Capítulo 11

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Desperté entre la noche sudando, mi corazón latía fuerte y mis manos temblaban... me sentía asustada por la pesadilla que tuve. A mi lado yacía Vesemir dormido aún, boca bajo mostraba su espalda desnuda y el plumaje en su cabeza, sus cuernos apuntando hacia arriba. Me levanté de la cama y caminé hacía la ventana de la recámara, podía ver las lunas resplandecientes que se mostraban ante el planeta. Fue una horrible pesadilla, pero más que eso, parecía una visión. No volví a tocar la cama, me quedé sentada cercas de la ventana leyendo un libro a la luz de la vela, hasta que el sol comenzó a salir tornándose en el cielo de un color peculiar. Los pájaros que cantaban en el jardín, empapados de rocío parecían hablar con las flores. Se podía admirar la belleza de la naturaleza en el jardín de la casa, aves pequeñas, extrañas y hermosas volaban sobre las plantas y se podía oír su cantar.
-Supongo que no dormiste bien- dijo Vesemir mirándome desde la cama recostado.
-Tuve una pesadilla, así que mejor decidí no volver a dormir- respondí. Cerré el libro y apagué la vela, caminé hasta la cama y me recosté junto a él.
-Qué pesadilla tan horrible pudo ser, cómo para que no regresaras a la cama conmigo?-
Me daba un poco de pena contarle, sé que él me creería, pero es que el sueño fue tan vívido.
-Bueno...-  Me apenaba decirle, así que le mentí.
-Sobre el último viaje, soñé que me dejabas por quedarte con la princesa- respondí y él se rió.
-Atlas, cómo puedes soñar con eso?- dijo entre risas.
-No lo sé, parecía muy real- dije. Caminé hasta la cama y me recosté junto a él, donde me abrazó y dio un pequeño beso en mi cabeza.
-Puedo sentir tú corazón latir más fuerte, y acelerado; cómo sí estuvieras ansioso. Algo te preocupa?- dije mientras él aún me tenía entre sus brazos, sabía que sonrió, y me sentía ansiosa por saber lo siguiente que va a decir, ya que duró un rato callado.
-No es justo que sientas mi corazón, será imposible tenerte sorpresas-
-Así que me tienes una sorpresa- dije. Miré como colocó un hermoso anillo en mi dedo anular, ahora yo era quien sentía mi corazón ansioso y latir fuerte. Me senté mirando a Vesemir, él retiró el plumaje y los cuernos, miraba su rostro natural.
-En... serio?- dije muy sorprendida. Vesemir sonrió y tomó mi mano.
-Siento necesidad de tú presencia; y cuando pienso en el alma maravillosa escondida en ese cuerpo esbelto de marfil, me lleno de asombro. Así que, Atlas... quieres ser mi esposa?- dijo.

Quería gritar de la emoción, me sentía tan feliz. Enséñame, rehazme a fondo, avívame como quien enciende un fuego. Me tienes y soy tuya; tan cerca uno del otro como la carne de los huesos, y dos cuerpos frente a frente son a veces dos olas y la noche es océano, son a veces dos piedras y la noche el desierto. Son a veces raíces en la noche enlazadas, navajas y la noche relámpago. Dos cuerpos frente a frente son dos astros que caen en un cielo vacío.
-¡Si!- exclamé lanzandome sobre él.
-Te amo- dijo sonriendo mientras me besó.

No podía dejar de ver el anillo, ni siquiera podía creer lo que acababa de suceder; no dejaba de sonreír. Seré la esposa de Vesemir... por la eternidad. Al pensar eso, comencé a reírme.
-Qué es tan gracioso?-
-Que seré tu esposa... para siempre- dije mostrándole el anillo, de igual manera, él también rió.

Salimos de la morada y nos dirigimos a un sendero, abrí un portal y llegamos a otro mundo. Al lugar donde arribamos no era cualquier lugar, sino el mismo donde Vesemir me encontró. Una inmensa ola de nostalgia cayó sobre nosotros, nos hizo revivir aquellos recuerdos donde él llegó hasta mi, y donde yo, sentada en un árbol talado perdía la esperanza.
-Casi no ha cambiado este lugar- dije caminando hacia al frente mientras observaba mi alrededor, vesemir sonrió y se sentó sobre el árbol talado.
-Aquí fue donde sin pensarlo, nos unimos el uno al otro-
Volteé a verlo y caminé hasta él.
-Que sea aquí nuestra boda, que en este lugar se lleve a cabo la ceremonia donde nos uniremos ante el cosmos-
-Será donde tú gustes - respondió.
En eso, pudimos ver un destello del cielo y como algo cayó, inmediatamente nubes grises comenzaron a cubrir todo el bosque y fuertes estruendos se escuchaban de ellas, no sólo parecía que quisiera llover, sino también que iba anocheciendo.
-Quédate junto a mi- dijo Vesemir poniéndose de pie, parecía que algo le preocupaba, y así era. Aquello que cayó del cielo no era más que Zora, con algunas cadenas que arrastraban de ella.
-Vaya, finalmente los encuentro- dijo.

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