CAPITULI VII

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Martina tomó sus cosas y se apresuró a salir.
Pablo la había llamado urgente y la había puesto al tanto de la situación, pues él estaba lejos y no podría llegar en menos de una hora.
Recordó haber leído entre otras, la historia clínica de Marta, e
ra un caso grave de depresión, con dos intentos de suicidio.
No sabía si la mujer en su desesperación le abriría la puerta a una desconocida, pensó, ojalá Pablo hubiera podido acompañarla.

Llegó a la dirección que le dio Roxana, la puerta estaba abierta, entró con el corazón acelerado.
La mujer estaba en el piso y alguien la sostenía en brazos.
¡Era Firhat!,
hablaba con mucha calidez y suavidad.
Su voz dura y fría se había transformado en un murmullo suave y dulce.

—Todo va a estar bien, estoy aquí, no estás sola.
Martina saliendo del impacto que le produjo la escena que acababa de presenciar, se acercó a Firhat.

—¿Has llamado ya a la clínica de la doctora Lorenzo?

El asintió con la cabeza. —Sí, la ambulancia llegará en un momento.
Lo miró a los ojos y él miró los suyos, por un momento los unió la realidad de Marta.
Su mirada era tan diferente...
sus ojos oscuros reflejaban preocupación y empatía.
Firhat miraba el rostro de Marta mientras hablando suavemente, sostenía su pequeña mano inerte.

Llegó la ambulancia y llevaron a la chica a la clínica psiquiátrica que trabajaba en conjunto con Alma y mente.
Martina fue con ella y Firhat detrás en su auto.

...
En la sala de espera se sentaron en silencio, esperaban ansiosos el reporte de la doctora.
Llegó y se dirigió a ellos.

—Va a estar bien, el haberte llamado —dijo mirando a Firhat—, fue lo que la salvó.
Las pastillas que ingirió fueron muchas y muy fuertes, pero va a estar bien. —
Volteó a ver a Martina— Después te toca a ti, va a necesitar mucho apoyo psicológico.

Se despidió de ellos y desapareció por el pasillo.

—Voy a verla unos minutos, su esposo ha llegado así que se quedará con ella.

Martina asintió.
—Ve, yo me pediré un taxi, quisiera repasar su historial y este está en la clínica.

Firhat la miró indeciso.
Lo correcto sería que fueran juntos, pensó, pero...en un arranque le dijo:

—Espérame aquí, volveré enseguida e iremos juntos.

Martina quedó atónita sin saber qué contestar, quería decirle que no iría con él a ningún lado, que se iría sola. A pesar de todo, aún estaba enojada por la forma en que él la había tratado, pero era muy inmaduro de su parte negarse. Después de unos minutos Firhat volvió para indicarle que se marcharan. Seguido de eso,
puso la mano en su cintura como para que ella marchara hacia la salida.
Cuando fue consciente de lo que hacía retiro rápidamente la mano, como si ella fuera un hierro caliente.
Martina no reaccionó a este gesto, se diría que ni siquiera lo había notado, pero en realidad una corriente eléctrica recorrió todo su cuerpo.
El gesto había sido imperceptible, pero íntimo.
Su respiración se agitó y acomodó su pelo nerviosamente.

El viaje fue con conversaciones breves, todas al respecto de lo recién acontecido.
Se diría que todo era muy profesional, pero la tensión de ambos se sentía dentro del auto. Por lo que el viaje se hizo muy largo, a pesar de la corta distancia del trayecto.

Cuando llegaron a la clínica, Roxana les preguntó por Marta.
Firhat le contó lo sucedido. 
Otros empleados también se acercaron y preguntaron con verdadero interés por el estado actual de la chica.
Martina notó así que Marta era una paciente muy especial en la clínica;
esto la intrigó, pero no hizo ninguna pregunta al respecto.
Luego, cada uno se dirigió a su oficina.
Ese día ya no volvieron a verse.

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El viaje de MartinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora