Era 1989 en Nebraska, Estados Unidos; vivía cómodamente cómo cualquier chica de 20 años en un departamento compartido con otras tres compañeras de universidad. Estudiábamos el ocultismo, pero yo me sentía más atraída al tema que mis amigas.
-Zora, hoy será la fiesta en la fraternidad de Scott, debes de ir con nosotras- dijo Gigi. Yo giré mi silla del escritorio volteando a verla.
-De verdad, estoy bien quedándome aquí a estudiar. De hecho, casi no me gustan las fiestas- dije sonriendo.
-Vamos, no te mientas a ti misma. Jessica está en el auto esperando-
-Pero hace frío afuera, y ya casi comienza a nevar-
-Yo sé que quieres que te ruegue, pero sólo lo diré una vez más. Vienes o no?- dijo en una postura firme pero sin dejar de sonreír. Sé que ella deseaba que las acompañara, le he rechazado incontables invitaciones a distintas fiestas; quizá no sea tan malo después de todo.
-Está bien, iré- dije quitándome las gafas y colocandolas sobre el libro. Tan rápido tomé mi abrigo y bufanda, y salimos de la casa para subirnos al auto. Ambas estaban contentas de que las acompañara a la fiesta, pero debo admitir de que me sentía un tanto nerviosa. Jessica encendió la radio del auto y subió el volumen, las tres íbamos cantando una canción de Cyndi Lauper, "Girls Just Wanna Have Fun".Al llegar a la casa de la fraternidad bajamos del auto, era casa llena, gente incluso afuera bebiendo cerveza... todos parecían divertirse. Entramos y dejamos nuestros abrigos en la entrada, algunas personas saludaban a Jessica y a Gigi, en especial a Gigi; ella era muy lista y muy inteligente, pero a su vez también tenía un gran carisma. Las tres nos separamos, o mejor dicho ellas se separaron de mi, me quedé de pie recargada en la pared con un vaso de cerveza en la mano. La música era buena y daban ganas de bailar, desafortunadamente yo no sabía hacerlo.
-Hola- dijo un chico acercándose a mi con una sonrisa.
-Hola- dije un poco tímida, no le negué una sonrisa así que también lo hice aunque fuera instantánea.
-Soy Steven, de la carrera de ingeniería en bioquímica. Te he visto algunas ocasiones en la universidad-
-Si, también estudio ahi. Soy Zora, por cierto-
-Mucho gusto, Zora- dijo y estreché su mano que tenía estirada. Pude sentirme un poco en confianza con él, no parecía ser alguien grosero o con malas intenciones. En el transcurso de la noche sólo hablé con Steven, cosas de la universidad, de los maestros, y me contaba sus anécdotas cuando fue a un viaje familiar a Irlanda. Era un chico divertido, muy agradable; podía sentirme algo conectada con él.
-Cielos, ya es tarde, es media noche- dije mirando el reloj en mi muñeca.
-Aún es temprano, esta clase de fiestas terminan en la madrugada-
-Bueno, quizá no estoy acostumbrada a esta clase de fiestas-
-Bien, entonces déjame llevarte a tu casa o departamento-
-Es un departamento, pero en realidad quisiera regresar con mis amigas-
-No creo que ellas quieran irse- dijo señalando a Jessica y a Gigi. Ambas se estaban divirtiendo con unos chicos, no de una manera vulgar, sólo reían y bailaban.
-Insisto- volvió a decir.
-Steven, ven con nosotras- dijo una chica rubia acercándose a él y lo tomó del brazo.
-Espera Allison, estoy ocupado- dijo resistiéndose, no quería seguirla.
-Oh, vamos! Quiero presentarte a una amiga-
El momento era incómodo, en verdad no quería que él se fuera, deseaba desde lo más profundo de mi que me llevara a salvo hasta mi departamento.
-Allison...-
-Está bien, puedo regresar sola- dije sonriendo.
-Qué?-
-Ya la oíste, no necesita que un hombre cómo tu, la acompañe- dijo ella y se lo llevó. Fui hasta la puerta y tomé mi abrigo y bufanda, ya quería irme.Creo que no estoy hecha para estás cosas, una prueba incontestable de la ruina que los hombres provocan en su alma, el autodesprecio. Debo admitir que sentí algo especial al estar hablando con Steven, quizá algo dulce y sorprendente. Dentro de mi corazón un sentimiento está guardado, encerrado en una caja secreta. Tengo miedo de que esto que siento se me salga de las manos, porque algo cómo esto no puedo ocultarlo. Pero de este modo mi corazón se tranquilizará y mi mente descansará... tan sólo vastó una charla para que Steven me hiciera sentir algo como esto. Seguía el camino de vuelta al departamento, apenas y llevaba dos cuadras caminando y ni siquiera me despedí de nadie, de igual manera no creo que noten mi ausencia. Pero, recordar aquel chico alto, de cabello castaño me hacía sonrojar. La calle estaba sola, solo acompañada de la luz de las lámparas y la nieve a mi alrededor, en algunas casas tenían muñecos de nieve ya formados, con sus respectivas bufandas y zanahorias cómo nariz. De pronto escuché un fuerte ruido que estaba dirigido desde atrás de mi, no quise voltear y decidí acelerar el paso. En ese momento me arrepentí de haberme salido de la fiesta, me arrepentí de no haberle dicho a Steven que se quedara conmigo, me arrepentí incluso de haber aceptado la invitación de Gigi; todos y cada secuencia de cada suceso que sucedió desde esta mañana, yo me arrepentía. Pero luego algo se apareció frente a mi, no era un hombre común y corriente cómo cualquier otro, sino un hombre con cabeza de lechuza. Al verlo caí al suelo sorprendida, estaba asustada, nunca antes en mi vida había visto algo cómo eso. Era alto, vestía un traje con saco marrón y su cabeza era de una lechuza blanca.
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ATLAS
General FictionLa miré a los ojos y en ese mismo momento sabía que estaba perdidamente enamorado de ella. Te encuentras en un laberinto de setos, y aunque sabes que hay una salida, la apatía desciende sobre ti y te llena de consuelo, y te resulta físicamente impos...