella estuviera peleando contra la corriente de emociones que amenazaban con arrastrarla.
Pero entonces, la reconocida fragancia de Lexa, una mezcla sutil de vainilla y jazmín con un toque elegante de ámbar, se filtró en su espacio. Clarke supo, sin necesidad de mirar, que Lexa estaba junto a ella.
- ¿Puedo sentarme? - preguntó Lexa, su voz suave, casi cautelosa.
Clarke tomó un sorbo de su vino antes de responder.
- ¿Me dejarías decir que no? - murmuró, sin levantar la vista.
Escuchó la exhalación silenciosa de Lexa antes de que tomara asiento frente a ella. Durante un instante, ninguna dijo nada. Solo el murmullo del bar, las notas del saxofón y la lluvia afuera llenaban el silencio entre ellas.
- No esperaba verte aquí - dijo Clarke finalmente, su tono más frío de lo que pretendía.
Lexa inclinó levemente la cabeza, estudiándola.
- Yo tampoco esperaba venir - admitió. Se pasó una mano por el cabello, un gesto que Clarke recordaba bien. Lexa solo hacía eso cuando estaba nerviosa. - Pero quería despejarme y olvidar. Pero las cosas no siempre salen como uno las quiere.
Clarke dejó escapar una risa seca y deslizó su dedo por el borde de la copa.
- Vaya, eso sí que es nuevo. Lexa Woods sin control sobre algo en su vida.
Lexa no respondió enseguida. Sus ojos recorrieron el rostro de Clarke, como si intentara descifrar lo que había detrás de su tono sarcástico.
- No soy la misma persona, Clarke. Y tampoco creo que tú lo seas.
Clarke se tensó. Su mirada se encontró con la de Lexa, y por un momento, el ruido del bar se desvaneció. Solo existían ellas dos. El pasado, el presente y todo lo que quedó en medio.
- ¿Y qué esperas de mí, Lexa? - preguntó Clarke, apoyando la copa en la mesa con más fuerza de la necesaria. - ¿Que finjamos que nunca nos hicimos daño? ¿Que nunca dejamos de hablarnos como si fuéramos extrañas? ¿Que olvide que preferiste tu estatus a arreglar lo nuestro?
Lexa inspiró profundamente, tensando la mandíbula con una furia contenida. Apoyó los codos sobre la mesa, entrelazando los dedos con rigidez, como si intentara contener algo más profundo. Cuando habló, su voz ya no era un susurro; era un tono grave, firme, cargado de enojo y seriedad.
- No espero nada, Clarke. No espero que me creas, ni que me perdones. Pero cuando te vi aquí, no pude evitar venir. Tal vez es el destino, o una cruel broma del universo. Tal vez no signifique nada. Pero aquí estoy. Y tú también. Y por más que intente olvidarlo, hay cosas que no desaparecen tan fácilmente. No fui solo yo la que arruinó lo que teníamos, pero tenemos que hablar y por fin cerrar esto. Quiero vender lo último que me queda aquí para ya desaparecer nuevamente, porque ya no me ata nada a estar en Londres.
Clarke bajó la mirada a sus manos. Sintió que algo en su interior se quebraba un poco. Una parte de ella quería gritar, otra quería marcharse, pero la más honesta simplemente quería quedarse allí y escuchar.
- No sé qué quieres que diga - admitió en voz baja - Si la última palabra la diste tú hace años.
Lexa tragó saliva, su expresión endureciéndose mientras la frustración se acumulaba en su mirada. Su mandíbula se tensó con fuerza, y sus labios se comprimieron en una fina línea antes de responder. El enojo y la tristeza se mezclaban en su voz cuando finalmente habló, conteniendo una tormenta de emociones que amenazaban con desbordarse.
- No tienes que decir nada. Solo dime si quieres que hablemos y por fin dar un cierre o solo dime que me vaya y lo haré.
Clarke levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los de Lexa. Fue un instante fugaz, pero cargado de nostalgia, de recuerdos que aún ardían en los rincones de su memoria. En los ojos verdes de Lexa había algo más que frustración; había una tristeza densa, un dolor que Clarke reconoció al instante. Y, por un momento, ninguna de las dos pudo apartar la vista.
Al no contestar Clarke, Lexa entendió que debía marcharse y dio media vuelta, caminando hacia la salida. Justo antes de que atravesara las puertas, sintió un suave agarre en su mano. Al voltear, encontró a Clarke, quien susurró, con voz apenas audible:
Quédate. - susurró Clarke, apenas consciente de su propia decisión.
Lexa asintió una vez, como si hubiera estado esperando esa respuesta. Sus hombros se relajaron ligeramente, y por primera vez en mucho tiempo, Clarke vio en sus ojos algo más que nostalgia.
Vio esperanza.
***
Perdón pero ya quedó creo que voy a dar unos capítulos más y var por terminada la historia

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Solamente tu
FanfictionAquella playa soleada estaba llena de secretos y deseos... La supermodelo Clarke Griffin necesitaba escapar de todo, así que se marchó de incógnito a la Rivera Maya en busca de paz. Pero la paz era algo inalcanzable si Alexandra Woods estaba cerca...