Capítulo 18

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-¡La princesa Atlas ha regresado!- dijo el presentador. Llegué hasta el gran salón donde mis padres estaban sentados en el trono.
-Dónde estabas?- dijo mamá caminando hasta mi.
-Y esa ropa qué es? Porque estás sucia de los zapatos?-
Estaba completamente confundida, me alegraba que ellos estuvieran con vida, pero me preocupaba no ver a Vesemir, aún así, todavía conservaba mi anillo de bodas en mi dedo.
Las sirvientes me llevaron hasta mi habitación y me cambié de ropa por un vestido celeste, era la primera vez que usaba un color de ropa distinto, ya que sólo solía usar de color negro o blanco. A pesar de ello iba bien con mi cabello. Al verme al espejo, me di cuenta de que aún conservaba mis ojos cómo diamantes, me di cuenta de que mi poder aún seguía conmigo.
A través de la ventana miré el reino completo, todos los aldeanos yendo de un lugar a otro, y de pronto, mi cabeza comenzó a doler tanto que mi nariz empezó a sangrar.
-Su majestad, está bien?- dijo la sirvienta al verme caer al suelo.
-... si- respondí con mis manos en la cabeza, dolía mucho, pero era porque nuevos recuerdos entraban a mi mente.
Comencé a recordar mi niñez completa en el castillo, cuando celebró todo el reino mi fiesta de 15 años, cuando mamá me obsequió un vestido nuevo y papá mi primer caballo. Era cómo sí hubiese vivido dos vidas, una junto a Vesemir y otra junto a mis padres. Me sentía asustada y sorprendida, era algo demasiado nuevo para mi, lamentablemente no podía tener dos cosas a la vez, a Vesemir y a mis padres juntos.

Disfrutaba estar junto a mis padres en cada momento, las comidas juntos, las fiestas que realizaba el castillo y estudiar astrología junto a papá y beber el té junto a mamá, era una de las cosas que más amaba; pero seguía extrañando a Vesemir, a pesar de que ya haya pasado un año. Una tarde, ya casi cayendo el sol, realizaba una pintura desde mi alcoba, pintaba el reino desde éste ángulo, el rosado del cielo y las luces encendiendo en las calles y las casas, luego, miré a alguien muy sospechoso escabullendose entre los callejones oscuros, y cuando la luz se reflejó en él, me di cuenta de que era Vesemir, que aún tenía su plumaje y cuernos. Rápidamente me levanté de la silla y tomé una túnica para cubrirme y salir del castillo.
-Su majestad, no puede salir del castillo, ya es tarde- dijo el guardia deteniéndome en el pasillo.
-Debo salir, es importante-
-Lo lamento majestad, pero son órdenes de los reyes cerrar las puertas después de cierta hora-
Insatisfecha regresé a mi alcoba, pero eso no me detendría, tengo poder. Así que abrí un portal hacía un callejón del pueblo. Caminaba por entre calles para lograr ver su silueta una vez más, pero al mismo tiempo me cubría para que nadie me reconociera.
-Vesemir- susurré en varias ocasiones. Luego escuché el llanto de un bebé cercas de mi. Me dirigí hacía donde provenía el sonido y pude ver cómo de una casa pequeña salía Vesemir junto a una mujer con un bebé en brazos.
-Vayamos por ese lado, querida- le dijo él mientras la cubría con su saco en sus hombros. Verlos me partió el corazón, él estaba con alguien más, y no sólo eso, tenía un hijo de ella. No soporté estar ahí ni un momento así que regresé al castillo, donde me recosté en la cama a llorar.
Mi corazón dolía mucho, sentía cómo sí fuese aplastado por el decepcionante momento, cómo sí verlo con alguien más fuese una cachetada de la vida por mi elección tomada... las consecuencias que Vesemir me advirtió desde antes. Lo único que tenía de él era mi anillo de bodas, pero aun así, sé que no podré dejar de quererlo, ni hoy, ni mañana, ni el día de después. Lloré pensando en él hasta quedarme dormida.... porqué ninguna lágrima rescata el mundo que se pierde, ni el sueño que se desvanece.

Al día siguiente tenía que elegir, sí quedarme con mis padres, o regresar a reparar esto y estar con Vesemir. Adoraba estar con mamá y papá, pero desde el fondo de mi sabía que no debía estar aquí, las cosas no debían de ser así. Vesemir fue quien me encontró, me crió y con quien compartí una vida, es con quien descubrí el amor. Entonces una noche la disfruté tanto con mis padres que les pareció extraño mi actitud, pero lo hacía para llevarme un buen recuerdo de ellos, había tomado mi decisión. Viajé al pasado, justo en el día donde aparecí por primera vez, donde se llevó a cabo el combate de entre ambos reinos, debía detenerme para evitar la victoria del reino de Ara.
-¡Espera!- me dije al verme. Ella me miró confundida y un tanto asustada.
-Qué está sucediendo?-
-Vengo del futuro, de la consecuencia de salvar el reino de Ara-
-Entonces estaré con papá y mamá-
-Si, pero el precio que se pagó fue Vesemir. Él no está ahí- dije. Ella se sentó en el suelo a pensar, le sorprendió la mala noticia de tomar esa decisión.
-... Disfrutaste un tiempo estando con nuestros padres, pero Vesemir fue quien te regresó para corregirlo. Él es más importante que nuestros padres?-
Estaba sorprendida por la pregunta que me hizo. Quizá no lo pensé antes, quizá lo pienso ahora. Por qué parezco tan confundida de tomar esa decisión cuando ya lo hice en mi pasado que es su futuro?
-Te estoy mostrando la respuesta, y aún así me lo preguntas?- respondí.
-... tú no afectas el tiempo, sino yo- dijo y se lanzó sobre mi tumbandome al suelo.
-Qué haces?- dije tratando de quitarla sobre mi.
-Amo a Vesemir, pero no pude disfrutar a mis padres como cualquier niña- respondió. En el campo de batalla no sólo peleaba Ara contra Sabik, sino también nosotras dos desde la colina. La tumbé lejos de mi y regresé a mi pasado en la noche donde discutí con Vesemir, que es el futuro del combate entre Ara y Sabik.
Al llegar estaba la cabaña, pero cuando entré no había nadie ni nada, era como sí nunca hubiese sido habitada.
-Vesemir?- dije, pero no tuve respuesta alguna. Me sentía angustiada al no saber donde estaba, o que le haya pasado por haberme ido, cambié mi atuendo y regresé al día en que cumplí 20 años... Una vez más, la cabaña se encontraba vacía.
-Qué hice?- me dije a mi misma.
Viajé a Casiopea para buscarlo, pero en cuanto llegué, el resto de la Corte de aves no me reconoció.
-Estoy buscando a Vesemir- dije frente a ellos.
-Quien eres tú?-
-Soy Atlas, su esposa-
-No sé cómo llegaste a este lugar, pero lo que si te puedo decir, es que aquí no existe ningún Vesemir-
-Y quien es usted?- pregunté.
-Mi nombre es Orión-
Recordé que Vesemir me contó acerca de él, su mentor. Así que él está vivo, y entonces posiblemente Vesemir ya no exista.

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