Los años pasaron y yo tenía 20. Vesemir me moldeó, me enseñó tantas cosas como fueran posibles, pero siempre he llevado algo en mente. Por qué? Por qué hace esto conmigo? Nunca se lo pregunté, no quería hacerlo sentir incomodo.
Me volví muy buena en cuanto a hechizos, la magia caos entre otras cosas, soy su aprendiz. Una vez durante la cena le pregunté su edad, él me respondió que tiene más de 150 años, pero como no le gusta envejecer, así que no lo hace. Él cuidó de mi desde que me encontró en el bosque, me vistió, me educó, me alimentó, todo lo que un padre haría por su hija, pero esa clase de relación no existía entre nosotros, sólo éramos un hechicero y su aprendiz.
-Vesemir, hoy encontré esta pequeña criatura en el bosque, camino al río...- dije sosteniendo la criatura mientras entraba en la cabaña. Él estaba de pie cerca de la ventana, nunca pude leer sus expresiones, me costaba trabajo saber sí él estaba triste o feliz, preocupado o molesto.
-Atlas- dijo volteando a verme.
-Si?- dije soltando la criatura que traje del bosque.
-Hoy te llevaré a un lugar muy lejos de aquí. Te llevaré a tu nuevo hogar donde desempeñaras un labor muy importante-
-Qué? Me dejarás sola?-
-Dicho trabajo lo requiere-
-No, yo no me quiero ir, yo quiero estar aquí contigo. He pasado en esta cabaña junto a ti durante 15 años-
-Lo sé, pero fuiste elegida para este trabajo-
-... Cómo dices?- entonces lo supe, era la respuesta que tanto buscaba a mi pregunta. Él suspiró y se sentó en la silla.
-Todo sucede por una razón, las cosas deben de suceder así para poder llegar a un sólo destino, y el tuyo es muy importante. Fuiste elegida incluso antes de que nacieras para cuidar y proteger del triángulo de génesis- dijo. Yo estaba muy confundida por lo que dijo, no tenía idea de que es ese triángulo, pero sobre todo, no me quería ir de la cabaña ni del bosque. Frunci el ceño y salí de la cabaña sin rumbo fijo adentrandome más al bosque para volver a perderme.Caminé por horas, algunos árboles no los podía reconocer así que supe que me adentraba más. La noche cayó, estaba rodeada de aves nocturnas como los búhos y lechuzas, los grillos comenzaban a cantar y las luciérnagas se manifestaban, todo a mi alrededor era muy bello, muy tranquilo. Quizá exageré un poco con Vesemir, pero me acostumbré tanto a él y al bosque que, el cambio me asusta un poco. No podía imaginar vivir sola, en un lugar lejos de todo, donde probablemente no haya nadie más. Entonces a lo lejos pude ver una luz, y enseguida supuse que era él, me estaba buscando.
-Pensé que no te encontraría- dijo caminando hasta mi, yo me levanté del suelo y me acerqué a él.
-Lo siento, no debí irme así, pero me sorprendiste con esa noticia-
-Lo sé, también es mi culpa por no habertelo dicho mucho antes- respondió y sonreí.
-Sólo dime la verdad, todo esto, de enseñarme la magia, la astrología, era para ese deber que dices? De... proteger el triángulo de génesis?-
-Como dije antes, fuiste elegida para llevar a cabo este trabajo. El triángulo de génesis es todo, es todo el universo, el tiempo, la materia, es el único lugar donde se conecta todo lo que sabemos, y lo que aún no. Hace tiempo hubo alguien más, pero las cosas no salieron como debían tras ella enamorarse de un mortal, y renunciar a todo su poder-
-Entonces tenemos opciones-
-Bueno, quizá ahora sean un poco más estrictos-
-... Es algo difícil para mi, no sé sí yo sea la persona correcta para este trabajo-
-Lo eres, porque yo fui quien estuvo a favor de que te eligieran. Sé cual es tu potencial, y te conozco mejor de lo que tú te conoces a ti misma-
-Me siento algo asustada, nerviosa, no quiero dejar todo-
-Cómo crees que me siento yo? Estuviste conmigo por muchos años, siendo mi compañera, mi única compañía. Tampoco es fácil. A veces pensé que cometía un error- dijo. Escuchar eso me hizo sentir muy triste, cómo sí a él nunca le habría gustado estar conmigo, cómo sí se hubiese visto forzado de ir por mi al bosque... me decepcionó.
-Sí tanto crees que fue un error, mejor me habrías dejado morir en el bosque aquel día- dije molesta pasando a lado de él, pero me detuvo tomándome de la mano.
-Creo que no me entendiste- dijo volteando a verme a los ojos mientras la luz de la lámpara iluminaba nuestros rostros.
