Hace mucho tiempo yo era un niño cómo cualquier otro, jugaba, corría y me gustaban los animales. Mis padres eran granjeros y muy religiosos, el problema lo descubrí cuando yo no creía en su Dios, y deseaba conocer más.
-Vesemir, es hora de ir a la iglesia- dijo mamá.
-Por qué debo ir?-
-Porqué es nuestra obligación- respondió.
Estando en la iglesia, el sacerdote daba un sermón.
-Y entonces Dios creo la tierra y todo lo que conocemos en seis días tomando el séptimo como descanso...-
-Cómo pudo crear un universo, un planeta y todo lo demás en seis días?- pregunté. Todos voltearon a verme, y la expresión del sacerdote parecía molesta.
- Porque... es todo poderoso-
-La respuesta correcta es: fueron seis ciclos solares divinos-
-Dudas del poder de Dios?-
-Dudo de ustedes, parecen no comprender su propia biblia-
Al terminar la ceremonia el sacerdote hablaba con mis padres, acerca de mi.
-Su hijo es una mala influencia para todos, haciendo preguntas extrañas y haciendo dudar de la fé de los demás. El otro día le dijo a los demás niño que existen muchas más religiones y demás dioses, pero que todos son tulpas-
-Es sólo un niño- dijo papá.
-Un niño demasiado curioso. Sí no quieren que lo acusemos de brujería, es mejor que lo mantengan lejos de aquí-
Siempre he pensado qué existe algo más allá de lo que conocemos.
-Terraplanistas de mierda- susurré mientras entraba a mi cuarto. El túnel de realidad que mis padres se habían formado, era algo que yo jamás podría romper, no sólo eran muy religiosos, sino también muy supersticiosos.
Sabía que yo no necesitaba la religión para ser espiritualista.
-Vesemir, hijo, queremos hablar contigo- dijo mamá acompañada de papá, ambos entraron a mi cuarto.
-Hemos notado que tienes pensamientos muy diferentes a todos nosotros, y hemos tomado una decisión-
-Creemos que la mejor manera de evitar problemas... es que te vayas-
-Qué? A penas y tengo 14 años. A dónde se supone qué iré yo solo?- dije sorprendido.
-Bueno hijo, es hora de convertirse en hombre- respondió papá.
Esa noche dejé de tener padres, vagaba por el pueblo sin un hogar al que ir, donde dormir o comer. Me di cuenta de que estaba completamente solo, no había gente que entendiera mi pensar, todos eran muy estúpidos. Y entonces, una noche de invierno miré algo muy extraño; un hombre con cabeza de ave que vestía una túnica cubriéndose de los demás. Quedé asombrado, era la primera vez que miraba algo cómo eso, y me llamó tanto la atención, que lo seguí sigilosamente. El hombre llegó hasta una casa y entró sin siquiera abrir la puerta, lo que despertó más en mi una gran curiosidad. Al llegar acaricié la puerta, pero podía ver cómo mis dedos la traspasaban, así que entré. Por dentro era muy diferente, es cómo sí estuviera en otro lugar, lejos del pueblo de mala muerte en el que estaba. Todo era una habitación enorme, con grandes estantes de libros en todas las paredes, pequeñas maquinas de vapor volando por lo alto y globos terráqueos, sabía que todo esto era magia, pues aquí dentro es mucho más grande que de lo que se ve afuera, una pequeña casa.Vaya, vaya. Creo que tengo un polizonte- dijo el hombre con cabeza de halcón mientras me levantaba del brazo.
-Déjeme en paz, no le tengo miedo- dije safándome de él.
-Pues deberías. El no tener miedo puede ser una gran peculiaridad, pero a su vez, te pondrá en peligro. Quien eres y quién te mandó?-
-No me mandó nadie, vine aquí por mi propia cuenta- dije levantándome del suelo, el hombre puso su mano sobre mi cabeza y alzó la mirada.
-Ya veo. Te llamas Vesemir y tus padres te corrieron hace un mes. Debe ser duro para ti- dijo quitando la mano de mi.
-Es usted un mago?-
-Claro que no, soy algo mejor-
-Por qué tiene cabeza de halcón?-
-Por qué me haces preguntas cuando eres tú el que está invadiendo mi propiedad? Debería matarte- dijo y agaché la mirada.
-Lo siento, no me ha ido bien últimamente. No tengo a dónde ir o a quién acudir... estoy solo- dije y él cruzó de brazos.
-La tierra es plana-
-Qué? Pero qué tontería? Es redonda. La sombra del sol del medio día tiene una inclinación de 15 grados en el otro continente, es obvio que no es plana- dije frunciendo el ceño y él comenzó a reír.
-Vaya que eres listo, niño. Me llamo Orión- dijo estirando su mano y la estreché.
-Cómo la constelación-
-Así es. Me sorprende que un jovencito cómo tú sepa más de estos temas que un adulto, tienes un gran potencial. Bien, ya no tienes por qué preocuparte de alojamiento y comida, vivirás aquí conmigo y serás mi aprendiz-
Escucharlo decir eso me hizo sentir muy feliz, supe que finalmente encontré a alguien de quien aprender y seguir sus pasos... encontré a alguien a quien admirar.
Orión me enseñaba de todo, a cualquier lugar que él iba me llevaba, estudiábamos a los animales, meteoritos que caían en la tierra, me daba libros acerca de la ley de atracción, la magia caos entre otros que son la base para practicar la magia y hechicería. Me enseñó acerca de las runas, la triqueta y demás símbolos muy antiguos que usan para la magia. Él miraba en mi que avanzaba rápido, con el paso de los años deseaba ser más cómo él... era cómo el padre que siempre quise, mi única figura paterna. Una de las cosas que Orión siempre decía al verme practicar era que: Cómo es arriba, es abajo; como es dentro, es afuera. Es la ley de la correspondencia, y que es una de las siete leyes más importantes del universo. Somos un reflejo del ambiente, es decir, que nuestra naturaleza como seres humanos es el reflejo de la naturaleza del Cosmos.
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ATLAS
General FictionLa miré a los ojos y en ese mismo momento sabía que estaba perdidamente enamorado de ella. Te encuentras en un laberinto de setos, y aunque sabes que hay una salida, la apatía desciende sobre ti y te llena de consuelo, y te resulta físicamente impos...