-Te tengo un gran afecto, Atlas. Me cuesta mucho decirlo porque va en contra de mi naturaleza, pero... yo te amo-
Inmediatamente me sonrojé, mi corazón comenzó a latir más fuerte, y mi piel se erizó, estaba sorprendida por sus palabras. Suavemente él soltó mi mano, yo aún me sentía en shock, porque su confesión no fue algo que yo esperaba. No tenía el valor de pronunciar palabra alguna, o de siquiera decir como me siento.
-No es necesario que me respondas, sé que puede ser algo incómodo...-
Y aunque él siguiera hablando, yo no podía dejar de mirarlo. Mirar su plumaje negro en su cabeza, sus cuernos, me hacían sentir perdida.
-Me amas?- susurré. Él se acercó más a mi y suavemente acarició mi mejilla; podía sentir el cuero de su guante dibujando una fina línea en mi rostro.
-Como no tienes idea- respondió con una voz gentil.Nos acercamos cada vez más, podíamos sentir una fuerte atracción entre nosotros en ese momento, así que nos dejamos llevar. Gentilmente me besó, besé su pico, y poco a poco di pequeños besos en el resto de su rostro. Sin tener idea alguna de cómo sucedió, fue cómo sí me sintiera hipnotizada, cómo sí solo me dejará llevar por el momento, y me di cuenta de que ambos ya nos encontrábamos en su habitación.
Entre unos buenos besos, él desataba mi vestido hasta solo verlo caer y luego de quedar en puro camisón, él se quitó su saco, desató su corbata y la dejó caer sobre una silla. Me sentía nerviosa, un poco asustada de ser mi primera vez, de que él sea quien me quite mi virginidad. Estando ambos desnudos sobre la cama, pude ver el resto de su cuerpo, era normal, cómo el de cualquier hombre, sus pies, su torzo, sus brazos, sólo del cuello hacia arriba era un ave, como sí él hubiera sufrido un maleficio. Se despegó de mi para quitarse sus guantes.
-Quiero sentir tu piel- fue lo que dijo.
Por primera vez en 15 años, puedo ver sus manos, eran casi tan normales cómo las mías, sólo que gran parte de sus dedos eran color negro.
-No vuelvas a usar tus guantes- le pedí mientras entrelazaba nuestros dedos al unir nuestras manos.
-Debo hacerlo, aunque sea en los momentos en que no toque tu piel- respondió a mi oído.
Acariciaba todo mi cuerpo con gentileza, lamia mis senos, y de pronto, pude sentir cómo algo me estaba penetrando. Al principio dolía mucho, incluso quería detenerme.
-Dime sí es mucho para ti, me detendré- susurró. Pero al mismo tiempo quería que siguiera, era un sentimiento ambivalente. De repente, todo ese dolor desapareció convirtiéndose en placer. Lo abracé fuertemente, creo que incluso rasguñé su espalda, pero yo quería más. Cambiamos de posición quedando yo sentada sobre él, pero no me movía, en ese momento trataba de digerir todo lo que estaba sucediéndome, como después de todo, acabamos teniendo sexo. Tenía mi mirada perdida, y él lo notó.
-Te sientes asustada?- preguntó suavemente mientras acariciaba mi mejilla.
-No... sólo me estoy dando cuenta de lo que siempre he sentido por ti- susurré. Comencé a mover mis caderas, y él gimió, apoyé mis manos sobre su pecho mientras me seguía moviendo, y él acariciaba mis pechos.
-También te amo, Vesemir- susurré en su oído, y me besó.A la mañana siguiente, entraba la luz del día por la ventana, recordé todo lo que sucedió la noche anterior y me fue imposible no sonreír, me sentía... feliz. Me percaté de que seguía desnuda, y al voltear a mi lado, perdido entre la sábanas estaba Vesemir, comenzó a moverse para levantarse, y cuando se quita la sabana de la cabeza... caí de la cama asustada, o mejor dicho, sorprendida.
-Vesemir?- dije tratando de reconocerlo. Su rostro era el de un hombre normal, no tenía barba o bigote, su cabello y cejas eran castaño, al abrir sus ojos por la luz que entraba en la habitación, pude notar que eran color marrón, pero sus manos seguían estando igual.
-Buenos días- dijo con una sonrisa, su voz era la misma, así que supe que si era él.
-Tus plumas, tus cuernos... Han desaparecido- dije subiendo a la cama. Él parecía algo confundido, se levantó estando desnudo y se miró al espejo.
-Veo que me relajé demasiado anoche, que se anuló el hechizo- respondió.
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ATLAS
General FictionLa miré a los ojos y en ese mismo momento sabía que estaba perdidamente enamorado de ella. Te encuentras en un laberinto de setos, y aunque sabes que hay una salida, la apatía desciende sobre ti y te llena de consuelo, y te resulta físicamente impos...